Políticas

12/9/1996|510

Congreso de la CGT: La burocracia pierde el pelo pero no las mañas

Hay cosas con las que el diario La Nación no juega. Por eso, su editorial, al día siguiente del congreso de la CGT, no podía ser más significativo: “Bien visto por el empresariado”, fue la calificación que le puso como título al nuevo secretario general, Rodolfo Daer, supuestamente encargado de presidir una “etapa combativa” de la CGT. En el texto del artículo, la precisión es mayor: “Quienes también lo aprecian son los empresarios de su sector. Es considerado en ese medio como un dialoguista y con una capacidad para negociar que no la poseen todos”. Es que Daer es un alumno privilegiado de Caro Figueroa, al cual ingratamente quiere ver ‘renunciado’, porque el sindicato de la alimentación está a la vanguardia de los convenios por empresa y de la flexibilización laboral, con salarios horarios inferiores a los dos pesos. Daer también es un campeón de la salud privada, con la que se asoció aunque con mucha ‘mala suerte’ (ver artículo “Daer…”). Entre los empresarios del sector que lo admiran se encuentra la multinacional Nabisco.


En la ‘nueva’ directiva de ‘combate’ figuran campeones de la lucha como Andrés Rodríguez, Gerardo Martínez, West Ocampo, Barrionuevo o Amadeo Genta. Es aquí donde ha entrado el MTA.


Es indudable que la recomposición de la directiva cegetista, con el ingreso del MTA, responde al hecho de que el movimiento obrero y la propia realidad política han entrado en una nueva etapa. Los que fustigaban a la “CGT empresaria” y se ilusionaban con el “MTA combativo”, nunca quisieron admitir la posibilidad de recomposición de unos y otros — de los primeros hacia el ‘obrerismo’ y de los segundos hacia los ‘empresarios’. La burocracia sindical se empeña en mantenerse cueste lo que cueste a la cabeza de los sindicatos, porque vive de ellos, para lo cual tiene que adaptarse a las diferentes situaciones, de manera de garantizar su monopolio sobre las organizaciones obreras. Sólo una dirección clasista puede darles a los sindicatos otra perspectiva.


La decisión de llevar el paro de 36 horas para fines de setiembre, revela la intención de desmoralizar al movimiento obrero y negociar la huelga. Nada justifica una dilación de tres semanas, y de casi dos meses desde el paro del 8 de agosto. Apenas concluyó el congreso, la dirección de la UTA anunció que los colectivos funcionarían el 26 “para llevar a los compañeros a la movilización”. Esto significa carnerear la huelga, porque para ir a la movilización hay otros medios; el funcionamiento del transporte diluirá las primeras 12 horas del paro. Desde ya que tenemos que reclamar a Palacios que UTA cumpla el paro.


La dilación del paro se produce cuando las asignaciones familiares se han dejado de pagar y se han descontado los tickets-canasta; esto se va a repetir con los cobros de octubre, porque las modificaciones que se prevén a la ley, recién se votarían el mes que viene. Mientras la nueva directiva decide deshojar la margarita durante tres semanas, los trabajadores sufren enormes perjuicios, incluido entre ellos el aumento del precio de los combustibles, que las patronales decidieron por su cuenta.


Se desprende de esta política, que el ingreso del MTA a la directiva de la CGT tiene por objetivo reforzar la capacidad de negociación de la burocracia frente al gobierno, no profundizar la movilización de los trabajadores. La burocracia supone que la presencia de los ‘combativos’ dará mayor credibilidad a su posición negociadora frente a los trabajadores y, al mismo tiempo, servirá para amagar con medidas de fuerza frente al gobierno.


La burocracia reclama “una  nueva concertación social”, le dijo Daer a La Razón (6/9), porque la vieja concertación, en el Consejo del Trabajo y el Empleo, caducó con la caída de Cavallo. La burocracia reclama dos cosas: el mantenimiento de su control de las Obras Sociales, de acuerdo al plan de reconversión del Banco Mundial, lo que significa que no se desregule la salud, y el reconocimiento para negociar los convenios de trabajo, aunque deba aceptar la modalidad de los convenios por empresa. Caro Figueroa encabeza al grupo que pretende desregular por completo, tanto a la salud como a la negociación colectiva.


La posición de la burocracia significa grandes daños para los trabajadores, esto porque en la versión del Banco Mundial se encarecen las obras sociales (arancelización) y porque la llamada negociación articulada impedirá negociar convenios por industria, lo que debilita enormemente al movimiento obrero.


Las evidencias de que el gobierno está negociando el levantamiento del paro con sus ‘amigos’ y ‘simpatizantes’, que son mayoría en la actual directiva, se ven en que el MTA se ha visto obligado a decir que “se opone a que la central sindical dialogue con el Gobierno antes del paro nacional…” (Crónica, 10/9). Pero las tres semanas de vacaciones que se dieron para hacer el paro, no tienen otro objetivo, precisamente, que ‘dialogar’ con el gobierno.


Después de todo lo que dijo de la CGT ‘empresaria’, también De Gennaro cree que ha habido un cambio favorable a los trabajadores. Al menos le dijo a Crónica (7/9) que “A partir de esta nueva conducción hay más posibilidades de dialogar sobre los problemas de la gente…”. Las “centrales alternativas” se han derrumbado en menos de lo que canta un gallo, y más rápido todavía se han venido abajo los ‘clasistas’ que les husmeaban el sobaco.


La dilación del paro por tres semanas tiene como objetivo fundamental encuadrar las luchas que los trabajadores se encuentran librando en la actualidad y, si es posible, frenarlas, con el argumento de la ‘lucha de conjunto’ para fin de mes. La táctica es vieja, ya está junada, pero no hay que despreciar los resultados que aún es capaz de dar. Este es el peligro para los trabajadores. El congreso de la CGT largó el paro para tres semanas más tarde, no solamente para negociar con el gobierno, sino principalmente para cortar las iniciativas de lucha en curso. Claro que si consigue esto último, también podrá levantar el paro porque la presión popular habrá disminuido.


La realización, finalmente, del paro, dependerá de la evolución de la situación política, especialmente de las pugnas dentro del gobierno. Pero la crisis general deberá profundizarse, porque el desequilibrio brutal creado por el derrumbe del ‘plan Cavallo’ no podrá restablecerse por un cierto tiempo, y sólo será posible al costo de crisis políticas.


Ante esta caracterización, llamamos a los trabajadores a no detener las iniciativas de lucha, sino a profundizarlas —en particular, en el caso de los desocupados, acentuando la movilización y la organización y los preparativos de un congreso nacional, que prepare una gran marcha nacional de los sin trabajo; y en el caso de los docentes, padres y estudiantes autoconvocados, que se encuentran en plena movilización, para derribar la ‘reforma educativa’. Para el conjunto del movimiento obrero, planteamos la reivindicación de paritarias libremente elegidas, para imponer aumentos de salarios y el fin de la flexibilización laboral.


En estas condiciones, el vigésimo aniversario de La Noche de los Lápices es una gran oportunidad para hacer una fuerte movilización política, para acortar la vida del gobierno menemista y permitir que un congreso de trabajadores elabore la salida política y económica que necesitan las mayorías nacionales.