Construyamos la alternativa obrera y socialista
Seguir
Argentina es gobernada por un régimen empeñado en reconstruir el sistema capitalista que se fue a pique en el 2001.
En reconstruir el país sobre sus viejas bases.
En “reconstruir”, como lo dijo expresamente Kirchner, a la “burguesía nacional”.
O sea, a los Techint, Acindar, Macro, Minetti, pero también al BBVA, al Citi y al Santander.
Por eso ha licuado las deudas de los industriales con la pesificación y rescatado a los bancos con títulos públicos por valor de 30.000 millones de dólares.
Por eso prevé exenciones impositivas para los grupos económicos, en el presupuesto del 2005, por 13.000 millones de pesos.
Con la devaluación sin precedentes del salario y de los gastos sociales ha ‘reconstruido’ la tasa de beneficio de los grandes capitales y los pulpos exportadores.
Esa misma devaluación le permite acumular enormes excedentes fiscales, que están destinados a pagar las deudas con el FMI y el Banco Mundial; la nueva deuda creada para rescatar a los bancos; y el repago de la deuda que se dejó de pagar.
Las exenciones de impuestos y los pagos de la deuda se llevarán el año que viene la mitad del presupuesto nacional.
Por eso sube la Bolsa y la cotización de la deuda pública.
Pero por eso también seguimos con un 20% de desocupados y 18 millones de pobres.
Los que se llenaron los bolsillos con las privatizaciones, luego de la bancarrota se hicieron ‘nacionales y populares’.
Lucraron con la entrega mene- mista y ahora lucran con la ‘reconstrucción’ del país destrozado por aquella entrega.
En esta diferencia reside la continuidad entre el pasado y el presente.
La única alternativa popular al régimen que carga sobre las espaldas del pueblo y el futuro de la nación la reconstrucción de los explotadores nativos, es una alternativa obrera y socialista.
Una reconstrucción social sobre nuevas bases.
No hay ni puede haber otra oposición popular.
Los izquierdistas que están con el gobierno han sido cooptados por la burguesía nacional.
Como ocurre también en Bolivia, Paraguay, Brasil y, a partir del 2005, en Uruguay.
Las clases patronales no pueden gobernar sin el concurso de los izquierdistas del sistema.
Los movimientos sociales que se manifiestan con independencia política del Estado y de los partidos patronales son, por otro lado, reprimidos.
Reprimidos por los mismos que invocan una condición ‘nacional y popular’ o la ‘democracia’.
Que los explotadores necesiten el auxilio de la izquierda trucha demuestra la debilidad histórica del Estado capitalista.
El planteo del Partido Obrero recoge en forma concreta el desafío histórico que presenta el período político actual.