Políticas

8/7/2022

Continúa la corrida y el gobierno es incapaz de frenarla

Todos los caminos conducen a la devaluación.

Saltaron los dólares financieros.

El alza del dólar Contado con Liquidación, el cual se ubicó cerca de los $300, es una expresión de lo acorralado que está el gobierno y de su incapacidad para frenar la corrida y evitar una devaluación.

Frente a la ola vendedora de bonos CER, por parte de los bancos y fondos de inversión, el Tesoro viene ofreciendo mayores tasas y plazos más cortos en las nuevas licitaciones en función de seducir a los acreedores e intentar contener la corrida. Al mismo tiempo, el Banco Central lleva emitidos $980.000 millones destinados a la compra de esos títulos para revalorizarlos, pero como este aumento en la emisión también recalienta las cotizaciones paralelas del dólar se ve obligado a reabsorberla colocando más Leliqs, incrementando el pasivo de la entidad que ya supera los $6 billones.

En ese sentido, “según LCG, los pasivos remunerados (Leliq + pases pasivos) crecieron 19% en junio y 13% en términos reales, la mayor tasa mensual del año” (Filonews, 8/7). No obstante, recientemente la autoridad monetaria intentó disminuir la colocación de esos instrumentos con la finalidad de que los bancos canjeen sus tenencias en Leliqs por títulos del Tesoro (a fin, como dijimos, de amortiguar la caída de estos últimos siendo la principal fuente de financiamiento del Estado). Para eso, el BCRA decidió renovar esta semana solo entre el 45% y el 65% de los vencimientos de las Leliqs.

El efecto no fue el esperado. La banca destinó la mayor parte de esos pesos no esterilizados hacia la compra de instrumentos de deuda a corto plazo, cuya tasa la fija el mercado, conocidos como “caución bursátil”. La mayor demanda de esos instrumentos hizo que su precio subiera, y, por lo tanto, que su tasa de interés se desplomara al 30%. Entonces, distintos agentes privados (empresas, operadores bursátiles) encontraron por este medio una forma de financiamiento bursátil muy barata, y, muchos de ellos, volcaron en los dólares financieros esos pesos que pidieron prestados en el mercado de caución, profundizando la corrida. Lo anterior evidencia el carácter parasitario de la clase capitalista, que, en lugar de dirigir a la inversión productiva el dinero proveniente de esos préstamos contraídos a tasas bajísimas, elige dolarizarse.

Por otra parte, como consecuencia de esta menor renovación de las Leliqs, sumado a la caída de los créditos a la industria, “los bancos están empezando a rechazar depósitos mayoristas dado que no tienen forma de colocarlos a un rendimiento suficiente como para pagar una tasa a quienes lo colocan” (Infobae, 8/7). De persistir esta tendencia, ese dinero de las empresas que queda por fuera del sistema bancario puede ir directo a la compra de dólares.

Como vemos, el gobierno está atado de pies y manos al capital financiero y no puede ni siquiera intentar desarmar la montaña de deuda del BCRA para fomentar la del Tesoro sin acicatear una corrida. Debe alimentar ambas “bolas de nieve” de endeudamiento a la vez, echando leña al fuego de una hipoteca insostenible donde cualquier crisis de pago puede derivar en una corrida bancaria.

Para contener la disparada de las cotizaciones paralelas del dólar, el BCRA ya vendió en lo que va de julio USD 638 millones. Es decir, el gobierno quiere “apagar el fuego con nafta” ya que busca contrarrestar la presión devaluatoria dilapidando las reservas, lo cual, a su turno, termina depreciando la moneda local. Al mismo tiempo, refuerza el cepo para amainar esta sangría, pero los anuncios de nuevas restricciones no hacen más acelerar la compra de dólares financieros, acentuando la brecha cambiaria, que ya alcanza el 135%. Sin mencionar los efectos recesivos de tales trabas, los cuales ya obligaron al gobierno a tener que habilitar el acceso a las divisas para la importación de autopartes. Ni qué decir del golpe de las reservas que significa el pago sistemático de la deuda externa usuraria; sin ir más lejos, este sábado se afrontarán compromisos por USD 638 millones, en concepto de intereses a los bonistas privados que reestructuraron su deuda en 2020.

Salir de este laberinto solo es posible bajo la creación de una banca única en manos de los trabajadores, en función de terminar con la fuga de capitales incesante y destinar el ahorro nacional en un ciclo de inversiones productivas inspiradas en el interés mayoritario.