Las terribles condiciones de trabajo en las Canteras del Quilpo, que produce la cal “El Milagro”, dejaron un trabajador muerto y 38 intoxicados.

Quienes habitamos la zona sufrimos cotidianamente por la dinamitación, que produce una nube de polvo que invade todo el pueblo. Quienes trabajan en las canteras tienen una corta expectativa de vida.

El 15 de noviembre, producto de la falta de oxígeno y un nivel elevadísimo de monóxido de carbono y azufre, decenas de trabajadores jóvenes quedaron intoxicados e inconscientes. Los operarios tuvieron que ser rescatados por sus propios compañeros, ya que a pesar de que se comunicaron con la policía y los bomberos, el rescate llegó dos horas después.

Los Bomberos Voluntarios informaron que las mediciones realizadas arrojaron en el interior del horno 700 ppm de monóxido de carbono. Mientras que a 80 metros daba más de 35 ppm (mide la concentración). El límite tolerable según la OMS es de 9 ppm.

Las emanaciones tóxicas persistieron aún cuando el horno llevaba inactivo una semana. Allí se quemaba carbón de coque, un derivado del petróleo que reemplaza a la leña. Su combustión emite monóxido de carbono, dióxido de carbono y dióxido de azufre que afectan la salud, las vías respiratorias y también tiene efectos sobre los cultivos. Según un especialista, el horno no explotó de casualidad.

Los trabajadores, que están de paro, responsabilizan al gerente Audisio, quien hacía oídos sordos a las advertencias. Denuncian también que el ingeniero Ponce obligaba a la gente de mantenimiento a soldar un horno en funcionamiento, meterse dentro de un hidratador con más de 70° de temperatura o realizar maniobras de 13.200 volts sin las mínimas condiciones de seguridad.

El gerente y el jefe de seguridad de la empresa fueron acusados en la Fiscalía de Instrucción de Cruz del Eje del delito de “homicidio culposo y lesiones culposas”, pero ambos están libres.

La precarización laboral mata.