Crece la mortalidad infantil

La ministra de Salud, Graciela Ocaña, reconoció que en 2007 creció la mortalidad infantil, según resultados preliminares de las estadísticas oficiales. Los datos son de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, las más ricas del país, patria de la patronal sojera y las 4×4. No es difícil imaginar los resultados que darán las más pobres.

Ocaña no precisó los índices y achacó la mayor mortalidad infantil al “invierno duro de 2007 y la falta de infraestructura hospitalaria suficiente para afrontar la epidemia de enfermedades respiratorias, entre ellas la bronquiolitis” (La Nación, 12/8). No explicó por qué los hospitales no alcanzan para atender a los chicos después de un quinquenio kirchnerista de superávit fiscal.

La ministra también dijo que las víctimas son los chicos más pobres. Al ser dado de alta “va a un hogar sin calefacción y sin alimentación adecuada y vuelve a las 48 horas peor de lo que se fue”. O sea que los chicos se enferman porque pasan hambre y frío y, cuando se enferman, se mueren por la misma razón. El gobierno de la redistribución de la riqueza no sólo aumentó la muerte materna (19% más en cinco años); también aumentó la mortalidad infantil.