Crisis industrial y ajustazo

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Estamos frente a un agravamiento del parate económico y la crisis industrial. Al derrumbe de un 6 por ciento de la industria en marzo, se le ha unido la caída del consumo en supermercados en el mismo período, lo que terminó de consolidar una baja en dicho rubro en el primer trimestre del año “por primera vez en los últimos cuatro años” (Cronista, 30/4).

La tentativa de contrarrestar esta crisis mediante el ajuste salarial queda bloqueada por la caída de la demanda, la suba de las tasas de interés y la crisis brasileña.

Choques y divisiones

Este derrumbe ha acentuado los choques de los industriales con el gobierno. En la reciente entrevista con Kicillof, la Unión Industrial denunció las tasas de interés usurarias, haciendo hincapié que la banca oficial cobra casi un 60 por ciento. Por lo pronto, el aumento de las tasas provocó una parálisis total del crédito. “En marzo, los bancos colocaron nuevos préstamos por apenas 10 millones de pesos, frente al promedio de 10.000 millones de pesos mensuales el año pasado” (La Nación, 5/5).

La crisis atraviesa al propio gabinete. Kicillof reclama a Fábregas reducir las tasas de interés, pero las primeras tentativas ya han traído como consecuencia una corrida hacia el dólar y un aumento del mercado paralelo. Fábregas, a diferencia de su antecesora, Marcó del Pont, ha sido efectivamente votado por el Senado, porque oficia de garante de las negociaciones con los acreedores internacionales.

La política oficial alimenta el encarecimiento del crédito. Los dólares que han entrado en el último mes, por la liquidación de la cosecha, han traído como consecuencia una gran emisión, que el gobierno contrarresta absorbiéndolas mediante emisión de letras. De lo contrario, esa liquidez iría hacia el dólar. El Banco Central retiró sólo 25.000 millones en abril. Este mecanismo se ha convertido en una bola de nieve. A los vencimientos de las letras emitidas en los meses anteriores -en mayo vencen 25.000 millones de pesos- se le unen los nuevos requerimientos. “El BCRA deberá emitir nuevas Lebac por 100.000 millones de pesos, de los cuales el 40 por ciento servirá para pagar los vencimientos de esas letras que se vayan produciendo en el año” (Cronista, 30/4). El primer y más grande beneficiario de esta operatoria son los propios bancos que, en la actualidad, como consecuencia del retraimiento del crédito, cuentan con una enorme liquidez disponible. Esto es lo que explica la suba espectacular que han experimentado las acciones de las entidades bancarias.

El parate industrial ha acentuado, asimismo, la división interna existente en las propias filas del empresariado. Mientras que un sector reclama una política intervencionista, otra fracción, liderada por las alimenticias, holgadamente superavitarias en sus transacciones con el exterior, es partidaria de poner un coto a las regulaciones comerciales. Las automotrices vienen fogoneando, por su parte, un nuevo acuerdo comercial con Brasil, que revierta, aunque sea en parte, el rojo en los intercambios entre ambos países, que en 2013 ha ascendido a 3.500 millones de dólares. Una esperanza bastante infundada, teniendo en cuenta el parate económico severo que sufre el país vecino. El cepo cambiario está jaqueando a varias industrias, que dependen de las importaciones, empezando por aquellas que son grandes armadurías. Un caso emblemático es el de la industria fueguina, en primer lugar, la electrónica, en la que el 75 por ciento de sus componentes son importados. Sólo en 2013, las importaciones han ascendido a la friolera 4.000 millones de dólares, lo cual se ha vuelto insostenible. La industria de esta provincia se encuentra al borde del colapso.

Perspectivas

La “paz cambiaria” ha tenido un precio muy caro sin que eso disipe las nubes negras que están en el horizonte. La pretensión del gobierno de que este período de calma obrara como un respiro para conseguir un financiamiento internacional, ha sido desmentida por los hechos. El capital exige un ajuste como condición de un nuevo reendeudamiento. Marchamos a un tarifazo mucho mayor en todos los servicios y en el transporte público, y una nueva devaluación que reduzca los salarios por debajo de la tasa de inflación. En estas condiciones, la ola de despidos y suspensiones revela, por parte de las patronales, el intento de imponer un ajuste en regla valiéndose de una política de recesión económica. El levantamiento del cepo cambiario, que está en debate en el gabinete, está supeditado al desenlace más general que adopte el proceso económico.

La devaluación de enero pasado, lejos de ser la estación terminal del ajustazo, es el punto de arranque del mismo, que supone un recorrido de tarifazos y crisis típicos de un rodrigazo, a lo que se une, ahora, una crisis industrial.

La comprensión del significado y alcance de este rodrigazo K-K, por parte del movimiento obrero es fundamental. Los trabajadores tenemos por delante un desafío mayúsculo, ya que se presenta la necesidad de combinar la defensa del salario y de las fuentes de trabajo y derrotar el ajustazo en curso.


Pablo Heller