Políticas
14/2/2024
Cristina ignora la reacción popular contra Milei
Un documento dirigido a la clase capitalista.
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Cristina Kirchner y Javier Milei.
Con la publicación de un texto de 33 páginas, bajo el título “Argentina en su tercera crisis de deuda”, Cristina Fernández de Kirchner difundió su “contrapunto” económico y político con el gobierno de Javier Milei, con eje en el problema del endeudamiento externo, el ingreso de divisas y la crítica hacia lo que califica como un fetiche neoliberal asociado al déficit fiscal. Un texto con poca profundidad, mucho relato y un recuerdo a los capitalistas de que con los gobierno peronistas siempre estuvieron mejor.
Lo más destacado no es lo que dice el texto sino lo que no dice. En sus extensas 33 páginas no se hace mención alguna ni crítica a la lucha contra el DNU y la Ley Ómnibus; tampoco se analiza la crisis política que derivó en la caída de la Ley Ómnibus, donde el kirchnerismo no jugó ningún papel activo; ni se hace mención al paro del 24 de enero (que Cristina intentó disuadir), ni al surgimiento de múltiples asambleas barriales; ni tampoco al protocolo represivo de Patricia Bullrich y el cercenamiento de las libertades democráticas. Cristina ignora, deliberadamente, la reacción popular contra Milei, y propone el debate en términos de qué tipo de capitalismo necesitan los capitalistas.
Cristina hace un repaso superficial de los principales acontecimientos económicos y políticos del país, particularmente desde el comienzo de la dictadura cívico-militar del 76, aunque con referencias constantes a periodos más lejanos, para concluir que “el principal problema de la economía argentina es (…) la escasez de dólares y (…) el endeudamiento compulsivo” en dólares.
En su texto, la expresidenta y exvicepresidenta busca polarizar con la política de reducción del déficit fiscal del actual gobierno –sin mencionar que el camino profundizado por Milei fue emprendido por el anterior gobierno del Frente de Todos y su superministro Sergio Massa-, señalando que los mejores periodos para la burguesía criolla fueron aquellos signados por el “desendeudamiento soberano” y las políticas intervencionistas.
El texto de Cristina no va dirigido a la población que sufre las consecuencias del ajuste en marcha, ni propone ningún camino de organización y acción para enfrentar a Milei. Tomado a fondo siquiera es un ataque al propio Milei. Sino que es una reivindicación de lo actuado para los capitalistas y un llamado de atención para preservar el andamiaje de negocios que el kirchnerismo y el peronismo supo construir.
Lo que Cristina rescata, en síntesis, es que las políticas recesivas y de contracción fiscal y monetaria y el plan de dolarización (con crítica a la convertibilidad de Cavallo) solo sirven para beneficiar a un puñado de especuladores internacionales, mientras que los capitalistas del campo, la burguesía nacional, la patria contratista e incluso las multinacionales que operan en el país han salido más beneficiadas por el intervencionismo estatal, el bimonetarismo, las devaluaciones y la asociación estratégica público-privada (como en YPF).
En su balance, Cristina ubica como el gran detonante de las últimas tres crisis del país al endeudamiento en moneda extranjera, la escasez de dólares –por lo cual termina justificando todo tipo de negocio y asociación con las grandes multinacionales- y la presencia e injerencia del FMI.
De allí que gran parte de su relato sea formular una supuesta oposición entre los gobiernos “neoliberales” del endeudamiento y los gobiernos nacionales y populares del desendeudamiento: algo que no soporta el mínimo archivo respecto a la evolución constante de la deuda pública durante los últimos 40 años de democracia. Durante el kirchnerismo se pagaron casi 200.000 millones de dólares de deuda y, a pesar de esto, Cristina dejó 240.665 millones de dólares de deuda al retirarse: 90.000 millones de dólares más que cuando asumió en 2007.
Cristina rescata como los últimos “mejores años” los de las década del 2002 al 2012, bajo el kirchnerismo, aunque luego lo restringe al periodo entre 2003 y 2008, cuando el país contó con condiciones internacionales excepcionales y la “recuperación económica” se dio de la mano de una fuerte precarización laboral y destrucción relativa de los ingresos populares.
Esta política implicó un fuerte enriquecimiento de las patronales, particularmente la burguesía nacional parasitaria y dependiente de las multinacionales y las concesiones del Estado, y la proliferación de formas precarias de contratación, empresas tercerizadas y contratos basura, que facilitaron el retroceso de los ingresos salariales y populares con la reversión de las tendencias internacionales y con el estallido de la crisis mundial.
Entre las víctimas de esta orientación los jubilados tuvieron una afectación destacada, con el vaciamiento de la Anses y la utilización del FGS para el pago de la deuda, lo que se tradujo en un deterioro permanente de las jubilaciones que Cristina, ahora, dice defender.
El relato de Cristina no encaja con el saldo del reciente gobierno del Frente de Todos, lo cual es “resuelto” con el argumento de “una mala administración de los dólares obtenidos”, sumado a la crítica de la última reestructuración de deuda. Cristina reconoce el deterioro salarial, previsional y en los ingresos populares, pero solo tiene para decir que su responsabilidad está limitada por su “oposición formal” –era la vicepresidente del país- y su defensa de las instituciones del Estado.
Esto deja al desnudo que el verdadero problema del país no es solo el ingreso o no de dólares, como propone la exmandataria, sino la orientación social que impone el uso de esos recursos para un lado u otro, e incluso la naturaleza y origen de su ingreso.
Entre diversas menciones, Cristina no deja pasar la oportunidad para mencionar la necesidad de un reordenamiento del sistema de salud –hoy dividido en diversas jurisdicciones y subsistemas-, algo que bajo el Frente de Todos mencionó ocasionalmente sin ninguna propuesta concreta y en medio de grandes negocios para las prepagas.Además de un llamativo elogio al Estado “socialista” de Israel, en medio de la continuidad de la masacre sionista sobre el pueblo palestino; o que “la crisis institucional y de representación política” produjo la muerte de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.
Un punto claro de consenso de Cristina con Javier Milei es el planteo de “un plan de actualización (reforma) laboral”, con modificación de los convenios colectivos de trabajo y la formalización de las últimas formas de precarización laboral. Algo que la clase capitalista reclama y que adelanta una eventual colaboración del peronismo y el kirchnerismo con el gobierno ajustador de Milei contra los trabajadores.
De conjunto, el texto de Cristina revela la intención de reubicarse en el escenario político como la oposición patronal al gobierno de Milei, con un planteo de defensa de los intereses capitalistas y ajuste sobre los trabajadores. Los trabajadores debemos organizarnos de forma independiente del kirchnerismo y la oposición patronal para derrotar esta ofensiva antiobrera e imponer una salida de los trabajadores.
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