Políticas

15/7/2019

Cristina Kirchner y los “buenos capitalistas”

En una reciente presentación de su libro Sinceramente en Santa Cruz, Cristina Fernández de Kirchner cuestionó al gobierno de Macri y lanzó una contundente aseveración: “En el fondo no son buenos capitalistas. Los buenos capitalistas quieren que la gente gane bien y tenga trabajo, porque si no, ¿quién corno compra las cosas de ellos? Estos se dicen capitalistas y no te podés comprar nada, no podés viajar, no te podés comprar ropa ni ir al supermercado. Yo soy mucho más capitalista que ellos. ¡Por favor! No me jodan, conmigo había capitalismo”.


Al igual que cuando aseguró que con su gobierno los empresarios “la levantaron en pala”, o cuando definió su gestión como propia de “pagadores seriales” de la deuda externa, Cristina trata de mostrar que los capitalistas tenían mejor garantizados sus negocios cuando gobernaba el kirchnerismo, adjudicando el derrumbe económico actual a las medidas del macrismo.


La afirmación de CFK forma parte de una disputa con el gobierno por el apoyo de los grandes empresarios. Es a lo que apuntó cuando renunció a la candidatura presidencial y puso a Alberto Fernández y a Sergio Massa a la cabeza de las listas, al tiempo que se dedica a asegurar que un eventual gobierno suyo no romperá con el FMI. En esta misma línea Alberto Fernández y sus economistas ya han expresado su intención de renegociar los plazos de la deuda externa para pagar cada dólar, y “congelar la distribución del ingreso” (en palabras de Álvarez Agis, ex viceministro de Economía de Kicillof).


Los “buenos capitalistas” de los que habla Cristina no existen. Al capital le preocupa su rentabilidad, no el consumo o las condiciones de vida de las masas. Sus propias contradicciones lo conducen inexorablemente a la bancarrota y a los choques entre los capitalistas y sus Estados, lo que genera profundas penurias para los trabajadores de todas las latitudes, cuya superación histórica solo puede venir de la mano de un gobierno obrero que reorganice la sociedad sobre nuevas bases. En oposición a ello, el planteo de los “buenos capitalistas” busca poner a los trabajadores a la rastra de éstos. En eso consiste el pacto social que promueve Cristina. La Alianza ya sembraba la falsa ilusión de un capitalismo “más humano” en contraste con el “capitalismo salvaje”, con el resultado por todos conocido.


Pero la falacia más grande es contraponer como dos capitalismos distintos el de Macri y el de los Kirchner. Ni siquiera cambiaron sustantivamente los capitalistas beneficiados: Mindlin, Techint, Grobocopatel y hasta las multinacionales como Chevron, Monsanto o la Barrick Gold. Estas patronales gozaron durante los gobiernos “nac&pop” del crecimiento de la precarización laboral, del dólar alto, los subsidios millonarios, las exenciones impositivas.


Entre el modelo “keynessiano” y el modelo “liberal” tampoco hay muros infranqueables en lo que respecta a la intervención del Estado: siempre es para rescatar a los capitalistas. Basta ver el ejemplo de Vaca Muerta (reivindicada por ambos), donde los subsidios a los pulpos petroleros han impulsado los negocios, mientras la flexibilización laboral y la tercerización ya se cobraron ocho vidas en un año y medio.


Los trabajadores no pueden comprar la estafa de que un gobierno de los Fernández implicaría el desarrollo de un “buen capitalismo” que traerá mejoras en su nivel de vida. Su gobierno, de hecho, terminó su gestión con un tercio de la población en la pobreza, una mayor precarización laboral, topes paritarios y la confiscación con el impuesto al salario (que Álvarez Agis promete perpetuar). Su compromiso de ir a una renegociación con el FMI trae bajo el brazo la aceptación del único condicionamiento público que ya formuló el directorio de esa entidad: el triplete de reforma laboral, jubilatoria y tributaria. Más aún, el reclamo de Alberto Fernández para que, en lugar de habilitar la fuga de dólares, el gobierno proceda a una devaluación de la moneda, define un rumbo que traerá más penurias a quienes viven de su trabajo.


En oposición a esta riña por quién defiende más los intereses de las patronales, el Frente de Izquierda se planta como la salida de los trabajadores. Contra los despidos y la reforma laboral, en defensa del salario y las jubilaciones, ¡que la crisis la paguen los capitalistas!