Políticas

10/7/2023

Cristina, la dirigencia política gobierna para los Eurnekian

Durante la inauguración del gasoducto, la vicepresidenta lanzó unas pequeñas diatribas contra Eduardo Eurnekian y los empresarios que operan en Argentina.

CFK y Eurnekian

En su discurso durante la inauguración del gasoducto, la vicepresidenta Cristina Kirchner lanzó unas pequeñas diatribas contra Eduardo Eurnekian y los empresarios que operan en Argentina. El dueño de Aeropuertos Argentina 2000, financista de Javier Milei y poseedor de importantes inversiones en Santa Cruz –la provincia que el kirchnerismo gobierna desde el regreso de la democracia-, dijo hace algunos días en la Cámara de Comercio que “la clase política es la responsable de nuestra realidad actual”.

CFK sostuvo: “A este empresario lo conozco  y aprecio, porque es un gran empresario, pero yo no sé qué les pasa a los empresarios cuando se juntan en esos seminarios que hacen entre ellos, hacen concursos para ver quien dice la boludez más grande”. Para Kirchner, Eurnekian, un ladrón del fisco involucrado en causas de corrupción y cuyo grupo económico se benefició gracias a las concesiones y los subsidios del Estado, es un gran empresario.

Asimismo, dijo que “el expresidente Mauricio Macri, que trajo al FMI, era uno de ustedes, los empresarios”, y cerró diciendo que “esto de generalizar y decir que los empresarios son lo mejor y los políticos son peor es un lugar que se agota en sí mismo”. CFK se olvidó de señalar que el Frente de Todos está aplicando el programa del FMI, llevando a los trabajadores a la degradación social. Y que desde su lugar en la dirección de la Anses, el kirchnerismo desenvuelve una política de confiscación de los haberes jubilatorios en beneficio del capital financiero internacional.

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Lo que ocultan tanto CFK como Eurnekián es que la “clase política” gobierna para los empresarios. Los problemas que tiene el país, a saber, la inflación, la creciente deuda externa, la fuga de capitales, la huelga de inversiones y el aumento de la pobreza y la indigencia, son el fruto, entre otras cosas, de la implementación de la agenda de la clase capitalista, que los políticos que le responden llevan adelante desde los lugares que ocupan en el Estado.

CFK “criticó” a Eurnekian en el mismo discurso en el que elogió a Sergio Massa, quien benefició al capital agrario con un dólar preferencial, es amigo íntimo de empresarios como Vila y Manzano (que compraron Edenor para cobrar los tarifazos) y le viene ofreciendo mayores ventajas económicas a las mineras que desfalcan el país mediante la subfacturación de exportaciones.

Cristina Kirchner, quien en sus “clases magistrales” suele desarrollar críticas hacia las patronales e incluso hacia el FMI, demostró en la práctica la validez del análisis que afirma que ella, al igual que personajes como Mauricio Macri, gobierna para la clase capitalista. Incluso superó al expresidente en materia de beneficiar a las patronales. Según un informe del Centro de Economía Política Argentina (Cepa), las 500 empresas más grandes de Argentina ganaron más bajo el mandato de CFK que durante la era Macri.

“La tasa de explotación que mide la rentabilidad empresaria con relación al salario de los trabajadores resultó superior durante el periodo de CFK que bajo el macrismo en la medida en que esas empresas obtuvieron una ganancia promedio anual por trabajador de 25.678 dólares mientras que, entre 2016-2019, la ganancia por trabajador cayó a los 19.274 dólares promedio”, dice ese informe (Tiempo Argentino, 12/10/22).

Bajo el kirchnerismo, el grupo Eurnekian se expandió en el extranjero y gracias a esto se dotó de una estructura similar, en varios aspectos, a la de muchas empresas transnacionales. Algo parecido ocurrió con Techint, la compañía que lidera Paolo Rocca. Techint, junto a Clarín y Madanes (familia que tiene un imperio offshore), la levantó en pala en ese periodo. Lo mismo hicieron grupos como Mastellone, Arcor, Vicentín, los que pertenecen a Roggio, Ledesma o Pescarmona.

El kirchnerismo le garantizó ganancias extraordinarias a los pulpos capitalistas. A muchos de ellos les entregó subsidios a mansalva y bajo su gobierno surgió una burguesía nacional apalancada por las dádivas del Estado, como lo demuestra la existencia de Lázaro Báez.

De este festival de subsidios también participaron los contratistas de la obra pública del Estado, los concesionarios del transporte público y las empresas energéticas. Conglomerados como Caputo, ODS (Calcaterra) IRSA, Pampa Energía e Indalo (Cristóbal López) fueron grandes beneficiarios de la política K. Se trató de una “década ganada” para los empresarios ligados al oficialismo y también al macrismo.

Por otro lado, Eurnekian y el gobierno de Néstor Kirchner cerraron en 2006 un acuerdo que le permitía al Estado quedarse con por lo menos el 35% de la participación accionaria del concesionario (La Nación, 6/3/07).

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Las relaciones entre el kirchnerismo y el dueño de Corporación América continuaron en el tiempo; en 2021, Compañía General de Combustibles (CGC), una empresa del grupo Eurnekian, logró renovar 15 concesiones de explotación de las áreas ubicadas en la Cuenca del Golfo San Jorge, en el feudo K de Santa Cruz. Los Kirchner mantuvieron la concesión de Aeropuertos 2000 en manos de Eurnekian; Macri extendió esa concesión hasta 2038.

La otra cara de este enriquecimiento de Eurnekian y del resto de la burguesía fue el incremento de la pobreza, la precarización laboral, la deuda externa y el robo de los recursos del Estado. Cristina dejó el gobierno con un tercio de la fuerza de trabajo en negro, un 30% de pobreza y una deuda pública de 240 mil millones de dólares, de la cual la clase capitalista nativa es acreedora.

El gobierno kirchnerista actual profundizó el ajuste que aplicó Mauricio Macri y produjo que la pobreza envuelva a casi el 50% de la población. Bajo el gobierno del Frente de Todos, los principales exponentes de la burguesía nacional continuaron enriqueciéndose. El problema de todo esto reside en el carácter de clase del Estado, cuyos resortes están puestos al servicio de la acumulación de capital –por parte de una minoría social-, que en última instancia es un producto de la explotación de la clase obrera.

Por eso la campaña de Gabriel Solano y el Frente de Izquierda plantea la necesidad de castigar a los políticos capitalistas con un voto a la izquierda que se planta, cuyo programa de gobierno parte de romper con el FMI y recomponer los salarios desde el primer día. Es la única lista que lucha por una Argentina para sus trabajadores, que son los que producen la riqueza del país, y no para los parásitos capitalistas que piden ajuste pero viven de negociados con el Estado.

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