Políticas
18/11/2022
Cristina y su “amnesia” noventista
Un hilo conductor, de ajuste, entre el menemismo y la actualidad.
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Néstor Kirchner, Carlos Menem y Cristina Kirchner.
La vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner dedicó parte de su discurso en el acto del pasado jueves 17 en La Plata para intentar diferenciarse del espacio derechista que conduce Javier Milei, polemizando con las reivindicaciones al menemismo y a la gestión del exministro menemista Domingo Cavallo y señalando que el kirchnerismo es lo “único nuevo” en política. Se trata de un intento de borrar las huellas del pasado y la actualidad kirchnerista, con elogios a los liberales y mucho de lo viejo en lo “nuevo”.
Cristina parte de considerar un punto de inflexión en el 2001, como si se tratara de un borrón y cuenta nueva o de dos políticas antagónicas y no complementarias, manifestando que “acá lo único nuevo que hay somos nosotros, el cambio, los que cambiamos la Argentina después de la crisis del 2001”.
El kirchnerismo hunde sus orígenes en los noventa menemistas, con la privatización de YPF –con giro de 1.200 millones de dólares al exterior- y el traspaso de la propiedad del subsuelo a las provincias, el apoyo al negocio de las AFJP y la entrega del Banco de Santa Cruz como alguno de sus principales hitos privatistas.
Cavallistas fueron todos
“Dicen que tenemos que volver a la década del 90, otra fuerza política muy novedosa, no tan novedosa porque dice que el gobierno de los 90 fue el mejor de la historia, y el ministro de la convertibilidad el mejor de la historia”, manifestó Cristina.
Durante los noventa Cristina tuvo varias ocasiones y situaciones de elogio al exministro de Economía menemista, Domingo Cavallo, a quien llegó a definir como el “cuadro más lúcido que ha generado el capital en la Argentina” y hasta exculparlo de toda responsabilidad negativa en el gobierno de Carlos Menem.
Otro cavallista de origen es el propio presidente Alberto Fernández, quien supo ser funcionario del exministro de Menem y que asumiría en el año 2000 como legislador porteño dentro de la lista liberal encabezada por Cavallo.
Un hilo conductor
La arenga antagónica con las políticas de los 90, de las cuales el matrimonio Kirchner fue participe, es una de las mayores estafas del último tiempo: la política de reconstrucción de la burguesía nacional emprendida por Néstor Kirchner en 2003 supo ser una medida de rescate al capital privado luego de la salida de la convertibilidad.
La nacionalización de Aguas Argentinas implicó la salida airosa del Grupo Suez, con casi nula inversión en el servicio; la estatización de Aerolíneas Argentinas, con la cómoda salida del grupo Marsans, tras años de desinversión y con balances truchos; la nacionalización de las quebradas AFJP, con tenencias por los pisos y tras 15 años de acumular ganancias y eludiendo el pago del sistema de capitalización comprometido; e, incluso, la propia nacionalización parcial de YPF, con una suntuosa indemnización al Grupo Repsol, subordinandola al capital internacional privado.
De la mano de la estatización paga de todos los negocios convertidos en poco redituables, el kirchnerismo convino el rescate de otro sector de las privatizadas de los 90: las patronales parasitarias al frente de las concesiones privadas. Esto a partir de los crecientes subsidios a los capitalistas del transporte, distribuidoras y productoras energéticas, que incluso llevaron al asesinato de Mariano Ferreyra como extremo para defender el negocio privado entre el Estado, la burocracia sindical y los capitalistas.
No son lo nuevo
El kirchnerismo de “nuevo” no tiene nada, sino que es el plato refrito del nacionalismo burgués decadente que se encuentra sometido a la égida del capital financiero y el FMI, con un personal político reclutado en las filas del liberalismo más ortodoxo.
Tampoco el liberfacho de Javier Milei, quien explota el desgaste y la crisis de las principales coaliciones patronales pero repitiendo el recetario de medidas de ajuste de los 90 y de liberalismo económico.
La única fuerza política que se propone un nuevo camino para el país es la izquierda, y este fue el mensaje del reciente y masivo acto del Partido Obrero en la Plaza de Mayo, para poner en pie un movimiento popular con banderas socialista que barra con los políticos capitalistas y de curso a un gobierno de trabajadores.
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