Políticas

4/8/2005|911

Cromañón, del dictamen al enKubrimiento

El dictamen que acaba de dar a conocer la Comisión Investigadora de la Legislatura porteña relata el proceso de desmantelamiento de la estructura de “inspecciones y habilitaciones” entre los años 2002 y 2004. Ibarra destituyó a la vieja clique de inspectores ligados al aparato radical y conformó un sistema que el dictamen califica como “la centralización de la recaudación” (sic). En la jerga de las reparticiones, el esquema fue bautizado como “handymanía”: el inspector ingresaba —o clausuraba un negocio— sólo cuando recibía la orden por radio. El progresismo armó así su propia “caja”. El dictamen documenta la “cooperación” entre el gobierno y Cedeba, la Cámara de propietarios de grandes boliches, cuyo presidente explotaba ilegalmente una discoteca en los bosques de Palermo. La red de habilitaciones ilegales salpica también al kirchnerismo. Es el caso del nuevo estadio de Argentinos Juniors, cuya reinauguración —en pésimas condiciones de seguridad— fue directamente “ordenada por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández”. El relato de los episodios inmediatamente posteriores a Cromañón da cuenta del desmantelamiento del sistema hospitalario de la Ciudad, de sus dispositivos de emergencia y del maltrato y la desidia con que el Estado afronta la muerte de las familias trabajadoras, retratado en el desquicio de las morgues y cementerios públicos.


Una política de Estado


A la hora de sus conclusiones, el dictamen atribuye Cromañón a la “ausencia u omisión de poder de policía”, cuando es claro que lo que sobraba era eso. No surge de los testimonios una “falta de gestión”, sino una gestión capitalista. Durante el período en que se modificó el sistema de ‘inspecciones’, los funcionarios de Ibarra pregonaban la necesidad de “flexibilizar los controles”, de “liberar a los emprendedores de las exigencias burocráticas” y la necesidad del “autocontrol empresarial”. Esta orientación convierte a la Ciudad en una gigantesca “zona franca”, sin convenios laborales, sin controles ni seguridad para los trabajadores y para la población. La crítica a la tesis de la “falta de poder de policía” mereció un dictamen en disidencia del diputado Tomás Devoto (MPL, interbloque de izquierda), aunque sólo para proponer la “participación directa del pueblo en la gestión pública” (la Ley de Comunas). Pero la gestión de la vida social por parte de los trabajadores plantea una lucha integral contra el “Estado de Cromañón”, la abolición del secreto comercial de los monopolios capitalistas y el control obrero, con poder de veto sobre las condiciones de seguridad y salud en los lugares de trabajo y en el conjunto de la vida de la Ciudad. El “poder de policía” del Estado de los monopolios capitalistas debe ser reemplazado por el “poder de policía” de aquellos que intervienen directamente en la producción de esa vida social, es decir, los trabajadores.


Operación de encubrimiento


Aunque el dictamen retrata la asociación ilícita entre Ibarra y los capitalistas, lo acusa por “incumplimiento de los deberes de funcionario público”, la “imputación más moderada” (Página/12, 30/7). Aun con estos límites, los partidos del régimen se aprestan a desconocer el dictamen de la Comisión, y a dilatar su progreso legislativo. Por lo pronto, el dictamen será girado a una “Sala Acusadora”, que formará otra comisión investigadora con facultades para revisar el pedido de juicio político. Alberto Fernández anticipó el voto contrario de los legisladores del kirchnerismo. El gobierno K prepara “un relanzamiento del gobierno de Ibarra para darle gobernabilidad entre 2005 y 2007”. En función de ello, “se descartó la idea de forzar la renuncia del jefe de Gobierno. (…) la Casa Rosada le ofrecería a Ibarra apoyo del bloque de legisladores porteños del Frente para la Victoria a cambio de representación significativa en los ministerios” (La Nación, 18/7). Carrió y Macri también se pronunciaron por una postergación (del proceso de juicio político) para después del 23 de octubre. En manos de los partidos del régimen, la causa de Cromañón es una moneda de cambio en la lucha por la inmensa “caja” de la Ciudad.