Políticas

1/11/2014

De Atlanta a Platense


La nueva convocatoria del “Encuentro Sindical Combativo”,  que se había reunido en Atlanta en abril pasado, juntó a unas 800 personas en el club Platense. La reunión no contó esta vez ni con el PTS ni con el MAS. Además de Izquierda Socialista y de la seccional ferroviaria que dirige el Pollo Sobrero, la concurrencia fue aportada por los agrupamientos de Rompiendo Cadenas, el ´Comunismo Revolucionario, el Prml,  la corriente nacional de la Darío Santillán y los filo k de Patria Grande. La presencia del Soem jujeño, que había sido importante en el encuentro de Atlanta, sólo aportó ahora una decena de municipales acompañando al “Perro”, junto con la Corriente 1º de Mayo. También fueron de la partida delegados y activistas de Lear y Emfer-Tatsa. Como se ve, y más allá de que los participantes fueran presentados de acuerdo a su representación gremial, casi todos ellos forman parte de corrientes político-sindicales definidas, relacionadas con el centroizquierda e incluso con vínculos con el kirchnerismo, como Patria Grande. La reiterada pretensión de que el encuentro “es una convocatoria de tipo sindical, no política” (IS, 8/10) es un taparrabos de esa filiación, cuyo denominador común es la hostilidad hacia el Frente de Izquierda. 


 


El Encuentro  abundó en alusiones a las luchas de la última etapa, pero no se detuvo en hacer un balance de su desarrollo y resultados.  Ese balance hubiera obligado a una delimitación política, que sus convocantes buscaron evitar de cualquier forma. Por caso, la lucha de Emfer soportó en su etapa culminante la presión paralizante del kirchnerismo, ra evitar que la fábrica adoptara un rumbo independiente por la expulsión de los Cirigliano, su estatización y reactivación. Es lo que planteaba el proyecto que redactaron los diputados del FIT, y que propusimos como punto de apoyo para una intensa campaña política.  


 


 


La “tregua” y la transición política


 


Las resoluciones de la reunión fueron un compendio de las reivindicaciones actuales, como el reclamo de un bono, el aumento de salarios o la exigencia de un paro nacional. Pero no le dedicó una línea a caracterizar el cuadro político que envuelve a estos reclamos, ni las razones de fondo para la tregua prolongada de la burocracia sindical. Es claro que Moyano, Barrionuevo o Caló están realizando sus propios ´encuentros´, cuyos fines políticos, en su caso, no ocultan. La burocracia sindical está anudando vínculos con los Scioli, Massa, Macri o Binner, y candidateándose como garante de una futura ´paz social´ que asegure el traslado de la crisis a los trabajadores. Un encuentro obrero no debería soslayar, bajo ningún concepto, cuál será la ubicación de los luchadores en el medio de esa transición política. En algunas comisiones de “Platense” hubo planteos a favor del apoyo al FIT, que fueron desestimados por los convocantes. La resolución final evitó cualquier alusión a la independencia política de los trabajadores. 


 


Pero el encuentro “puramente sindical” tampoco  fijó tareas propias ante las cuestiones sindicales o reivindicativas más urgentes, como hubiera sido, por ejemplo, una intensa campaña para preparar las ocupaciones de fábrica frente al agravamiento de las suspensiones o despidos. Este es un planteo de frente único real, más allá de las alusiones a ´coordinar´ o ´apoyar a los que luchan. Desde ya, Platense gambeteó cualquier definición sobre las próximas elecciones de la CTA Yasky, donde varias de las corrientes presentes son parte de listas opositoras y otras han optado por la abstención. El planteo de “dejar de lado lo que nos separa”, largamente repetido durante el sábado,  sirve de excusa para el inmovilismo, incluso en la lucha –tan declamada- por la recuperación de los sindicatos.    


 


En ese cuadro, la única resolución efectiva de Platense ha sido el apoyo al paro de la CTA Micheli del 20 de noviembre. Es lo que había sucedido en Atlanta, cuyo eje fue impulsar al paro que habían convocado entonces Moyano y Barrionuevo. Superado ese episodio, las otras iniciativas de “coordinación regional” fracasaron. Los encuentros prácticos y “no políticos” no pudieron sobrepasar, en el plano práctico, el cerco de la burocracia sindical, tan vituperada en la tarde de Platense. 


 


En su discurso de cierre, el pollo Sobrero llamó a colocar “los intereses de la clase por encima de cualquier partido, por importante que sea”. La alusión a ´cualquier partido´, y no a los partidos capitalistas, sustituye al clasismo por el independientismo, que es hostil a agrupar a los luchadores en el programa y la estrategia del gobierno de trabajadores, y que los termina entregando a la manipulación de los politiqueros patronales de turno. Semejante orientación, en el país donde el Frente de Izquierda obtuvo 1.300.000 votos y desplegó toda una influencia sobre los activistas de fábrica, comporta un monumental retroceso político. Sobrero rechazó a los partidos en Atlanta, pero llevó a Hermes Binner y a Stolbitzer a recorrer el ferrocarril Sarmiento. 


 


 


Ausentes 


 


La confusión política de “platense” sólo puede ser comparada con la de quienes, después de haber formado parte de Atlanta, decidieron bajarse del carro. Para el PTS, por ejemplo, “Atlanta era adecuado en su momento para que las corrientes claramente clasistas, que defendemos el FIT, aumentemos nuestra influencia política por sobre las corrientes enemigas de la independencia de clase, golpeando juntos pero marchando separados” (8.10, LVO). Pero para ´golpear juntos´, lo primero es establecer una delimitación política clara, y partir de allí, convocar al frente único en la claridad de las divergencias y, luego, de los posibles compromisos. Eso fue lo que planteó el PO, al proponer que el encuentro sindical fuera convocado por el Frente de Izquierda. El PTS fue partícipe de lo contrario, o sea, de promover un encuentro en la confusión política, y luego, sí, lanzarse a “aumentar la influencia sobre las corrientes enemigas” (sic), o sea, a reemplazar la clarificación y el frente único por el faccionalismo. 


 


En cambio, ahora rechazaron Platense porque implicaría  “retroceder de lo que conquistamos el 1º de mayo”, o sea, una convocatoria político -sindical. Pero mucho antes del primero de Mayo (y también de Atlanta) existía el Frente de Izquierda, y su incuestionable autoridad para convocar a los activistas. Las palabras de los dirigentes del PTS después de la pasada elección de octubre, señalando que “en las fábricas los luchadores se referencian por el FIT” fueron rápidamente reemplazadas por un acuerdo con corrientes adversarias al Frente de Izquierda, y con quienes siquiera se tomaron el trabajo de clarificar las divergencias. El PTS deja “Atlanta” en el camino a Platense, sin hacer el menor balance sobre las consecuencias de su política. Lo mismo ha ocurrido con el MAS. 


 


 


Balance 


 


El desteñido encuentro de Platense muestra la completa impasse de quienes emprendieron la aventura de una “coordinación en las luchas” que encubría, por un lado, la sustitución del frente único de los activistas por el faccionalismo y la autoproclamación, y, por el otro,  el seguidismo a la burocracia y la disolución en corrientes antagónicas a la independencia obrera. Nosotros, por el contrario, decidimos partir de la conquista política que ha significado el FIT y dirigirnos a los activistas y luchadores con un programa y un planteamiento político definidos, para unir a la izquierda y a los luchadores en una estrategia política común. Es lo que debatiremos el sábado 8 en el Luna.