Políticas

26/5/2022|1645

De Larreta a Bullrich, pasando por Carrió: una agenda de guerra contra los trabajadores

Dirigentes de Juntos por el Cambio

Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, los voceros de las dos alas de PRO, hicieron declaraciones en clave electoral. El primero declaró que de llegar a la presidencia impulsaría una reforma laboral y previsional, mientras la exministra de Macri afirmó la necesidad de un “cambio drástico en el Estado”.

Interpelando a la población que sufre porque “no se genera trabajo, no hay laburo estable, privado”, Larreta sostuvo en una entrevista radial que “hay que replantear el sistema laboral” y reconocer que se trabaja en “horarios más flexibles”, ya que todo el problema sería que “tomar un trabajador cuesta una fortuna”. Empalma con el proyecto de reforma impositiva difundido por Elisa Carrió, que incluye el desmantelamiento de los aportes patronales a la seguridad social. Por eso, el alcalde porteño aclara que “para que el equilibrio fiscal sea sostenible en el tiempo hay que replantear el sistema jubilatorio”.

Pero el llamado costo laboral está cayendo en picada y los empresarios no invierten un peso en crear puestos de trabajo, por lo que el efecto inmediato solo sería legalizar la precarización laboral y tensar hacia abajo las conquistas plasmadas en los convenios colectivos. Larreta está implementando la reforma laboral en la Ciudad modificando el estatuto docente y mandando a los estudiantes secundarios como mano de obra gratuita para call centers y hasta fábricas de sándwiches.

Además, la intención de liquidar el sistema previsional delata que pretenden meter la mano en la caja de la Anses, confesando que más que un gasto los jubilados son destacados financistas del Estado. Con todo, lo que Larreta no aclara es, ¿cuánto más le pueden sacar a los adultos mayores cuando dos de cada tres cobra haberes de indigencia? Finalmente, Alberto y Cristina desindexaron la movilidad jubilatoria de la inflación y siguieron contrayendo el “gasto previsional”.

Por su parte, Bullrich enfatizó que “hay que encarar un cambio drástico del Estado” adjudicando falazmente a los salarios de los estatales un déficit fiscal que en realidad retrata el parasitismo de los capitalistas, como experimentó el gobierno que ella integró cuando fracasó en el intento de eliminar subsidios, dolarizando las tarifas y hasta reeditó el Plan Gas de Kicillof con un precio descomunal que multiplicó las subvenciones energéticas; por no hablar de la usura de las Lebac y las Leliq pagando a los bancos tasas del 86%.

Hoja de ruta y divisiones

El carácter antipopular de esta hoja de ruta aviva los debates sobre cómo efectivizarla, incluso dentro de la coalición opositora.

Larreta reivindica la reforma flexibilizadora de Toyota, que fuera tan festejada por Alberto Fernández. Esta coincidencia con el Presidente es una suerte de lección aprendida tras la reacción popular contra la reforma previsional de diciembre de 2017, que también enterró el intento de sancionar una ley de reforma laboral. Lo que rescata del caso de la automotriz es el modelo (del actual oficialismo) de barrer con los convenios colectivos uno a uno, y que contó con el apoyo directo de la conducción del Smata. Si el jefe de Gobierno aspira a armar una fuerza de gobierno con una pata peronista en una “coalición del 70% del espectro político”, es precisamente porque valoriza el rol de contención que encarnan el PJ y la burocracia sindical para viabilizar esta agenda.

En cambio, la autocrítica que encarna Bullrich a la experiencia fracasada del macrismo parte de balancear -junto con el propio Macri- que el error fue adoptar una política de ajuste “gradual” en lugar de una de “shock”. Así, destacó que “concuerda” con las “ideas” de Milei y agitó la necesidad de una “rebelión” contra “el populismo”; un tiro por elevación a la variante de Larreta con el peronismo no kirchnerista y un nuevo guiño para dejarle la puerta abierta al libertario. La interna oficial no es la única que se desenvuelve a plena luz del día.

Lo notorio es que ambas patas del PRO intentan mostrarse como una superación del fallido mandato de Cambiemos, pero las contradicciones que lo hicieron naufragar siguen presentes. Los empresarios que más reclamaban un acuerdo con el Fondo y una baja inmediata del déficit fiscal pasaron a protagonizar protestas porque no quieren pagar ellos la factura con mayor presión impositiva ni quita de sus subsidios. El próximo presidente se topará con el mismo dilema. Por eso insisten en preparar las condiciones para pasar toda la factura a la población trabajadora.

El planteo de la izquierda

La interna del PRO revela una disyuntiva que cruza a la burguesía, que se debate en cómo avanzar en una reorganización económica a costa de las conquistas populares, luego de que a Macri siguiera otra experiencia fallida con el Frente de Todos. La superación de la decadencia nacional requiere de la superación de la clase social que nos trajo hasta este círculo vicioso de ajuste y quebranto. La tarea de la izquierda revolucionaria es ofrecer a los trabajadores una salida que contraste con el fracaso del gobierno y de la oposición derechista.