Políticas

22/7/2024

Debutan las LeFi, siguen las tensiones cambiarias

Persiste la crisis de reservas por la fuga de capitales y el pago de la deuda.

Milei en el programa de Fantino.

El gobierno finalmente inauguró las LeFi (Letra Fiscal de Liquidez) con el objetivo de reducir el pasivo remunerado del Banco Central, en función de terminar con esa fuente de emisión monetaria y subir la tasa de referencia. Piensa que de esta forma va a revertir las tensiones sobre el tipo de cambio, cuando las mismas hunden su origen en la crisis de reservas.

Así las cosas, el Banco Central canjeó bonos del Tesoro que tenía en su poder por $20 billones de esta nueva letra. Al mismo tiempo, canceló su stock de Pases (que ascendía a $11,7 billones) con el objetivo de que los bancos utilicen esos pesos para comprar LeFi. Como pasarían a ser acreedores del Tesoro, es este el encargado de pagar los intereses de dicha letra, a una tasa equivalente a la de referencia, que por el momento reporta 40% anual. Con la salvedad de que la LeFi no tributa Ingresos Brutos en CABA, a diferencia de los Pases y las Leliqs.

La finalidad de esta operatoria es que el BCRA no tenga que emitir más pesos para cancelar los intereses de sus letras, y, a su vez, que recobre cierta libertad para subir la tasa de referencia sin que eso signifique incrementar su pasivo remunerado. Lo cierto es que la impresión de billetes por ese motivo junto con el menor rendimiento de los plazos fijos tras la disminución de la tasa de interés colaboraron en la suba de los dólares financieros. En la misma línea, el oficialismo se aprestó a comprar el 80% de los puts (seguros de liquidez) que estaban en manos de los bancos para desactivar esa otra fuente de emisión futura. Finalmente, achicar la brecha cambiaria es prioritario para el gobierno, por los efectos que esta puede producir sobre la inflación.

Con este pasaje a LeFi los bancos quedarán más expuestos a la capacidad de pago del Tesoro, al punto que el gobierno resolvió que no cuenten en el límite que tienen establecido para invertir en títulos públicos, fijado justamente para que en caso de default no vuelvan a cobrarle la factura a los ahorristas como en el 2001, o incluso antes con el “plan Bonex” de Menem. El reaseguro ofrecido es que los bancos podrán vender en cualquier momento esas letras al Banco Central -que se las pagará a valor técnico, no de mercado, incluyendo los intereses capitalizados-, lo cual a fin de cuentas vuelve a dejar planteada la posibilidad de una venta masiva y el consecuente vuelco de billonadas de pesos a la circulación, con una obvia corrida al dólar.

A su vez, todo indica que, al liberarse de su pasivo, el BCRA comenzará a subir la tasa de referencia, agravando la carga financiera de las LeFi (que se rigen con esa tasa) sobre el Tesoro. Este, con tal de afrontar esos costos usurarios en beneficio de la banca, apelará a un mayor ajuste sobre el gasto público; léase jubilaciones, asistencia social, salud y educación.

Sin embargo, nada indica que este andamiaje vaya a atenuar la brecha cambiaria y evitar una devaluación. El trasfondo de estos desequilibrios es la escasez de divisas, que el gobierno, lejos de subsanar, agrava interviniendo en el mercado de cambios paralelo. Frente a la dificultad de afrontar los abultados vencimientos de deuda externa que asoman en 2025, Caputo decidió trasladar parte de las reservas de oro del BCRA a Inglaterra para ofrecerlas como garantía de un nuevo préstamo en dólares solicitado al Banco de Basilea; exponiéndolas al peligro de ser embargadas. Tan lejos llega la desesperación de LLA en este punto, que el ministro de de Economía deposita la esperanza de acumular reservas en que la clase media, frente al deterioro de sus ingresos, se vea obligada a vender sus ahorros en dólares para pagar impuestos.

A esto se suma la compra de U$S 1.528 millones por parte del Tesoro que serán reservados para el pago de intereses de bonos Globales y Bonares que vencen en enero 2025. Esas compras al servicio del pago de la deuda externa, si se quiere mantener el déficit 0, se realizarán a costa de recrudecer el ajuste sobre el pueblo, lo cual habrá que ver hasta que punto es viable. Esa incertidumbre está detrás de la reticencia del FMI a desembolsar un nuevo crédito.

La hoja de ruta del gobierno consiste en ajustar sin límite a las mayorías en pos cuidar el bolsillo de la banca y el de los acreedores internacionales. También en reeditar el espiral sin salida de endeudarse en moneda extranjera (a tasas ultrausurarias debido al elevado riesgo país) para pagar vieja deuda; perjudicar a los pequeños ahorristas por distintas vías y dilapidar dólares de las reservas para financiar la corrida cambiaria.

Opongámosle a este camino que nos lleva directo al precipicio, uno que le ponga fin al saqueo capitalista y priorice las necesidades sociales. Eso implica desconocer la deuda externa, romper con el FMI y crear una banca única bajo control obrero; pilares fundamentales de una salida capitaneada por los trabajadores.

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