Políticas

24/2/1994|412

Defensa y crítica del Frente de Izquierda Socialista

Para intervenir en las próximas elecciones constituyentes se formó un frente entre el Mas, el Mst y el Partido Obrero, que se ha convenido en denominar Frente de Izquierda Socialista-FIS.


La presencia del FIS tiene un alcance nacional, pues habrá de participar electoralmente en dieciseis distritos, los cuales incluyen no solamente a los más importantes en número sino también a aquellos que se han destacado por las movilizaciones populares que se protagonizaron en los últimos meses. Nos referimos, claro, a las provincias de Santiago del Estero, La Rioja y Catamarca. En el caso de Santa Cruz, donde el Partido Obrero interviene en un frente con las direcciones sindicales y populares combativas de la provincia, el frente de izquierda es la única fuerza que habrá de presentarse fuera del justicialismo y del alfonsinismo.


La formación del FIS ofrece la oportunidad  de librar una lucha de un alcance mayor al que hubiera podido acceder cada fuerza por separado, contra el gobierno entreguista y anti-obrero y contra el pacto Menem-Alfonsín, y la oportunidad de desarrollar a fondo la delimitación política y la denuncia del Frente Grande, que se presenta a los comicios con un programa clerical, distraccionista y antidemocrático.


Es esta posibilidad  la que destaca  el Partido Obrero en su valoración del FIS. Por esto llamamos a los trabajadores a reforzar la campaña del FIS, mediante la denuncia de los lazos que en todas las fábricas, fincas y oficinas unen a los grandes capitalistas con el gobierno; documentando las características incorregiblemente antiobreras del régimen político actual; despertando al conjunto de los trabajadores a la conciencia de esta intolerable situación; e impulsando las reivindicaciones más sentidas de los explotados, para darle a la lucha de los trabajadores un carácter de conjunto y una forma política definida y directa, que permita acabar con este gobierno anti-obrero y hacer realidad la consigna Fuera Menem-Cavallo.


El Partido Obrero entiende su participación en las elecciones constituyentes como un medio para impulsar las reivindicaciones de los explotados contra el régimen capitalista y su Estado, y para desarrollar las tendencias de las masas hacia una acción directa y colectiva para la satisfacción de esas reivindicaciones. La tribuna electoral, y eventualmente la del parlamento constitucional, será utilizada abiertamente y francamente en esa dirección.


Limitaciones


El FIS enfrenta, sin embargo, estas elecciones constitucionales, y en general a la actual situación política, con enormes limitaciones. Su formación ha seguido una metodología crudamente oportunista, ya que tuvo exclusivamente en cuenta el reparto de las candidaturas y la distribución del dinero que otorga el Estado según la cantidad de votos obtenidos. La determinación de la orientación política del frente tuvo un carácter secundario y de pura forma; se puede decir, sin la menor posibilidad de error, que el FIS carece de un planteo político común. El Partido Obrero se vió obligado a aceptar el Frente con estas características porque fue colocado ante un hecho consumado, y porque era el último recurso para evitar la completa atomización de la izquierda en las elecciones del 10 de abril.


El crudo oportunismo al que hacemos referencia se manifiesta en que el FIS es integralmente la criatura de un acuerdo por separado entre el Mst y el Mas (otro pacto, al fin), que tiene por “pilares” la cesión de la primera candidatura por la provincia de Buenos Aires al Mas (la segunda al Mst) y un reparto del dinero que entrega el Estado que beneficia en particular al Mst. En esto consistió el contenido del “ultimátum” al que Prensa Obrera se refirió en su anterior edición.


Con antelación a este acuerdo por separado, la dirección del Mas tenía previsto llamar a votar en blanco, una posición que resolvió modificar cuando fue “tentada” con el ofrecimiento de  la principal candidatura “frentista”, por parte del Mst. El Mst había roto a su vez el FIT, que se formara para las pasadas elecciones del 3 de octubre, cuando intentó llegar a un acuerdo con el Frente Grande, incluso después que los diputados de éste votaran a favor de la intervención a Santiago del Estero.


(Para el pasado 3 de octubre, el Mst frustró una alianza con el Mas al poner como condición que el primer candidato debía ser Luis Zamora; ahora puso como condición que lo fuera el designado por el Mas a cambio de las concesiones de éste. Lo que nunca parece ocurrirsele es hacer un frente basado en el debate político y sin condicionamientos previos).


Este carácter oportunista del FIS (que el Partido Obrero integra como un último recurso contra la atomización de la campaña de la izquierda contra el pacto Menem-Alfonsín y el contrabando del Frente Grande y de la burocracia del CTA); este carácter le ha impreso al FIS limitaciones enormes desde el inicio, como se manifiesta en el hecho de que aún no se haya dado a conocer oficialmente y en la negativa del Mas y del Mst a realizar un acto de lanzamiento de campaña y a programar actos conjnuntos, frentistas, en el curso de la campaña electoral. El FIS se limita, para el Mas y el Mst, a hacer las veces de una “cooperativa electoral”, cuya suma de votos permita consagrar dos diputados constituyentes nacionales y provinciales por Buenos Aires (para ello el FIS debería pasar de los 140.000 votos que obtuvieron el FIT y el Mas el 3 de octubre a los 240.000 que corresponden al mínimo del 3% del padrón electoral que exige la ley).


Estas limitaciones del Frente, tal como fue constituído, son insalvables; frente a ello los militantes revolucionarios y de izquierda deben sacar sus propias conclusiones. Pero lo que sí se pueden superar son las limitaciones que el FIS le impone a la campaña electoral constituyente, para lo cual es necesario imprimirle a ésta un carácter nítidamente socialista y revolucionario y, por sobre todo, interesar en estos planteos a la mayor cantidad de activistas y de obreros, particularmente. La campaña electoral debe denunciar el carácter brutalmente antidemocrático del Pacto Menem-Alfonsín (reelección y legitimación de decretos de necesidad y urgencia); debe denunciar la conspiración en marcha para introducir otras “reformas” impulsadas por el clero (contra el derecho al aborto, educación confesional) y los grandes pulpos (darle rango constitucional a la “libre empresa”); debe atacar cualquier derecho que se arrogue esta Constituyente para anular conquistas de los trabajadores (reclamar que sea “soberana” es, por eso, reaccionario);  y debe refutar cualquier ilusión constitucional, destacando que incluso la mejor constitución no pasa de ser sino un pedazo de papel hasta tanto el poder político no se encuentre sólidamente en las manos de la clase obrera.


¿Fuera Menem-Cavallo? ¡No!


La plataforma del FIS incluye reivindicaciones obreras y nacionales muy justas, pero carece de una perspectiva política. Con esto cae en el constitucionalismo más vulgar (a pesar de todas las proclamas en favor de la “lucha” y de la “movilización” que figuran en su declaración política), porque supone que esas reivindicaciones podían encontrar su satisfacción en la reforma de la Constitución. La ausencia de una consigna general referida a la situación política tomada en su conjunto, impide denunciar el carácter distraccionista de la Constituyente de Menem y Alfonsín con relación a los reclamos, luchas y apremios populares, y contraponer a este parlamento ficticio y reaccionario una perspectiva política de conjunto de los explotados contra el gobierno hambreador.


Esta descomunal limitación política del programa del FIS es la consecuencia de la oposición, tanto del Mas como del Mst, a la consigna Fuera Menem-Cavallo, que presidió la plataforma del anterior FIT. La ausencia de un debate político no permite cerñir adecuadamente las posiciones del Mas y del Mst, sobre este punto, ni tampoco se conoce algun artículo que explique por qué, tanto el uno como el otro, abandonaron esta consigna (Nota: el programa del FIT fue aprobado, durante su discusión, por el Mas). También en materia de programas campea la negligencia, es decir el oportunismo.


Pero las razones esgrimidas durante las reuniones frentistas, tanto por el Mas como por el Mst, son reveladoras. Para el Mas, la campaña del 3 de octubre le habría mostrado que esta consigna es vista por los trabajadores como un ultimátún, para el Mst, la consigna es simplemente ultraizquierdista en las actuales condiciones. Dicho esto, tanto el uno como el otro impulsan la “huelga general”, el“argentinazo”,  “muchos santiagueñazos”, y otras cosas parecidas. ¿Pero es posible impulsar estas consignas sin explicar que su realización es incompatible con la sobrevivencia del gobierno Menem-Cavallo?


La consigna Menem-Cavallo no tiene que ver con la situación política en su sentido más estrecho o inmediato, sino con esta situación tomada en su conjunto. El régimen Menem-Cavallo (es todo un régimen) representa la reacción política y la ofensiva anti-obrera del capital, en toda la línea. Entre el movimiento obrero como tal y este régimen no hay conciliación posible; entre las conquistas históricas de los explotados del país y este régimen el antagonismo es inconciliable. Es el movimiento obrero o Menem-Cavallo. Abandonar, entonces, esta consigna equivale a capitular ante la ofensiva capitalista.


Tenemos además la constituyente y la reelección de Menem. Oponerse a esta reelección desde un punto de vista constitucional sería una estafa, porque quien reemplazara a Menem, en las actuales circunstancias y condiciones, sería otro Menem sin patillas y quizás completamente calvo. No nos oponemos a la reelección por razones constitucionales sino de clase: esto significa echar, mediante la movilización de los explotados, al régimen entreguista. En este punto respondemos lo que respondió Luis Zamora en la campaña del 3 de octubre:“nosotros no sólo nos oponemos a la reelección de Menem, luchamos por acortarle el mandato”.


Por último, pero no por ello menos importante: el régimen Menem-Cavallo tiene los pies de barro, esto porque depende mecánicamente de la continuidad de los fondos especulativos internacionales y de la desorganización de la clase obrera. Cuando las masas superaron esta situación voltearon a todos los gobiernos provinciales que se cruzaron a su paso: Chubut, Jujuy, Catamarca, Santiago del Estero. Abandonar la consigna, Fuera Menem-Cavallo, en esta condiciones, es simplemente ceder ante la propaganda  internacional que sostiene al llamado “plan Cavallo”.


El método de la formación del FIS y su programa expresan el descomunal atraso político de la izquierda al que se enfrenta el Partido Obrero. Es en estas condiciones que debe proseguir el trabajo para construir una sólida vanguardia política obrera. El período actual, internacional y nacionalmente, es claramente convulsivo y revolucionario. Llamamos a impulsar una gran campaña para desenmascarar a la Constituyente de Menem y Alfonsín, es decir del imperialismo yanqui, y corregir y superar las limitaciones y deficiencias que se manifiestan en el conjunto de la izquierda y del movimiento obrero.