Políticas

27/10/2016|1434

Del “salvemos a Cristina” al “salvemos a Macri”


Las estadísticas que se dieron a conocer en los últimos días no dejan lugar a dudas sobre la profundización de la recesión económica y del crecimiento de la pobreza. En agosto, la actividad sufrió un nuevo retroceso, esta vez del 2,6%, lo que suma 13 meses consecutivos de caída de la actividad. Durante septiembre, las ventas cayeron un 7,3%, la segunda de las peores bajas del año. 


 


Con excepción de los bancos, que consiguieron ganancias extraordinarias, primero con la devaluación y luego con las tasas usuarias que ofrece el BCRA, el retroceso es generalizado en la industria, la construcción y el comercio. 


La retracción económica se manifiesta también en el comercio exterior, con una caída que alcanza tanto a las exportaciones como a las importaciones. Crece la opinión de que el crecimiento pronosticado por el gobierno para 2017 convierte al proyecto de Presupuesto en un dibujo.


 


La contraparte del retroceso económico es el crecimiento de la pobreza. La caída de las ventas está asociada a la desvalorización del salario, que por las paritarias a la baja perdió entre 10 y 15%. Este retroceso -consecuencia directa del impacto inflacionario de la devaluación, la eliminación de retenciones dispuesta por el macrismo y el tarifazo- impacta en una clase obrera que concluyó la década kirchnerista en condiciones de pobreza generalizada. Según el Indec, la mitad de los trabajadores urbanos tiene ingresos inferiores a los 8.000 pesos; y el 30% (unos 5 millones de asalariados) no alcanza a los 5.300. La “herencia recibida” ha sido agravada por el ajuste capitalista en marcha, que significó una transferencia enorme de riqueza de los trabajadores hacia los capitalistas.


 


Contención


 


El crecimiento generalizado de la pobreza, que alcanza a buena parte de la clase obrera, ha convertido a la Argentina en un polvorín social. El temor a un estallido ha disparado un operativo político inusitado de contención, que no se limita a la CGT; además abarca a los movimientos sociales orientados por fuerzas ligadas al centroizquierda, el pejotismo, el massismo y el kirchnerismo. 


 


El llamado “triunvirato piquetero”, que se conformó en espejo al triunvirato de la burocracia de la CGT, persigue el propósito indisimulado de contención frente al agravamiento del ajuste en marcha. Los propios dirigentes “piqueteros” han declarado que quieren evitar un estallido social. El más explícito fue Emilio Pérsico, del Movimiento Evita. Invirtiendo la máxima de Mao, le propuso al gobierno que “riegue la pradera” (entregando asistencia social para que la administre el propio Movimiento Evita, claro) de modo de evitar que una chispa la incendie. A la luz de esto habría que rebautizarlo “triunvirato de bomberos”. El acuerdo sellado con Carolina Stanley, para relevar a futuros beneficiarios de la AUH, convierte a las organizaciones sociales en una dependencia del Ministerio de Desarrollo Social.


 


Todo este proceso de contención para que pase el ajuste fue gestado por el activismo febril del clero y, en particular, del Papa. Uno de los objetivos de la acción clerical es colocar a los movimientos sociales bajo la égida de la burocracia sindical. Quieren evitar que se repita la experiencia de los ‘90. Entonces, los trabajadores respondieron al crecimiento de la pobreza y la desocupación poniendo en pie un movimiento piquetero que desafió a los punteros de los partidos patronales en los barrios y cuestionó el dominio de la burocracia sobre los sindicatos. La pata “espiritual” de la clase capitalista actúa con mayor conciencia de la situación que los partidos tradicionales y las cámaras empresariales. Del “salvemos a Cristina” pasamos al “salvemos a Macri”.


 


Este protagonismo del clero le ha permitido alcanzar un peso decisivo en la situación política del país, y pasar a cobrar por anticipado. María Eugenia Vidal acaba de frenar la aplicación de la guía para el aborto no punible que había dispuesto su propio Ministerio de Salud. Su gobierno está infiltrado por el Opus Dei, que maneja, por ejemplo, al Secretario Legal y Técnico, o sea al dueño de la lapicera. Para el clero, evitar un resurgir de un movimiento independiente en los barrios hace a su propia subsistencia. El protagonismo directo de las compañeras en el movimiento piquetero cuestiona las bases mismas del dominio oscurantista, que tiene por fundamento último la opresión de la mujer.


 


Lucha política


 


La participación de este ‘triunvirato de bomberos’ en la contención social del macrismo y del clero es una de las formas de colaboración de la oposición patronal con el ajuste en marcha. No es casual, por lo tanto, que el pasaje de Barrios de Pie a esta colaboración con el macrismo tenga como correlato la incorporación de Libres del Sur y Stolbizer a una alianza con Massa y el Frente Renovador. 


 


Otro tanto ocurre con el Movimiento Evita y los kirchneristas de la CTEP. La participación de estos sectores en la marcha de Yasky y Michelli del próximo 4 de noviembre convierte a la CTA en una variante del blindaje empresarial-clerical dal macrismo.


 


La lucha contra el ajuste reclama una estrategia política basada en la independencia de clase. Los “frentes ciudadanos” con los burócratas de la CGT o los movimientos sociales cooptados por el clero son el camino de la derrota. Más aún cuando el llamado llega hasta Massa y Pichetto, que levantaron sus manos para aprobar el pacto con los fondos buitres y otras leyes del macrismo.


 


El Partido Obrero inscribe el acto del Frente de Izquierda en Atlanta del próximo 19 de noviembre en esa perspectiva. La manifestación masiva que el Polo Obrero realizará el viernes 28 de octubre, y la acción del clasismo para ese mismo día en el Ministerio de Trabajo, se inscriben dentro de una lucha contra el ajuste, denunciando la tregua de la burocracia sindical y la contención social armada por el clero y los partidos patronales.


 


La masividad que alcance el acto de Atlanta será un pronunciamiento para desarrollar una alternativa política de los trabajadores.