Políticas

29/6/2006|951

Denuncia de una jueza rosarina: Protección policial y política del tráfico de drogas


“En mi opinión, tiene que haber complicidad policial, tienen que haber arreglos, protecciones. No hay otra explicación” (La Nación, 26/5). No aporta demasiadas novedades la jueza federal Laura Inés Cosidoy, en Rosario, aunque la denuncia toma otra dimensión por venir de quien viene y por las réplicas airadas que ha recibido por parte del gobierno de Jorge Obeid, ya lejos de los tiempos en que era jefe de la Regional II de la JP y se hacía fotografiar con Mario Firmenich en pos de la “patria socialista”.


 


En efecto, como dice Cosidoy en esa entrevista, “no se puede vender la cantidad de droga que se vende aquí sin complicidad policial”. La jueza añade que la jefa de Policía no le hace caso y hasta desobedece sus órdenes con el argumento de que “no tiene medios”. Si los tuviera, con toda seguridad, el narcotráfico se incrementaría.


 


Cosidoy añade: “siempre aparecen grandes cantidades de droga y un solo transportista, o mucha gente que, entre todos, no llegan a sumar medio kilo de droga”. Eso ya había sucedido, entre tantas otras ocasiones, con operaciones como la famosa “Café blanco”, inventada por el célebre comisario Ñoño Naldi. Operaciones fraudulentas para llenar estadísticas, armadas para detener a algún chofer de camión o a peones de limpieza de un depósito de drogas, que ni siquiera conocían el contenido de las cargas. O, como también sostiene la jueza, grandes redadas con decenas de detenidos en cuyo poder se encuentran cantidades ínfimas de estupefacientes. Nunca, explica Cosidoy, resultan detenidos los proveedores ni los destinatarios de la droga, siempre “perejiles” puestos en el medio por los propios narcotraficantes para ser entregados.


 


Otra maniobra denunciada por la magistrada: el secuestro, por ejemplo, de “un vehículo que lleva 450 kilos de marihuana, y nos ha pasado en algún caso que, en realidad, llevaba 750”. También sucede, añadimos nosotros, cuando se “destruyen” judicialmente cargamentos de cocaína. La cantidad secuestrada nunca coincide con la destruida porque la droga, en el medio, es debidamente “rebajada” por la policía con el guiño de los jueces.


 


“Todos sabemos el dinero que mueve la droga, y por eso nos llevan tanta ventaja”, agrega Cosidoy. En ese punto, el negocio no podría funcionar sin la intervención –además de policías, jueces y políticos– de los grandes bancos. Cuando ocurrió el desastre financiero del “tequila” en México, por citar sólo un caso, quedó al descubierto el papel de lavador de dinero sucio que cumplía, y cumple, el Citibank, sin que por eso haya ido preso uno solo de sus ejecutivos. Ya publicaremos, porque se trata de un asunto muy especial, una nota sobre el mecanismo de lavado de dinero por parte de las instituciones bancarias. Sólo adelantemos por ahora que semejantes masas de capital como las generadas por las drogas, el tráfico de armas y la evasión impositiva no podrían circular sin el sistema bancario “legal”, sin el aparato financiero internacional. Se trata de una enorme red mafiosa de la cual la policía sólo es un engranaje, aunque por cierto indispensable.


 


La misma jueza dice: “No estoy hablando de que vi marcianos en la calle, estoy diciendo algo que sabe todo el mundo”.


 


En tren de brindar ejemplos, diremos que años atrás se supo que lanchas rápidas llegadas por el río Paraná y el Río de la Plata desembarcaban droga en los muelles privados de locales nocturnos en Costanera Norte. Cuando un juez ordenó allanar uno de ellos, Prefectura Naval lo defendió pistolas en mano y casi terminan a tiros con personal de la Federal. Podemos dar fe, porque el autor de esta nota fue testigo del incidente. Se trataba, claro está, del viejo código mafioso que ordena no pisar quintas ajenas.


 


Si dicen que el narcotráfico es fuente de inseguridad, ahí tienen dónde buscarlo y quiénes son sus protectores. Empiecen por ahí en vez de, como propone el señor Blumberg, reforzar el aparato mafioso que sostiene el comercio ilegal de drogas y, por tanto, aumenta la inseguridad de todos.