Políticas

17/10/1996|515

¡Derrotamos a la Fortabat!

Desde hace más de tres años. Amalita Fortabat se encuentra empeñada en obtener la condena judicial de Jorge Brodsk— que no es narcotraficante, no maneja aduanas paralelas, no vende productos de contrabando, no evade al fisco ni a la previsión social, no paga ni cobra ´cometas´ no sobre factura ni subfactura, no tiene cuentas en negro en los ‘paraísos fiscales´ no presta a tasas usurarias, ni vive de la explotación del trabajo ajeno.


Amalita Fortabat quiere la condena de Brodsky, porque ha sido el delegado sindical de su diario. La Prensa. Porque ha luchado contra la ‘flexibilización laboral´ contra el vaciamiento de la empresa, porque defiende a la organización sindical y porque combate por sindicatos independientes de los patrones y del listado, es decir sin burócratas, al servicio consecuente de los trabajadores.


La Fortabat ha acusado de “violación de domici­lio” al ejercicio, por parte de Brodsky. de sus obliga­ciones de delegado de los trabajadores, en el lugar de trabajo, La Prensa.


Pero la Fortabat no es sólo una ‘vieja dama indig­na’ que privilegia a su nieta por sobre su hija.


La Fortabat representa al monopolio del cemento en Argentina.


La Fortabat pertenece a los acaparadores de las ‘privatizaciones’.


La Fortabat integra el grupo conspirativo de los ‘capitanes de la industria’.


La Fortabat es la ‘embajadora itinerante’ de Me­nem capa/, de gastarse un ‘puñado’ de millones en


la 5Q Avenida de Nueva York, en el Greenwich Village o en la galería de arte Sotheby.


La Fortabat es una de las grandes responsables de los 100.000 millones de dólares de la deuda externa argentina y una tenedora privilegiada de la deuda pública.


La Fortabat fue compañera del torturadory asesino Ramón Camps. Señora de señorío, le compró una banca de senador por Catamarca a su socio Amoedo.


La Prensa, de la Fortabat, pide a diario que se sancione por decreto la liquidación de las Indemniza­ciones, de los derechos laborales, del sistema solidario de salud, de los convenios colectivos. En La Prensa, luego del despido de Brodsky, no existe la organiza­ción sindical — lo cual es un delito.


La Fortabat representa, entonces, a la ciase de los explotadores; Brodsky a la clase de los explotados. La Fortabat Ilevó a Brodsky a los estrados judiciales con la confianza de quien está acostumbrado a manipular las instituciones de su propio Estado.


Brodsky le aceptó el desafío en ese mismo terreno, él también acostumbrado a que el Estado capitalista actúe con todo arbitrariedad contra los trabajadores, pero por eso mismo impulsando con su partido, el Partido Obrero: con sus compañeros de trabajo; con su sindicato y con muchos sindicatos; con las organiza­ciones defensoras de los derechos y de las libertades; con todos los luchadores que son legión en este país – una movilización inclaudicable.


La Fortabat apelo tres veces los fallos que absolvie­ron a Brodsky en estos tres años, porque confiaba en el afianzamiento de Menem y en el debilitamiento cada vez mayor de la clase obrera y de sus organizaciones.


Le falló el pronóstico.


El 26 de julio cayó (‘avallo. El 8 de agosto paró el país. El 26 y 27 pasados, la huelga de 36 horas cruzó las fronteras argentinas para convertirse en el norte del proletariado de muchos países. Los amigos de Menem y Cavallo (y de la Fortabat) ‘entran’ a la cárcel. Los amigos de Brodsky ‘salen’ a las calles a pelear como fieras por la libertad y los derechos de los trabajadores E! martes 15 de octubre, la Fortabat volvió a ser derrotada. El juez Larrain dictó la absolución de Brodsky. No hubo, dijo, violación de domicilio; sí ejercicio de un derecho gremial La manipuladora fue desairada. Fnfrente del juzgado, los militantes del PO, los luchadores de otros partidos, la radio abierta de la UTPBA, los sindicalistas que vinieron del interior del país — estallaron en un grito de victoria.


El abogado de la Fortabat, un hombre de Videla Viola y Galtieri, es decir un hombre de derecho declaró que apelaría una vez más; que iría hasta la Corte Suprema Que el edificio de La Prensa no es un local de explotación social en beneficio privado, donde los trabajadores se organizan para defenderse de la voracidad patronal, sino un ‘domicilio inviolable’ de amo y sirvientes.


En la sede judicial se enfrentaron las mismas dos posiciones que chocan en el país: la de la Plaza de Mayo y la de la Casa Rosada.


La victoria es un paso para liberar a Panano y a Christiansen; para liberar a los dirigentes de Quebracho y a todos los que están presos, e incluso secuestra­dos, por causas políticas; para poner fin a las 600 causas abiertas contra luchadores sindicales; para de­rrotar a la ‘flexibilidad’, para acabar con este régi­men agonizante del menemismo.


La próxima cita: Neuquén, 11 de noviembre, juicio oral y público, contra Horacio Panano.


Para “que la tortilla se vuelva”.