El 7 de enero el gobierno deberá afrontar pagos por aproximadamente U$S 1.000 millones en concepto de cupones de intereses a bonistas privados. Estos vencimientos fueron determinados por el canje de deuda realizados por el exministro de Economía, Martín Guzmán, el que además estipula el crecimiento de dichos cupones para los próximos años, implicando un mayor compromiso financiero a afrontar.

Solo durante enero, el gobierno deberá pagar U$S 1.282 millones al Fondo Monetario. En las dos semanas siguientes deberá desembolsar otros U$S 1.315 millones, a los que se suma un vencimiento con otros organismos bilaterales y multilaterales por U$S 327 millones. De esa forma, la cuenta total al 30 de enero llegará así a los U$S 3.945 millones, un monto que volverá a poner bajo presión las reservas netas del Banco Central.

Sobre este punto, cabe destacar que las divisas ingresadas mediante el dólar soja se están utilizando para contener la depreciación del dólar oficial, frente a las diversas presiones devaluatorias, y la próxima liquidación de la cosecha va a estar determinada por la sequía y la retención de la misma por parte de las patronales agrarias para exigir un nuevo beneficio cambiario. Por su parte, los desembolsos del FMI son para cumplir con los vencimientos del acuerdo, por lo que no están destinados a engrosar las reservas ni a afrontar vencimientos con acreedores privados. En tanto, el acrecentamiento de la deuda en pesos continúa haciendo presión sobre el Tesoro, cuya deuda se encuentra dolarizada en más de un 80%.

El gobierno deberá lidiar con enormes compromisos financieros durante todo el año. Esto es producto de una política consecuente de endeudamiento, impuesta sobre todo por el acuerdo con el FMI, y de renegociación de vencimientos mediante altas tasas de interés, acortamiento de plazos de pago e indexación por inflación y devaluación.

Los únicos que ganan con esta bicicleta financiera son los bancos, los especuladores, tanto nacionales como extranjeros, y el capital financiero internacional. Como contrapartida, el gobierno recorta presupuesto en esferas públicas fundamentales, como salud, educación y vivienda, y los ingresos de la población son derruidos por la inflación y la devaluación, algo para lo que los especuladores se encuentran asegurados.

Para terminar con tamaña usura sobre las cuentas nacionales es fundamental tirar abajo el acuerdo ruinoso con el FMI, repudiar la deuda usuraria y nacionalizar la banca para abrir un curso de desarrollo nacional al servicio de las mayorías.

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