Deuda del Banco Central: una bomba de tiempo
En apenas cuatro meses de mandato, el macrismo ha procedido a aumentar el pasivo del Banco Central en un 50%. El Banco Central ya lleva emitidos más de 560.000 millones de pesos por sus Letras (Lebac) en dólares y pesos.
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En apenas cuatro meses de mandato, el macrismo ha procedido a aumentar el pasivo del Banco Central en un 50%. El Banco Central ya lleva emitidos más de 560.000 millones de pesos por sus Letras (Lebac) en dólares y pesos. Esas letras en pesos pagaron, en las últimas licitaciones, una tasa del 38% anual a 35 días y devengan intereses del orden de los 170.000 millones de pesos anuales. Esta cifra es equivalente a toda la emisión que tiene contemplada el gobierno para mitigar el agujero fiscal. El Estado tiene que absorber parte de esa emisión para impedir un estallido hiperinflacionario. Pero, a la vez, debe emitir para pagar los intereses de la deuda, que es de cortísimo plazo.
Para amortiguar esta tendencia, el gobierno ha optado por pagar parcialmente esos vencimientos con más deuda. En otras palabras, pagar letras emitiendo más letras. Este recurso, como se constata a partir del crecimiento exponencial de la deuda del Banco Central, se está agotando.
Peor el remedio que la enfermedad
Frente a esta crisis, se están barajando diferentes opciones, como subas de encajes o de emisión de bonos para pagar las letras en circulación.
Subir los encajes, sin embargo, reduciría el crédito bancario y empujaría aún más arriba la tasa de interés, agravando la recesión.
Por su parte, al canjear las letras intransferibles o adelantos transitorios, que el BCRA tiene en sus activos, por bonos del Tesoro, pasaríamos de un déficit del Banco Central a un déficit fiscal directo, en momentos en que el rojo actual es ya alarmante. Ese mayor déficit implica, desde luego, mayores ajustes contra la población. Pero, además, una nueva serie de bonos entraría en competencia con la emisión de nuevos bonos que el gobierno ya prevé y obligaría a convalidar tasas de interés más elevadas.
Ello se daría de patadas con la pretensión de bajar el costo del endeudamiento argentino. Por otra parte, un canje compulsivo de letras por bonos -como lo fue el plan Bonex durante el menemismo, colocaría al liberal Macri del lado de la “inseguridad jurídica”.
La “euforia” que ha provocado la reciente colocación de títulos públicos, ha reforzado una tercer alternativa de “emitir más bonos en el futuro… para financiar el déficit público de este año que todavía es muy elevado” (Clarín, 19/4). Endeudarse en la divisa norteamericana para aplicarla al gasto corriente, es un calco de lo que hizo Martínez de Hoz, quien endeudó en dólares a YPF a cambio de pesos con los resultados ya conocidos (Kicillof apeló al mismo expediente). Estamos ante un nuevo capítulo de la bancarrota nacional.