Políticas

23/2/1989|258

Deuda externa y política

¿Dónde está el capital “nacional”?

Para que los compañeros se formen una idea aproximada de lo que ha significado la devaluación del austral en los últimos días, es necesario consignar un dato absolutamente fundamental: los capitales “argentinos” radicados en el exterior alcanzan la fantástica suma de 46.000 millones de dólares. La información la da el Financial Times de Londres en su editorial principal del 23 de enero pasado, donde dice haberla extraído de una "estimación" del Morgan Guaranty Bank. Como resultado de la devaluación del 50% del austral (que significa un 30% de valorización del dólar), estos capitales acrecentaron su poder adquisitivo sobre los patrimonios y la fuerza de trabajo en Argentina en nada menos que 15.000 millones de dólares.

La radicación en el exterior de semejante suma de capital-dinero demuestra que la deuda externa que contrajeron estos capitalistas sirvió casi enteramente para permitir la fuga de esos capitales del país. Estos capitales equivalen al 100% de todo lo que Argentina (que estatizó la deuda) debe a la banca internacional, siendo que el resto, hasta llegar a los 60.000 millones de dólares, se debe a organismos oficiales o para-oficiales.

De la misma información se desprende que la banca internacional no ha puesto un sólo dólar en Argentina pues el equivalente de la deuda externa está depositado en las cuentas de los propios bancos acreedores. Naturalmente que la banca tiene que pagar intereses por esos depósitos, pero aún mayores son los intereses que cobra por sus “préstamos" De manera que el negocio de la banca internacional consiste en la diferencia entre lo que paga y lo que cobra mediante el uso del propio capital del país que está comprometido por la deuda externa. Como se ve, la burguesía nacional podría saldar toda la deuda del país, que por otra parte ella misma contrajo; en lugar de esto la ha transformado en un factor de succión de la riqueza nacional en beneficio propio y en el de la banca internacional.

La columna vertebral de la burguesía argentina que opera de este modo, está formada por los llamados “capitanes de la industria”, que no sólo operan en la industria sino que también son explotadores agrarios, banqueros y comerciales. Esta fracción controla el 70% del producto bruto nacional.

Los "capitanes de la industria" son con toda evidencia rehenes de la banca internacional. No pueden mover sus cuentas en el exterior sin el consentimiento de los banqueros. No podrían “fugarse” de los bancos como hicieron en Argentina, sin sufrir represalias comerciales y financieras de los Estados imperialistas. Es decir que la gran burguesía “nacional” no es una clase independiente.

La posición económica de esta burguesía en el sistema de la deuda externa, explica que sea partidaria de su pago, mediante la llamada “capitalización”. Esta autoriza a convertir los títulos de la deuda en australes y a adquirir patrimonios dentro del país o realizar inversiones con la garantía de poder repatriar sus utilidades. La burguesía podría comprar así con sus propios dólares, los títulos de la deuda externa en poder de los bancos, que se cotizan a un precio inferior a los de su valor original como consecuencia de la imposibilidad de pagarla que tienen los Estados, y venderlos a este Estado que los pagaría en moneda nacional a un precio mayor que el de su valor de compra. Como la política de capitalización supone una libertad completa para explotar la mano de obra y para disponer de los beneficios, ella plantea la liquidación de la protección laboral y de la protección del mercado nacional. Esto explica que la UCR y el PJ consideren superado ahora el “estatismo’ y el ‘nacionalismo'' y que sólo lo acepten cuando se trata de que el Estado nacional compre la deuda externa a un precio muy superior al de su cotización de mercado.

Existe, sin embargo, una posibilidad de conflicto entre la banca internacional y la gran burguesía nativa, que ya se ha presentado más de una vez. La imposibilidad de pagar la deuda externa por parte del Estado es un factor de inmovilización del capital nacional depositado en el exterior, el cual se ve impedido por este motivo de abrir negocios más lucrativos que los que representan esos depósitos, por ejemplo mediante inversiones monopólicas en su propio país. Es por este motivo que los “capitanes” impulsan los planteos en favor de una reducción del monto de la deuda externa y de sus intereses, preferentemente por la vía de la “capitalización”, pero también por medio de un descuento directo. La “capitalización” les permitiría movilizar sus capitales en operaciones de conversión de la deuda externa en australes a precios de ocasión. A través del descuento, el Estado nacional impulsaría una reactivación económica con los dólares que le dejaría el comercio exterior. Este planteo es apoyado por una fracción de la banca internacional.

Esta burguesía no sólo está representada por la Ucedé, sino que también forma la base de acción de radicales y justicialistas. Alfonsín y Angeloz, de un lado, y Menem y Cafiero, del otro, representan por sus relaciones y por su política a los intereses de clase que fugaron 46.000 millones de dólares al exterior. Cualquiera sea la obligación que tienen estos hombres de tomar en cuenta los intereses del conjunto de las clases que los votan, su política está determinada por la posición de los “capitanes de la industria", la que está en constante oposición con la situación de las mayorías populares.

En el programa de Izquierda Unida se conmina a los “capitanes” a traer sus capitales del exterior o de lo contrario a sufrir la expropiación de sus inversiones en el país. Esta formulación “radicalizada”, demuestra el carácter pequeño burgués de IU y su falta de independencia de la burguesía. El "retorno” del capital “exiliado" (eso propugna IU) no haría más que acrecentar la dominación de la burguesía argentina y consecuentemente la colonización del capital mundial. Este "retorno" es inconcebible sin condiciones económicas (capitalistas) propicias para la reproducción de ese capital, pues de lo contrario su regreso sólo generaría una inmensa inflación y una nueva fuga de capitales. Lo que IU presenta como una vía de emancipación y de desarrollo es una forma pequeño burguesa e ignorante de plantear el acrecentamiento del poder del capitalismo, que es el objetivo de Menem y Angeloz. El planteo de "vuelvan", no significa otra cosa que la apertura de una negociación con la gran burguesía sobre las condiciones en que debe desenvolverse la explotación capitalista.

El Partido Obrero caracteriza a la deuda externa como una expresión de la crisis creciente del capitalismo mundial para reproducirse como sistema de explotación y como un instrumento de superexplotación de las masas de los países oprimidos. Por ello plantea el desconocimiento de la deuda externa como parte de un programa de transformación socialista de la sociedad y como parte de una acción común con el proletariado de América Latina y de los países avanzados para acabar con la dominación del imperialismo capitalista.