Políticas

17/4/1997|535

Duhalde, ¿esclarecimiento o encubrimiento?

¿La detención del policía Prellezo, sindicado como el autor material del asesinato de José Luis Cabezas, y de los restantes policías que integraban las ‘bandas de la costa’, significa que el caso Cabezas está ‘casi resuelto’, como sostiene Duhalde?


Por de pronto, los ‘puntos oscuros’ que plantea la detención de Prellezo son más numerosos que los se pretenden esclarecidos.


En primer lugar, ¿dónde queda ahora la afirmación oficial de que los asesinos de Cabezas son los integrantes de la banda de ‘Pepita la pistolera’? Según el juez, todavía uno de los integrantes de esta banda sigue acusado de haberle disparado a Cabezas y, según los peritos policiales, el arma que mató a Cabezas fue la encontrada en Mar del Plata en poder de la banda. ¿Cómo llegó esa arma a manos de Prellezo … y cómo volvió luego a Mar del Plata? ¿O es que los propios investigadores la ‘plantaron’? ¿O cambiaron las balas para adjudicarle el asesinato a la banda marplatense? En televisión, el periodista Enrique Sdrech señaló la posibilidad de que el arma que mató a Cabezas fuera “consecutiva” de la de los ‘pepitos’ y que, por lo tanto, las pericias no podrían distinguir entre un arma u otra. La acusación contra la banda de Mar del Plata, en consecuencia, sería el resultado de una muy vasta tarea de inteligencia de la policía bonaerense, destinada a determinar en manos de quién se encontraba el arma “consecutiva” a la utilizada para asesinar a Cabezas.


En segundo lugar, ¿quién es el llamado ‘patrón de la costa’? La investigación habría determinado la existencia de una vasta y densa red de bandas dedicadas al tráfico de drogas y robos que operaba en la costa bajo la protección de la policía provincial.  Pero sucede que “ningún oficial maneja una banda y menos de ese nivel. Hay que buscar de comisarios mayores para arriba … Salvá (otro de los oficiales sospechados, aunque todavía no detenido) es el ahijado de Klodczyc (el ex jefe de la policía provincial). Tal vez haya que apuntar la investigación a Salvá” (La Razón, 10/4). ¿Quién manejaba las bandas de la costa y, tanto o más importante, hasta dónde llegaba la protección política del ‘patrón de la costa’? Además del ex jefe Klodczyc, un ex policía expulsado de la fuerza por el mencionado Salvá acusó también, al juez Bernasconi, el del caso Cóppola. Antes de recaer en el juzgado de Dolores, Bernasconi fue secretario de la intendencia de La Matanza, diputado bonaerense e integrante del gabinete de Duhalde.


Finalmente, ¿cuáles fueron las motivaciones del crimen? La primera ‘historia oficial’, la de los ‘pepitos’, indicaba que Cabezas habría sido asesinado porque extorsionaba a la banda con el conocimiento de sus ‘negocios’ de prostitución y tráfico de drogas y autos robados. La nueva ‘historia oficial’ nos dice que Cabezas fue asesinado porque ‘sabía demasiado’ de las bandas que operaban en la costa bajo protección policial. Los periodistas de Noticias, sin embargo, desmienten que ése pueda ser el motivo del crimen: las primeras noticias sobre robos en Pinamar aparecieron en el diario Clarín, y el artículo de Noticias sobre el tema apareció el mismo día, 25 de enero, que fue asesinado Cabezas. La nota había sido realizada apenas tres días antes y toda la información provenía de uno de los oficiales implicados con las bandas. Además de que en apenas tres días no se prepara un operativo de semejantes características, ¿mataron a Cabezas sin conocer el contenido de la nota? Más aún, uno de los delincuentes contratados por Prellezo para robar en la costa y  ‘apretar’ a Cabezas declara que viajó a la costa en diciembre, mucho antes de que aparecieran las notas sobre los robos … exactamente la misma época en que la esposa de Prellezo pedía informaciones y antecedentes sobre Cabezas.


En resumen, los mismos que antes decían que había sido ‘Pepita la pistolera’, ahora nos dicen que fue Prellezo, pero siguen en la oscuridad el móvil del crimen y sus instigadores. Todo esto lleva a plantear la hipótesis de un nuevo operativo de distracción para encubrir a los verdaderos responsables del asesinato. En este caso, la ‘entrega’ de los policías de la costa y la participación personal de Duhalde en la obtención de las confesiones de los ‘arrepentidos’, estarían revelando la enorme envergadura de los personajes involucrados en el crimen de Cabezas.


Duhalde, cómplice político


Duhalde ha intentado presentarse como el principal interesado en descubrir a los asesinos de Cabezas. Sin embargo, de lo que no caben dudas, a esta altura de la investigación, es que Duhalde es cómplice político del crimen de Cabezas, porque convirtió a Buenos Aires en un gigantesco ‘Estado policial’ que cogobernaba con la ‘junta de comisarios’ de la policía provincial.


En ningún lugar del país como en Buenos Aires se diseñó y se ejecutó una sistemática y metódica ‘política de seguridad’ enderezada a convertir a la policía en la dueña de la calle. Un ejemplo son los famosos ‘decretos de nocturnidad’ de Duhalde, que establecían el ‘toque de queda’ para la juventud, a la que convertían en un rehén de la policía. Con la excusa de combatir el tráfico de drogas, Duhalde dejó la calle en poder de los traficantes y de sus cómplices y protectores.


La base de toda la ‘política de seguridad’ duhaldista fue la impunidad y el encubrimiento de los crímenes y ‘negocios’ policiales. Así, la “mejor policía del mundo” fue la que asesinó a Brú, a los chicos de Budge y Dock Sud, a Maxi Maidana y a tantos otros; la que robó autos y casas y traficó drogas bajo la mirada protectora de Duhalde. El gobierno bonaerense, incluso, habría pretendido encubrir a los policías participantes en el atentado de la Amia: en el ya famoso video del juez Galeano, el detenido Telleldín acusa a dos miembros del entorno duhaldista –Alberto Piotti y Rubén Citara– de haberle ofrecido dinero para no incriminar a Ribelli y a los otros policías bonaerenses implicados en el atentado.


Tolerando y encubriendo los ‘negocios’ de la policía, Duhalde pretendía reforzar el aparato represivo bonaerense para hacer frente a la enorme caldera social provocada por la política oficial: la desocupación masiva, la pauperización y la marginalización de sectores enteros de la población trabajadora, la degradación social de la juventud explotada.


La ‘lógica’ de la política capitalista de ataque a las masas y la consecuente necesidad de un aparato represivo ‘fuerte’ llevaron a Duhalde a cogobernar la provincia con la ‘junta de comisarios’ de la policía provincial. Esta connivencia con los que organizaron el asesinato de Cabezas y luego pretendieron encubrir a sus asesinos, convierte a Duhalde en el principal cómplice político del asesinato.