Políticas

22/8/2002|768

E. Echeverría: El Jagüel

Diego Peralta ya había sido muerto cuando se negoció el im­porte para su liberación. Como antecedente, ya había sufri­do un “intento” de secuestro, pero la denuncia de su madre no fue tomada en la comisaría de El Jagüel (“porque no había pasa­do nada”).


Pero hay más: en febrero de este año, un miembro de la ca­marilla político-policial (léase PJ y la comisaría de la zona) mató a quemarropa a Javier Barrionuevo, que participaba de un piquete en la ruta 205. Aquel día, la policía le abrió pasó al auto de Boga­do, autor material del asesinato. Hubo escraches en la comisaría por el esclarecimiento y el juicio y castigo de los responsables. Pero la “justicia" dictó la liberación del homicida.


En la pueblada del día 12 de agosto en El Jagüel, todos los que allí participaban recordaron distintos casos no esclarecidos, desapariciones de niños, zona liberada para la venta de drogas, prostitución, red de extorsión para la prevención de robos de los comercios a la contratación de seguridad privada, etc.


El Polo Obrero de Esteban Echeverría se hizo presente en el lugar, concentrando el piquete en la ruta 205. El Bloque Piquete­ro Nacional convocó a una marcha del Obelisco a Plaza de Ma­yo para el día siguiente.


En el escenario donde centenares de vecinos a viva voz in­dicaban a varios policías como los responsables del macabro he­cho, donde compañeros de colegio de Diego Peralta insistían en el pedido de esclarecimiento y castigo a los autores del hecho, algunos medios presentes comenzaron a reportear a quienes in­tegrábamos el piquete en tomo a nuestra opinión frente a algu­nos saqueos que habían ocurrido. A la artimaña periodística res­pondimos que los desbordes de los hambrientos pueden termi­nar en un par de zapatillas o a veces un poco de comida, pero cuando el Estado se desborda -y lo viene haciendo a diario-, va en ello la vida de nuestros obreros, de sus hijos, y hasta de los que están por nacer. Comparar el hecho que nos convocó, el asesinato de Diego Peralta, con unas zapatillas, es nada más que desviar la solidaridad con la familia y el repudio a otro caso más de brutalidad policial.