Ecuador de nuevo en rebelión
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Los campesinos indígenas se encuentran ocupando la principal universidad de Quito, así como cortando varias de las rutas más importantes del Altiplano ecuatoriano, en reclamo de una reducción de los precios de la nafta y del gas-oil y del desmantelamiento de una base militar norteamericana en la frontera con Colombia. Es que la dolarización ecuatoriana ha llevado los precios de la canasta familiar más arriba de lo que están en los países desarrollados, en tanto que los salarios se encuentran entre los más bajos del mundo. Es lamentable que las centrales sindicales no hubieran acompañado esta lucha con una huelga general indefinida. La represión oficial ya ha dejado tres muertos.
La crisis ecuatoriana tiene un enorme alcance internacional, porque incide en las perspectivas del Plan Colombia que impulsa el imperialismo yanqui, y también en la evolución de la situación venezolana y del gobierno de Chávez, incluso en Bolivia, donde el chavismo influye sobre los movimientos populares. Por otro lado, una victoria decisiva de la dolarización reforzaría la ofensiva norteamericana a favor de un tratado de libre comercio en toda América, que encuentra resistencias en los gobiernos de Brasil y de Venezuela. Pero estas opciones condicionan las posibilidades de victoria de los indígenas ecuatorianos, porque es claro que el bloque anti-norteamericano no quiere bajo ninguna circunstancia una salida revolucionaria sino a lo sumo influir en la política exterior de Ecuador. Estas limitaciones se manifestaron en el alzamiento popular de marzo pasado, cuando un sector del ejército que apoyaba la rebelión acabó capitulando en forma incondicional.
Ecuador es, de todos modos, un espejo del proceso que involucrará a toda América Latina como consecuencia de las mayores presiones que ejercerá el imperialismo yanqui afectado por la profundización de la crisis mundial y las perspectivas de guerra comercial entre las principales potencias.