Políticas

18/3/2020|1585

Editorial | De la pandemia al pandemonium de la crisis capitalista

Nuestro planteo de clase

La pandemia ha derivado en un inusitado agravamiento de la crisis mundial capitalista y de la crisis argentina. Mientras Francia entra en cuarentena después de Italia, al igual que distintos estados norteamericanos o España en “estado de alarma”, con la posible aparición de los primeros casos “autóctonos”, se ha producido la cuarentena de Chaco y de Tierra del Fuego y el cierre de fronteras en Chubut. Esto hace prever la cuarentena general en todo el país, aunque el gobierno se resista a decretarla para evitar el parate productivo que cae sobre un país en recesión y con un default en desarrollo. Pero las medidas que se suceden como el cierre de fronteras externas e internas, la suspensión de clases, los cierres de dependencias en el Estado, las licencias de la población de riesgo que paralizan líneas de producción industrial, la reducción de la circulación de personas, van desarrollando una cuarentena nacional creciente. La disyuntiva salud pública o producción capitalista gana el escenario nacional y en buena medida el escenario mundial.


Las medidas anunciadas por el gobierno, que algunos ubican en 700 mil millones de pesos “para atender la crisis”, han servido para el autobombo, pero si las examinamos veremos que la abrumadora mayoría de ellas son promesas de créditos blandos y otras variedades de subsidios al capital, sin resolver ninguno de los grandes problemas que plantea la crisis: la deuda, la tendencia a la devaluación y a la hiperinflación, a la depresión económica, con su secuela de quiebras, cierres y despidos. No se adoptaron medidas draconianas para centralizar el sistema de salud y poner todos los recursos del Estado para que el sistema sanitario, público, privado y de obras sociales, pueda atender la pandemia (por ejemplo, todo el sistema de hospitales públicos de la Capital Federal, el mejor del país, tiene 120 camas de terapia intensiva para todo efecto). Y las medidas de alivio social adoptadas son aspirinas, menores a las adoptadas en enero y que no movieron el amperímetro de la miseria social y de la caída del consumo, antes de la pandemia. Otras, como el congelamiento de algunos precios al 6 de marzo, resultan ridículas y cero creíbles.


El cuadro mundial


En distintos artículos de Prensa Obrera venimos analizando el desarrollo de la crisis mundial y sus efectos, así como la intervención de la clase obrera. La fuga de capitales de los emergentes triplica este mes el ritmo de la fuga de la gran crisis de 2008. El PBI de China, la gran locomotora de los últimos treinta años se contrae 9% en el primer trimestre del año. La caída en las bolsas supera los 30 billones de dólares, un PBI y medio norteamericano, lo cual es destrucción de valor que luego se traduce en destrucción de fuerzas productivas. La reducción a tasa 0 de la Reserva Federal yanqui, siguiendo los pasos del Banco Central Europeo, no dio ningún resultado. La llamada guerra del petróleo ha derrumbado su precio con independencia del coronavirus y paraliza las producciones de fracking. Las principales potencias imperialistas destinan centenares de miles de millones de dólares de sus presupuestos fiscales, todos en ajuste, todos con deudas que superan en muchos casos sus PBI, para rescatar empresas de la quiebra, en primer lugar las de aviación que se caen en masa por la suspensión de los vuelos. Lo que ha llevado a los Estados a una desenfrenada emisión monetaria, porque carecen de recursos genuinos para enfrentar la crisis.


El punto es que la pandemia resta la fuerza productiva de los trabajadores que son puestos en cuarentena a un sistema capitalista mundial que ya estaba en crisis de sobreproducción, con tendencia a la recesión, con crisis de deudas y default como el de Argentina, en guerras comerciales y de monedas, con el Brexit, con distintos escenarios de enfrentamientos bélicos y con sistemas sanitarios en demolición como se ha visto en Italia y en los mismísimos Estados Unidos. En este cuadro, lejos de una acción coordinada, la crisis de la pandemia con miles de muertos y centenares de miles de infectados, ha acentuado las rivalidades y choques entre las naciones.

Lo descripto evidencia que ingresamos en la pandemia con las medidas de rescate adoptadas en 2008 en plano de agotamiento por el crecimiento de las deudas soberanas, las deudas de las corporaciones, el estallido de las burbujas bursátiles y en los precios de materias primas como el petróleo, con un alto componente especulativo. No es exagerado prever, en este cuadro, una tendencia a la depresión que reproduciría las condiciones del crack del ‘29. Por eso se ha empezado a discutir, como en 2008, eventuales nacionalizaciones capitalistas, forzadas por la tendencia a la quiebra.


Las luchas de las enfermeras norteamericanas denunciando las carencias del sistema de salud norteamericano, las huelgas obreras en Italia para paralizar la producción en resguardo de la salud de los trabajadores, como el paro portuario en la Argentina por los mismos motivos, o la sorda rebelión docente en la provincia de Buenos Aires contra la disposición de Kicillof de hacerlos ir a trabajar sin alumnos, constituyen atisbos de intervención de la clase obrera que se inscriben en grandes movimientos precedentes. Como las huelgas generales del proletariado francés contra el robo a las jubilaciones o la rebelión chilena y en otros países de América Latina. Nuestra intervención socialista tiene que plantear un programa transicional de reorganización económica que ponga en escena la necesidad de una lucha de poder político por parte de los trabajadores de todo el mundo, de carácter internacionalista.


Adónde va Argentina


En este cuadro, más allá de las especulaciones sobre si el pandemonium mundial favorece o perjudica el proyecto de reestructuración de la deuda, el riesgo país se ha ido a 4000 puntos, el  nivel del default de 2002/05. Los bonos están al 30/35% de su valor nominal, un precio que favorece a los buitres, que ya estarían comprando tenencias de los inversores más pequeños (Ámbito Financiero, 18/3). El default argentino ha ingresado en una fase superior, prueba de lo cual la propuesta de canje ha sido postergada para fines de abril. Sólo en enero y febrero se han pagado 157.000 millones de pesos de deuda en pesos. Una sangría criminal, mientras crecen la miseria y el dengue.


Los impuestazos y el robo a los jubilados han quedado como papel mojado ante el avance de la recesión, antes y después de la pandemia. Ahora se promete una emisión monetaria para afrontar la crisis capitalista derivada de la pandemia, con un festival de subsidios al capital (perdones impositivos, pagos de salarios privados, exención de aportes patronales), pero se hace arriba de otra emisión descomunal destinada a la usura del capital financiero. El gobierno, empeñado en rescatar la deuda, cambia el rumbo inicial del ajuste, pero nos coloca en ruta a un peligro hiperinflacionario. La devaluación aguda del real brasileño, nuestro gran socio comercial, echa más leña a este fuego, como se aprecia en la escalada del dólar fuga, del blue y en el deslizamiento del dólar oficial.


Nuestro planteo a la clase obrera y al conjunto de los trabajadores


Nuestro planteo ante la crisis tiene que ofrecer una salida de conjunto de los trabajadores ante el derrumbe capitalista y sanitario. Al mismo tiempo contener las medidas transitorias que promuevan la intervención de los trabajadores en la crisis.Como lo hemos planteado en el programa presentado por Romina del Plá en nombre del Partido Obrero-Frente de Izquierda en la Casa Rosada reclamamos la centralización de todo el sistema de salud bajo el control de los trabajadores, duplicando su presupuesto, y tomando todas las medidas para extender su cobertura; la formación en todos los lugares de trabajo de comités de higiene y seguridad con delegados electos por los trabajadores;  prohibición de despidos y suspensiones, reparto y un seguro al desocupado y al monotributista de 30.000 pesos; no al pago de la deuda externa, para que los recursos del país se utilicen para atender la emergencia; nacionalización de la banca, del comercio exterior, de los hidrocarburos y de todos los recursos estratégicos. Puesta en acción de un plan económico y político de los trabajadores.

Para ello, lejos de “poner al movimiento obrero al servicio del gobierno” como ha planteado Daer, hay que poner los recursos del Estado y la sociedad al servicio de los trabajadores y el conjunto de la población necesitada. Rechazamos la suspensión de actividades del Congreso y las legislaturas provinciales que explotan la crisis para instaurar de facto un régimen de poder personal.


El 24 de marzo, impedidos de movilizarnos masivamente, llevaremos a la Plaza de Mayo este mensaje y este programa en el marco de la conferencia de prensa del Encuentro Memoria Verdad y Justicia.