Políticas

14/2/2019|1537

[Editorial] El proceso electoral en el marco de una crisis excepcional

Los obreros de Fate, con el Sutna a la cabeza, enfrentan una ofensiva patronal que responde al signo del momento. Foto: Federico Matteucci

¿Hay 2019? Sí. En el marco de una crisis excepcional, económica, social y política, empieza a desenvolverse el proceso electoral.


Con la unificación anunciada por María Eugenia Vidal y Horacio Larreta, la “triple reelección” de ellos junto a Mauricio Macri se ha transformado en la apuesta del núcleo más íntimo del macrismo. La gobernadora y el jefe de Gobierno porteño buscan apuntalar a un Macri, transformado en un salvavidas de plomo, como consecuencia de un rechazo popular creciente que arrancó en las jornadas de diciembre 2017 tras el robo a los jubilados y pegó un enorme salto con la fuga de capitales, la megadevaluación y el acuerdo colonial con el FMI.


Pero el reflejo defensivo del PRO no ha sido acompañado por el radicalismo que desdobla en Mendoza y haría lo mismo en Jujuy, otro de los distritos gobernados por Cambiemos. La crisis no cerrada con el radicalismo presenta disputas también en las candidaturas opositoras en distritos gobernados por el PJ. Por otro lado, un sector minoritario radical -Martín Lousteau, Ricardo Alfonsín- amenaza con forzar las Paso con candidatos propios o ir por afuera, claro, condenados a una alianza con el PJ Federal.


La candidatura presidencial de Macri expresa a un amplio sector del capital financiero y al propio FMI. Las mieles del nuevo carry trade, con un dólar relativamente estable y las siderales tasas de interés, están resarciendo a fondos de inversión -Templeton, Capital Group, Pimco- que concentran el 34% de las Lecap y duplican las tenencias de todos los fondos de inversión locales. El resto de la burguesía se ha transformado en un terreno en disputa que expone fracturas en torno del valor del dólar, las tarifas, la caída general del consumo, el desplome industrial, el parate de la obra pública y la crisis del crédito, lo que constituye una tormenta perfecta.


El programa de estos sectores de la clase capitalista apunta a una nueva devaluación que licúe los impuestos en pesos -entre ellos, las retenciones a la exportación- y permita bajar las tasas de interés. Por otro lado, estalló un choque de Techint con el gobierno. El recorte de subsidios a la superproducción de gas en Vaca Muerta disparó un parate de equipos y una apelación del grupo a la Justicia. Otros sectores petroleros  habían planteado la generalización de esos subsidios a todas las petroleras o su recorte. Esta fractura se agudiza por dos aprietes del capital financiero: uno en favor de las cuentas públicas para pagarle al FMI y otro en favor de otros operadores internacionales, especialmente norteamericanos, para pegar el zarpazo sobre negocios que están en manos de la burguesía local.


Estas disputas no son ajenas al enorme salto que ha dado la causa de los cuadernos. Ciento una empresas contratistas han sido procesadas, además de los colaboradores más íntimos del kirchnerismo, que están involucrando más directamente a Cristina. El Lava Jato argentino y la disputa de monopolios que tiene por telón de fondo se incorpora de lleno en la crisis de régimen que atraviesa toda la salida electoral. Y, desde luego, la disgregación política que reflejan los adelantamientos electorales, pone de relieve la incertidumbre sobre el desenlace político de la elección presidencial y del conjunto de la crisis.


Veranito precario a la sombra del FMI


El control del dólar en la banda cambiaria tiene por contrapartida un endeudamiento fiscal y cuasi fiscal enorme, porque se suscriben bonos de deuda del Tesoro y del Banco Central a tasas usurarias para evitar el traspaso al dólar y por el sideral riesgo país cercano a los 700 puntos. Tanto los bonos en dólares como los que se suscriben en pesos pagan tasas cercanas al 9%, sea en moneda dura o en pesos, luego de la indexación integral de la inflación.


Este mecanismo ha permitido capturar a un sector de ahorristas en los plazos fijos que alcanzaron en enero una cifra récord. Pero si bajan las tasas -que en estos niveles infartan la economía, aparece la posibilidad de una corrida hacia el dólar y una nueva devaluación que haría inviable de inmediato al gobierno de Macri.


Este escenario, que ha llevado al desplome industrial con su secuela de despidos masivos y cierres de fábricas cada día más agudo, convive con una inflación que en los dos primeros meses del año orillaría el 3% mensual, demoliendo salarios y jubilaciones. Pero la apuesta recaudadora para el repago de la deuda mediante la inflación está en la mira de la misión del FMI, que en estos días ha llegado al país, porque está siendo afectada por la magnitud de la recesión que deprime el ingreso de impuestos.


La nueva bicicleta está arriba de contradicciones explosivas que pueden patear el tablero aún en medio del año electoral. Todo depende de que las tasas internacionales no vuelvan a subir y salte todo por el aire. Por eso, la misión del FMI se cura en salud y se reúne con todas las fracciones opositoras.


El peronismo y la cuadratura del círculo


La fractura al interior de la clase capitalista y el rechazo popular al gobierno alientan al peronismo federal a poner en pie una opción electoral opuesta al macrismo y al kirchnerismo. Pero la reunión de Mar del Plata mostró sus enormes dificultades. Faltaron gobernadores. Roberto Lavagna no fue. Juan Luis Manzur volvió a coquetear con Cristina en nombre de la unidad del PJ para no regalar el kirchnerismo a José Alperovich en su interna tucumana. Y, básicamente, no tienen candidato competitivo. Si Sergio Massa o Roberto Lavagna llegaran al balotaje, tal vez ganarían, pero la que llega es Cristina, a quien no quieren en la grilla, al menos como presidenta.

Por su parte, el kirchnerismo insiste en impulsar la unidad opositora consciente de que Cristina en una eventual Paso no tiene competencia. Pero esto no es gratis. El kirchnerismo disputa ser alternativa de gobierno ante la Unión Industrial y aún ante la banca. Ofrece garantías de que no habrá ruptura con el FMI y que -al contrario- se ofrecerá de inmediato para una reestructuración de deuda -o sea, un rescate del capital financiero que verá en 2020 el duro rostro de un defol. Fue bajo el kirchnerismo que Lavagna ejecutó los jugosos canjes I y II.


El kirchnerismo se está integrando a la unidad pejotista con los socios del ajuste macrista y fondomonetarista en todas las provincias: Mendoza, Santa Fe, Neuquén, Tucumán, etc. Cristina ha sellado un pacto de entrega de los pañuelos verdes con el Vaticano. Sus dirigentes sindicales aíslan las grandes luchas y dosifican la presencia callejera para “no estorbar octubre”. Pero la tendencia continental de la burguesía no es a que vuelvan: es dejar atrás los regímenes de contención y consolidar los de ofensiva contra las masas. Ese es el contenido de la ofensiva golpista y de una eventual intervención armada imperialista en Venezuela. Hay una agenda continental que no admite la vuelta de los nacionales y populares. El waiver o perdón del FMI para no implementar este año las reformas laboral y previsional a fondo es para apostar por Macri o un relevo pichettista. Cristina, aunque las causas judiciales la docilicen al extremo para obtener un salvoconducto, sigue siendo el recurso último ante una rebelión popular para reconstruir el Estado capitalista, como lo hizo Néstor Kirchner después del Argentinazo.


Esta es la cuadratura del círculo del peronismo y de la crisis política en su conjunto que tenemos que apreciar los trabajadores y la izquierda para intervenir con todo vigor en una perspectiva de independencia política de los trabajadores.


Las calles, las urnas y el desafío de la izquierda


Los obreros de Fate, con el Sutna a la cabeza, enfrentan una ofensiva patronal que responde al signo del momento. Apoyado en la caída industrial, su patrón, Madanes, busca imponer despidos y flexibilización laboral, sin esperar al año 2020. Lo mismo hacen las patronales textiles, donde seis de cada diez máquinas están paradas. Los trabajadores de Sport Tech ocuparon la fábrica. Los obreros de Nidera enfrentan acampados el cierre de la aceitera a la vera del Riachuelo. Los docentes presionan desde abajo por el no inicio.


El Plenario Sindical Combativo (PSC)es protagonista de la gran jornada nacional, el 14, en once provincias, reuniendo a las luchas y a los sindicatos clasistas con la consigna de paro activo nacional de 36 horas y plan de lucha; que la crisis la paguen ellos. Es decir con una política estratégica: la irrupción de la clase obrera en la situación política para derrotar a Macri, al FMI y a los gobernadores con una acción de masas. Su carácter preparatorio es fundamental porque el PSC tiene un programa: reparto de horas de trabajo sin afectar los salarios, ocupación de las fábricas que despidan masivamente o cierren, salario equivalente a la canasta familiar e indexación de salarios y jubilaciones, 82% móvil y anulación de las rebajas de aportes patronales y el impuesto al salario. Las reivindicaciones motoras de la acción elemental de las masas, para abrir una salida de los trabajadores a la crisis, rompiendo el freno de todas las alas de la burocracia sindical.


La descarga de la crisis capitalista sobre los trabajadores se asocia al ajuste del FMI y a la agenda continental contra las masas. Pero la inviabilidad y las contradicciones de la política en curso debilitaron al gobierno y fracturaron a la clase capitalista. Sobre estas premisas tenemos que enfrentarlos.


En tanto, se suceden los procesos electorales provinciales. Tras el lanzamiento del FIT en Neuquén, Romina Del Plá y Nicolás Del Caño presentaron candidatos en Río Negro. Urge un plan programático, político y electoral integral de intervención del FIT: su desembarco en la situación política enfrentará decididamente la presión kirchnerista y de centroizquierda para diluirnos en un “frente opositor”. El lanzamiento nacional del FIT despeja toda duda y nos coloca como la tercera fuerza política en la disputa de la salida a la crisis.


El PO refuerza su campaña política nacional que tendrá un hito en esta dirección en la conferencia electoral convocada para el próximo 16 de marzo.


El Plenario Sindical Combativo ha convocado con la consigna “la lucha es ahora”. Para el FIT también: que la crisis la paguen los capitalistas, por una salida de los trabajadores y la izquierda.