[Editorial] La CGT y su bono, funcionales al FMI
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El sindicalismo combativo y la izquierda se movilizaron con una columna propia para repudiar la aprobación del Presupuesto 2019 en el Senado
Las calificadoras internacionales Standard &Poor’s y Fitch le bajaron el rango a la deuda argentina “por la aguda recesión, la enorme inflación y el consiguiente riesgo de default”. Las consecuencias no son menores: estas calificaciones presionan sobre el riesgo país y con él sobre las tasas usurarias de interés que aíslan a Argentina del mercado internacional de deuda, uno de los fundamentos de la existencia misma del macrismo y del precario plan de estabilización en marcha. Así las cosas, el FMI se opone a bajar las tasas de interés que han detenido la economía, lo cual desata una ola de cierres y despidos sin final a la vista.
Pero mientras estas agencias del capital financiero internacional le bajaban el pulgar a la política económica de Macri, la CGT le subía el pulgar a la mayor entregada durante este ciclo político. El Triunvirato de dos levantó todo paro nacional, cerrando el año del “movimiento obrero organizado”. Todo por un bono no remunerativo de dos cuotas de 2.500 pesos, una de ellas para el año que viene, que no abarca a todos (están excluidos los trabajadores de las empresas del Estado, docentes universitarios, estatales y docentes de provincias) y de dudoso cobro, porque las patronales que “no puedan”, podrán presentar “plan de pagos y montos”. El bono en negro, divisible e interanual, además, podrá ser descontado de cualquier revisión de paritarias. Eso sí, tributa ganancias.
En materia de despidos, se ha incorporado una cláusula que indica que las patronales deberán pasar por la Secretaría de Trabajo del eyectado Triaca informando los motivos de los despidos. Podemos adelantar esos motivos: “caída de la actividad no imputable al empleador”.
Daer se mostró “satisfecho” porque la letra del decreto “respeta lo hablado”. Nada que agregar. La CGT ha hecho su aporte final para salvar a Macri, aunque pueda terminar hundiéndose con él. No es el único, pero se trata del mayor aporte del peronismo en el esfuerzo por sacar al movimiento obrero de la cancha, la gran fuerza social que podría dar cuenta de un gobierno fracasado, obligado a redoblar hasta lo insoportable la ofensiva contra las masas a partir del rescate del FMI.
El rol del peronismo
El Presupuesto pasará por el Senado con otra fractura del PJ, en este caso de la tropa de Pichetto, pero seguirá su marcha con los votos suficientes del peronismo. Los gobernadores del PJ en lugar de “salvar a la patria” como se proclamó el 9 de julio o el 17 de octubre en Tucumán, se han lanzado a adelantar elecciones en la friolera de 17 provincias. Sin un presidenciable garantizado, los punteros mayores del peronismo de todas las alas, adelantan elecciones para asegurar el kiosco propio y desde allí participar del relevo de fines de 2019, que definirá la administración de un país quebrado con fecha fija para 2020, si es que se cumplen los mejores pronósticos del FMI.
Si se confirmaran las reservas inscriptas en la propia letra del segundo “acuerdo” (o bando) del Directorio de Lagarde, el propio proceso electoral podría pasar por el cedazo de una nueva crisis de deuda, de fuga de capitales y devaluación, sólo que ahora en el marco de una recesión pavorosa que puede empujar a intervernir a todas las clases sociales afectadas, aunque sus direcciones políticas no quieran.
La caída de Triaca, envuelto en escándalos de nepotismo y corrupción, es un eslabón más de la crisis de gabinete y las divisiones internas del macrismo (ver nota en Prensa Obrera on line), pero coloca en manos de Dante Sica y sus nexos íntimos con la UIA, el manejo de la ofensiva antilaboral que busca ser reformulada tras el triunfo de Bolsonaro en Brasil. No es de descartar que la CGT sea parte de la negociación por el nuevo ministro, en tanto ciertos gremios como la UOM y otros, tienen relaciones carnales con sus cámaras patronales.
Las tareas de la clase obrera y la izquierda
Los cierres, despidos y suspensiones se han acelerado en las últimas semanas. Alpargatas en Chaco, Paquetá en Chivilcoy, Acindar Rosario, Metalúrgica Tandil fueron al cierre, en tanto hay despidos masivos en Siam. En estos últimos casos se desataron luchas fabriles, en tanto Fiat no produce hasta el año que viene, Peugeot trabaja seis horas por día y se suceden suspensiones en toda la rama automotriz.
Por otro lado, estalló el conflicto de Aerolíneas por el incumplimiento de la actualización salarial por inflación oportunamente firmada. En la Alimentación, Rodolfo Daer maniobra con “bloqueos de portones” para no entrar en medidas de fuerza, porque la patronal dio por cerradas las tratativas de revisión paritaria a partir del bono. Las paritarias que se revisaron, aún las mejores, como Camioneros, colocan su última actualización en mayo del año que viene y llegan al 40%, muy por debajo de la inflación. La explosividad salarial busca ser controlada mediante el temor al despido.
La combinación de caída del salario y jubilaciones ante la inflación y despidos al mismo tiempo, hacen más necesario que nunca el plan de lucha y la huelga general. Es lo que podría golpear de manera decisiva a un gobierno en crisis. Pero el peronismo en sus distintas alas, incluido el sindicalismo opositor ligado a la Iglesia, garantiza la gobernabilidad del ajuste para entrar de lleno en la salida electoral.
Entramos en una etapa de luchas por abajo que, de acuerdo con su tenacidad y a la intervención del clasismo, a su turno, pueden alterar este precario equilibrio. Ocupación y huelga de toda fábrica que cierre o despida masivamente. Reparto de horas sin afectar los salarios. Aumento de emergencia a jubilaciones y planes sociales. Reapertura de paritarias mediante pliegos y negociadores votados en asamblea. Defensa del activismo. Y una fuerte agitación política explicando el porqué del paro activo de 36 horas y nuestro programa de salida a la crisis: derrotar a Macri, a los gobernadores y al FMI, que se convoque una Asamblea Constituyente soberana y con poder, para reorganizar el país desde el campo de los trabajadores. En la movilización contra el G20 tenemos que enarbolar este programa, claramente delimitados de la contracumbre de los falsos nacionales y populares.