Políticas

21/6/2019|1553

[Editorial] Los candidatos del FMI o el Frente de Izquierda

Foto: BCM Ojo Obrero Fotografía

En las vísperas del cierre de la presentación de candidatos se ha acelerado el libro de pases dentro de los partidos y coaliciones capitalistas. Los diarios ilustran las nuevas incorporaciones, marcando las contradicciones entre los discursos del pasado y las decisiones del presente. El panquequismo generalizado, sin embargo, no puede ocultar una cuestión de principios que rige a los políticos del sistema, y es su dependencia del capital. Esta dependencia se ha puesto de manifiesto en las movidas de candidaturas de los últimos días. Existe una coincidencia que tanto la nominación de Alberto Fernández como de Miguel Angel Pichetto no fue motivada por los votos que aportan ambos a sus respectivas listas, sino para darle ‘robustez’ a sus eventuales gobiernos. Con la mira puesta en la gobernabilidad los candidatos y partidos, buscan ganarse el apoyo de los capitalistas para hacerles creer que han reunido las condiciones para poder aplicar el programa que todos ellos reclaman: la reforma laboral, previsional y fiscal, reemplazando impuestos al capital por nuevos tributos sobre el pueblo.


Polarización


El sentido general de los movimientos políticos de las últimas semanas ha sido hacia la derecha. La incorporación de Massa como primer candidato a diputado en la provincia de Buenos Aires implica una reducción del peso específico que el kirchnerismo tendrá en un eventual gobierno de Fernández-Fernández. Otro tanto acaba de suceder en la Ciudad de Buenos Aires. El camporista Mariano Recalde debió deponer su candidatura a jefe de Gobierno para dejarle el lugar a Matías Lammens, un recién llegado a la política que, hasta hace poco, apoyaba la postulación de Roberto Lavagna. Lammens ha mirado las grandes luchas libradas por los sectores populares de la Ciudad desde la tribuna. Los que se jactaban de haber recuperado el valor de la militancia, terminan recurriendo al método menemista que parió a los Scioli o Palito Ortega. El centroizquierdismo de la Ciudad apoyó la nominación a cambio de algún lugar expectable en las listas.


Del lado del macrismo, la nominación de Pichetto también tuvo un sentido claro: atraer a sectores del peronismo de modo directo o indirecto para asegurar la reelección presidencial. Pero, por ahora, los resultados son más módicos de lo que se esperaba. El ex presidente del bloque de senadores de Cristina Kirchner logró el apoyo de sólo dos senadores del PJ. Por el lado de los gobernadores peronistas, el resultado tampoco ha sido el esperado. Descartado un apoyo abierto al macrismo, ahora apuestan a una neutralidad, que debe materializarse en una boleta corta de diputados, desprendida de las listas presidenciales. La apuesta principal es en Córdoba, donde Macri debe repetir una buena elección como la de 2015 para poder aspirar a ganar la presidencial. El panorama para el gobierno sigue siendo más que reservado. Teme que una derrota de Vidal en la provincia de Buenos Aires termine de sepultar definitivamente al macrismo, incluso en el caso de que logre entrar a un balotaje.


La polarización entre estos dos bloques que las encuestas registran de un modo más acentuado que en el pasado, convive con un acercamiento entre sus programas y estrategias políticas. Las declaraciones de Emmanuel Alvarez Agis, el ex viceministro de Economía de Axel Kicillof, han sido elocuentes. Hablándole a los ‘mercados’, propuso un congelamiento de los ingresos de los trabajadores para poder bajar la inflación, la reducción de impuestos al capital y la elevación de la edad jubilatoria a los 70 años. Palabras más, palabras menos, es el mismo programa que Macri firmara con la totalidad de los gobernadores y la CGT en noviembre de 2017, y que entró en crisis por la acción obrera del 14 y 18 de diciembre.


Apagón


Mientras los candidatos seguían saltando el charco para uno u otro lado, el apagón del día del Padre fue la metáfora que resumió el estado de bancarrota de la Argentina. El corte, que por su magnitud no registra antecedentes en el país, fue responsabilidad de la empresa que regentea el empresario Marcelo Mindlin, el zar de la electricidad que empezó sus andanzas subsidiadas con el kirchnerismo y las continuó luego con el macrismo. Con los recursos que recibió del Estado pero nunca invirtió, Mindlin compró la empresa constructora de la familia Macri, denunciada por recibir coimas junto con Odebrecht. Bajó el macrismo, además, fue beneficiado con los tarifazos sistemáticos, que en materia de electricidad llegaron casi al 2.000 por ciento. El apagón ha puesto en el banquillo de los acusados a estas empresas que han saltado la ‘grieta’ haciendo negocios con el gobierno pasado y el actual.


Pero el apagón del país es generalizado. La última estadística sobre la actividad económica muestra un derrumbe del primer trimestre del 5,8%. La caída del PBI medido por habitante es de las peores del mundo, sólo superado por Venezuela, Guinea Ecuatorial, Sudán y un par de países más. En este cuadro, el crecimiento del desempleo era esperable. En sólo un año la desocupación alcanza a 220.000 personas nuevas y la subocupación a 420.000. Entre los jóvenes, el desempleo ya supera el 20%, mientras los funcionarios se la pasan sermoneando que la juventud debe recuperar la cultura del trabajo. Mientras se agudiza este derrumbe social, los bancos ganan fortunas con el negocio de las Leliq y los capitalistas aprovechan para dolarizarse y fugar capitales gastándose hasta el último centavo del último préstamo del FMI, que luego deberá ser pagado por el pueblo. La quiebra del país queda patentizada con una deuda impagable de 350.000 millones de dólares, que ya equivale a casi el 100% del PBI.


El Frente de Izquierda – Unidad


El apagón del país es la consecuencia del fracaso de la organización capitalista de la economía y del conjunto de la sociedad. Los Macri-Pichetto y los Fernández-Fernández-Massa han gobernado y quieren gobernar para estos intereses sociales. La necesidad elemental de proceder a terminar con el negociado de los Mindlin y compañía mediante la nacionalización de todo el servicio energético en sus distintas fases de generación, transporte y distribución está fuera de su programa. Sólo el Frente de Izquierda-Unidad plantea en su programa esta cuestión elemental, de cuya aplicación depende el futuro del país.


Con la presentación de las candidaturas entramos a una nueva fase de la campaña electoral. La fase directa de la lucha por el voto no es otra cosa que la conquista de la adhesión de un sector amplio de los explotados para el programa de la izquierda anticapitalista y socialista. Esta campaña requiere realizarse con métodos de movilización política, para interesar al activismo en la campaña y ganarlo a que sea un protagonista directo. El PO ha presentado en la Mesa del FIT y también al MST la propuesta de convocar a un Congreso para debatir el programa e iniciativas de acción política. Se trata de un método de frente único que llamamos a replicar en los sindicatos, lugares de estudio y en las barriadas, para colocar a la izquierda y a los trabajadores como alternativa de poder, con un programa de reorganización social para que la crisis la paguen los capitalistas.