Políticas

28/11/2002|782

El “18 Brumario” de la Izquierda

No es la primera vez en la historia nacional que la izquierda vernácula se coloca de patas para arriba frente a acontecimientos de significación revolucionaria. Este artículo viene a cuento de las caracterizaciones absolutamente reaccionarias de la revista mensual Enfoques que el PC distribuye masivamente en kioscos. En su última edición (N° 9, de noviembre de 2002), desde la tapa nos ofrece toda una definición: “la rebelión ausente”.


Jorge Beinstein, en el primer artículo, “insiste” (sic) sobre “el desarrollo en curso de una gigantesca mutación contra-revolucionaria iniciada en diciembre del año pasado”. Al remanido planteo del “reflujo” existente y de “resistencias” que a lo sumo hacen frente “al retroceso avasallador”, “los depredadores olfatean el fin de la tormenta”. Ahora “las protestas (son) de pequeña y mediana dimensión” por más “acumulaciones subterráneas” que haya. Todo el artículo no hace más que destacar las “evidentes enormes dificultades presentes”, lo que en un largo capítulo final, explica Beinstein, hace necesario un “gran salto hacia lo desconocido”, un desafío “demasiado grande, desmesurado” (itálicas del original). Citando varias veces en forma extensa y antojadiza a Carlos Marx en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, Beinstein asemeja los acontecimientos presentes de la Argentina del 2002 a los de la inacción que caracterizó a las masas francesas frente al golpe reaccionario de diciembre de 1851, que cerró el ciclo revolucionario abierto en 1848 en Francia.


Jorge Beinstein concluye que estamos condenados a una derrota. Una “cultura conservadora (reina) en la sociedad argentina”, afirma, y termina así: la izquierda no podrá progresar sin “despojarse de toda veneración supersticiosa por el pasado” (cita de Marx), que termine –dice– con los “esquemas jacobinos”.


 


Ni Robespierre, menos aún Lenin: Codovilla


Marx es presentado, entonces, como un consejero de derrotistas.


Lenin, que estudió a Marx con algo más de rigor que Jorge Beinstein, gustaba citar al ya viejo Marx de otra manera. “Evidentemente sería demasiado cómodo hacer la historia si se debiera entablar la lucha sólo cuando existen probabilidades infaliblemente favorables”, le decía Marx a un amigo, Kugelmann, que había interpretado el método marxista a lo Beinstein. Lenin hizo publicar en un folleto especial las famosas “Cartas (de Marx) a Kugelmann”, con un prefacio suyo que dice, entre otras cosas: “En septiembre de 1870, Marx llamaba a la insurrección una locura. Pero habiéndose rebelado las masas, Marx quería estar con ellas, ir con ellas a la escuela de la experiencia, juntos en la lucha, en lugar de darles lecciones burocráticas. Comprendía que habría sido charlatanería o pedantería irremediable pretender evaluar con anticipación, con entera precisión, las posibilidades de victoria. Otorgaba elprimer premio al hecho de que la clase obrera hiciera heróicamente la historia del mundo desde el punto de vista de los que la hacen sin tener la posibilidad de evaluar infaliblemente, por anticipado, las probabilidades de éxito, y no desde el punto de vista pequeñoburgués intelectual que moraliza: habría sido necesario prever _ no había que comenzar _”. ¡Esto escribió Lenin en 1907, va a hacer casi 100 años, cuando aún se discutía en el movimiento obrero mundial si habían madurado las condiciones objetivas para la revolución socialista! Entonces concluía: “Marx comprendía que en la historia hay momentos en que la lucha desesperada de las masas, incluso por una causa perdida, es necesaria para la ulterior educación de esas masas y preparación para las futuras luchas” (destacados, todos del original).


La importancia de todo esto es muy sencilla: Jorge Beinstein y el Pc quieren encubrir la peor de las fe chorías: nada de luchar “por un nuevo Argentinazo”, por los programas votados por los movimientos piqueteros y de las asambleas populares; no es cuestión de hacer “paralelismos con las revoluciones rusas de 1905 y 1917”, dice, burlón, Jorge Beinstein, sino sólo de “quebrar la lógica del capitalismo argentino”, como si hubiera una “lógica” capitalista independientemente del capitalismo, y como si el “argentino” fuera una “excepcionalidad” del capitalismo mundial, esto ¡en la época de la mayor globalización imperialista! Beinstein filosofa sobre “una dinámica no capitalista de crecimiento”, pero que es siempre crecimiento del PBI, de mercancías, de valor de cambio, es decir, de capitalismo. No reivindica el programa piquetero sino el plan del banquero Carlos Heller: “desatar la creatividad productiva de las mayorías, a través de un programa que abarcaría a grandes empresas estatales bajo control democrático, pequeñas y medianas empresas privadas, cooperativas, empresas autogestionadas de propiedad pública, microempresas privadas, y una variedad muy amplia de iniciativas sociales”. Esto que él llama “un socialismo plural” es volver la rueda de la historia para atrás. Esto no es el socialismo, sino la reconstrucción de la sociedad sobre bases mercantiles y capitalistas. Este planteo, hoy es funcional al gran capital nacional –e incluso sectores imperialistas– fundidos, que buscan ponerle freno a su caída y a la tendencia inmanente del capital a su concentración y centralización. Obviamente, Jorge Beinstein y el Pc no quieren “desatar” la revolución sino el “shock redistributivo” que esconde el salvataje capitalista. ¿Acaso no acaba de adherir la cavallana “Fundación Mediterránea” al planteo de Attac a favor del “impuesto Tobin”, del que los dirigentes comunistas Gambina-Beinstein son sus principales impulsores en la Argentina?


Los planteos de Jorge Beinstein y el PC obviamente no son una vuelta a Marx, sino a Victorio Codovilla.


 


Sobre los “límites” del presente proceso revolucionario


Por su envergadura, el proceso revolucionario abierto el 19 y 20 de diciembre ha superado en importancia a los que lo precedieron. Beinstein ahora da por “cumplida” la ofensiva capitalista y “acabada” la rebelión popular, incluso habla de “retroceso avasallador”. En una palabra, asistimos a nuestro 18 Brumario, a la derrota final.


Para los materialistas militantes, desde Marx a Trotsky, la gran revolución francesa de fines del siglo XVIII fue el laboratorio de las mayores enseñanzas y hasta de buena parte de las categorías que utilizamos hasta nuestros días. El “18 Brumario” es el día que en el calendario de la república revolucionaria se impuso el golpe reaccionario de Napoleón Bonaparte (9 de noviembre de 1799). Para que nuestro “Argentinazo” ingrese a su “18 Brumario” hace falta todavía el golpe reaccionario que entronice una salida bonapartista. Jorge Beinstein no define este punto pero sí asegura que: “Nuestro pueblo desarrolló una embestida piquetera en el primer semestre de 2001 que se desinfló cuando amenazaba ser una marea incontenible”. En una nota a pie de página, que es una joya de la provocación, agrega que: “Las conducciones piqueteras de ese entonces contribuyeron eficazmente a dicho desinfle”, ignorando de paso el giro político que el Bloque Piquetero impuso al país con su lucha a partir de la masacre de Puente Pueyrredón.


Incluso las migajas electorales que Beinstein e IU pretenden recoger, son el resultado de la lucha piquetera. Cuando el “Argentinazo” apenas ha iniciado una nueva etapa histórica, Jorge Beinstein e IU lo declaran difunto y ponen al desnudo así su propio carácter contrarrevolucionario.