Políticas

31/1/2022

El acuerdo con el FMI implica un bestial aumento de la deuda

Los límites a la emisión monetaria y el pago de intereses obligarán a un mayor endeudamiento.

El principio de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional es presentado como una solución al problema del ahogo financiero que sufre el país por los impagables vencimientos de deuda y hallarse excluido del acceso al mercado de crédito internacional. Sin embargo, el resultado será un nuevo incremento exponencial del endeudamiento, que con seguridad nos llevará a nuevas crisis de deuda y por ende promete estirar indefinidamente la tutela del imperialismo y el capital financiero sobre la política económica de Argentina.

Dentro de las prescripciones de ajuste pautadas con el organismo para arribar a 2025 con déficit cero tiene particular importancia la rígida política monetaria, que habilita un financiamiento del Banco Central vía emisión de pesos de solo el 1% del PBI (cuando el año pasado alcanzó el 3,7%). Ello quiere decir que el gobierno deberá tomar deuda por nada menos que 10.000 millones de dólares para que las cuentas públicas cierren 2022 con un déficit fiscal primario del 2,5% del PBI y a la vez poder cumplir con los pagos de intereses a los bonistas y al propio FMI.

Para alcanzar ese objetivo desde la Casa Rosada vienen gestionando nuevos préstamos de otros organismos multilaterales, como el BID y el Banco Mundial, que a su turno también refuerzan la subordinación del país a los dictados de quienes la propia Cristina Kirchner en su discurso en Honduras responsabilizó por las políticas de ajuste en América Latina y hasta por el crecimiento del narcotráfico en la región. Pero en el mejor de los casos ello no llegaría a cubrir ni la mitad de las necesidades de financiamiento.

Es en este cuadro que desde la presidencia concentran las expectativas de la gira internacional por Rusia y China a pedir financiamiento, cuando incluso hay grandes proyectos parados por la suspensión de desembolsos a la espera de la normalización del crédito con el Fondo, como sucede con las represas hidroeléctricas de Santa Cruz. En el centro de esta estrategia se ubica ahora la búsqueda de una ampliación de 3.000 millones de dólares del swap con China, con la intención de saldar con ello parte de la balanza comercial desfavorable con el gigante asiático, a costa claro de rendir un interés; aunque es una vía condicionada a la mayor penetración de empresas chinas y la integración en la nueva Ruta de la Seda, que despierta los recelos del imperialismo yanqui.

El resto dependerá del éxito en la política de renovar e incrementar las colocaciones de títulos de deuda en pesos. Lejos de ser inocua, como lo presentara el ministro Martín Guzmán, el recurso al endeudamiento en moneda nacional ha cobrado una dinámica de bola de nieve, con bonos de corto plazo y atados a la inflación. Esa orientación fue la que en apenas dos años derivó en un salto equivalente a 36.000 millones de dólares (un incremento nada menos que del 50%). Mientras el discurso oficial responsabiliza por la brecha cambiaria a la presión de los capitales especulativos, se comprometen a redoblar la dependencia de la banca y los fondos de inversión, a merced de cuya voluntad de renovar vencimientos está todo este operativo.

Recordemos que, además de ir subiendo las tasas de interés que paga el Tesoro, el gobierno habilitó que los bancos puedan comprar títulos públicos utilizando los encajes (que funcionan como reaseguro para los ahorristas), lo cual liga toda futura crisis de deuda soberana a la perspectiva de una corrida bancaria.

En paralelo, como el propio acuerdo firmado con el Fondo establece la suba de las tasas de interés de referencia que fija el Banco Central (que deben ubicarse por encima de una inflación que se proyecta superior al 50% anual), el resultado será abultar la hipoteca de las Leliq y pases pasivos que viene creciendo en forma geométrica, y que este año requerirá nada menos que más de dos billones de pesos para saldar intereses a los bancos. De esta manera, los pasivos de la autoridad monetaria prometen superar ampliamente a sus activos.

Por último, Guzmán deslizó que los desembolsos pactados con el FMI -y que dependerán de las revisiones trimestrales del organismo- incluirían un margen por encima de los vencimientos, para facilitar el objetivo de nutrir las reservas. Por lo tanto, tendremos que a fin de cuentas al finalizar el programa fondomentarista de ajuste de dos años y medio anunciado por Alberto Fernández el monto total que el país deberá comenzar a devolver será superior a los actuales 44.000 millones de dólares tomados por Macri.

Para romper este círculo vicioso de endeudamiento y defaults que nos condena al saqueo del país y la tutela del FMI es necesario repudiar toda esta deuda fraudulenta y usuraria, y disponer del ahorro nacional sobre la base de la nacionalización bajo control obrero de la banca y el comercio exterior. Es el único camino para un desarrollo de la Argentina, pero requiere de la lucha por un gobierno de trabajadores ante la postración del devaluado nacionalismo burgués y la derecha cipaya. Ganemos las calles contra este nuevo pacto colonial.