Políticas

6/8/1991|337

Aylwin-Menem

El acuerdo de la Shell y del Banco de Boston contra los trabajadores de Chile y de Argentina

Es fácil detectar la mano de la diplomacia norteamericana en los acuerdos que firmaron Aylwin y Menem (entre ellos someter al arbitraje internacional el diferendo sobre Laguna del Desierto). El Departamento de Estado de Bush viene monitoreando directamente las relaciones argentino-chilenas por dos grandes razones: una, asegurar el cumplimiento de los planes de privatización en los negocios entre los dos países, en los cuales están involucrados los bancos norteamericanos y que permiten la conversión de títulos de la deuda externa en activos nacionales; la otra, desactivar la presión de los grupos “militaristas” de ambos lados (que se valen de los diferendos limítrofes) con la finalidad de reforzar a las “democracias” entreguistas y represivas de los dos países. A Todman y a sus títeres en Argentina y Chile nos les preocupa en lo más mínimo la “paz entre los pueblos", sino la ausencia de “seguridad Jurídica” que los conflictos de límites crea a los “privatizadores” y “capitalizadores” de los negocios binacionales. Los llamados problemas “territoriales” ya no son tales pues están subordinados a los intereses financieros del imperialismo.

Negocios con gas, petróleo y transporte

La urgencia por resolver el problema de Laguna del Desierto viene dada por la prevista construcción de un gasoducto con destino a toda la región de Santiago de Chile, el cual estará a cargo de Perez Companc y Shell, asociados con Gasco-Copec, el pulpo chileno más importante, directamente vinculado a la camarilla de Pinochet. El gasoducto, que operará como mínimo durante los próximos 25 años, no puede estar sujeto a los avatares fronterizos. La comercialización del combustible estará exenta de impuestos a ambos lados de la cordillera, y para asegurar la alta rentabilidad del negocio el gobierno argentino garantizará la prioridad de la distribución gasífera con este destino, lo cual puede poner en peligro el abastecimiento a otros puntos de la Argentina. El entusiasmado apoyo que le ha dado a este proyecto alguien tan poco experto en ingeniera gasífera como el presidente de la Asociación de Bancos Extranjeros en la Argentina, Emilio J. Cárdenas del banco de Boston (ver Clarín, 25/6), es suficiente para demostrar el elevado interés de la banca acreedora y del Tesoro norteamericano en esta operación. Dada la escasa rentabilidad que los estudios previos adjudican a este gasoducto, se prevén tarifazos “generosos” del 800% y el fantástico subsidio que significa pagar la inversión con títulos de la deuda externa que se cotizan al 20% del valor que les reconoce el gobierno.

También los grupos petroleros están interesados en una rápida resolución de las diferencias fronterizas. En setiembre comenzará la licitación de los pozos de la cuenca austral, en la cual están interesados en participar los consorcios que operan detrás de la compañía estatal chilena, ENAP. YPF y ENAP tienen convenios de explotación conjunta en la zona de Tierra del Fuego, pero la altísima lucratividad que ofrece la venta de las reservas argentinas ha despertado el apetito de las empresas que operan del lado chileno. Finalmente, hay varios grupos exportadores argentinos de la zona de Cuyo y Neuquén, que aspiran a canalizar el grueso de sus ventas a través de los puertos chilenos, y tienen previsto para ello la construcción de un ferrocarril trasandino. Toda la burguesía argentina apuntala este proceso como lo demuestra el decidido apoyo de los radicales al arbitraje internacional sobre Laguna del Desierto. También el Vaticano anunció su bendición a la delimitación de Laguna del Desierto, como lo hizo con el Beagle en 1984. En definitiva, Aylwin y Menem no concluyen un acuerdo de límites sino un tratado financiero de enajenación de los recursos naturales al imperialismo y a las burguesías nativas, y de esclavización financiera de ambos países en beneficio de los usureros de la deuda externa.

La campaña reaccionaria y chauvinista de la derecha

Los legisladores del justicialismo y el radicalismo de Santa Cruz, junto al gobierno y la burocracia sindical han puesto el grito en el cielo contra la “entrega de Laguna del Desierto a los chilenos”, ¡pero nada dicen de la entrega de la Nación Argentina y de la Nación Chilena al imperialismo y a los banqueros! Para fomentar la división entre los pueblos de Chile y Argentina y para mejor encubrir los negociados financieros del “gringaje” norteño , promovieron una gran campaña a través de los medios de comunicación, organizaron una sesión especial de la Legislatura en la zona en discordia y vía la CGT provincial, enrolada en el Ubaldinismo, realizaron un paro general obrero-patronal-oficialista el viernes 3 (el gobierno declaró asueto). Los grupos políticos vinculados a Bussi y a los “carapintadas” también impulsaron decididamente esta campaña “en defensa del suelo patrio”, pero no del “subsuelo patrio” ni del bolsillo y el trabajo “patrios”.

Los “nacionalistas” no denuncian el contenido pro-imperialista de los acuerdos Menem-Aylwin. Tampoco abren la boca contra Perez Companc, Shell y los capitalistas que están detrás de esta negociación. Es que ellos mismos apoyan la “privatización” petrolera, la entrega de los yacimientos de Río Turbio y el pago de la usuraria deuda externa e interna. Quienes han sido cómplices o ejecutores de la entrega y desmantelamiento de YPF e YCF, se desgarran ahora las vestiduras por Laguna del Desierto. Han gobernado Santa Cruz reduciendo el salario a niveles insignificantes y bicicleteando su pago en fecha para favorecer la política fondomonetarista del gobierno, y pretenden ahora canalizar el odio popular al régimen menemista contra el pueblo o la Nación chilena.

La campaña “nacionalista” no tiene sustancia ni porvenir por la simple razón de que la clase que le da de comer a los “nacionalistas” apoya al arbitraje. Ella solo sirve para crear una división con relación a la numerosísima colectividad de trabajadores trasandinos que habita en Santa Cruz, lo cual sirve para mejor superexplotar a los trabajadores, sean argentinos o chilenos. Los trabajadores argentinos y chilenos están sometidos en uno y otro lado de la frontera a gobiernos capitalistas esclavos del imperialismo. Este es el único problema “nacional” a encarar y resolver por la vía conjunta de la movilización obrera y popular.

Algunos burócratas sindicales han intentado presentar el rechazo al arbitraje territorial como una reivindicación de lucha contra el FMI. Pero para que tenga ese carácter es necesaria la unión de Chile y de Argentina, no su división, para luchar contra el sometimiento económico y político al imperialismo y contra sus gobiernos “nacionales” capitalistas. Los ubaldinistas hubieran debido proponer para eso una huelga general a la CUT de Chile por el no pago de la deuda externa.

Cuando los explotados chilenos y argentinos estemos unidos en esto, no importarán las fronteras, la ciudadanía será una. En oposición a la división de los “nacionalismos” entreguistas está planteado un combate común de trabajadores chilenos y argentinos por el desconocimiento de la deuda externa, la confiscación de los capitalistas depredadores y la unidad obrera y socialista de América Latina. La burocracia sindical actúa, en la cuestión nacional, como correa de transmisión de los capitalistas que pretenden encubrir el negociado de Aylwin y Menem.

Ataque a las huelgas, desvío de las Asambleas Populares

Las energías de las masas de la provincia se vienen expresando, sin embargo, en importantes huelgas y luchas. En Caleta Olivia alcanzó un extraordinario desarrollo en los últimos meses la Asamblea Popular, en tanto que un plenario intersindical realizado en Río Gallegos fijó un intenso plan de movilización para el mes de agosto, para generalizar las asambleas a toda la provincia. El programada esta lucha es el no pago de la deuda externa, la renacionalización de las áreas petroleras entregadas, el control obrero de las finanzas públicas y de las empresas del Estado. Para abortar este proceso los partidos patronales y la burocracia sindical han montado la campaña sobre la llamada “entrega de Laguna del Desierto”.

El Partido Obrero de Santa Cruz denunció el paro reaccionario de la CGT, hizo un llamado a la unión de los sindicatos argentinos y de las organizaciones obreras de Chile. Los límites de un arbitraje para la causa de la paz son harto evidentes, ya que la guerra nace de los conflictos entre los intereses capitalistas, algo que se agudiza día a día. En los hielos patagónicos la demarcación fronteriza es incluso teóricamente imposible. Nuestros “sanmartinianos” y “bolivarianos” se olvidan con frecuencia de la unidad de América Latina, que sus mandantes capitalistas han sido históricamente incapaces de lograr. Será entonces, la tarea de la revolución proletaria y socialista.