El “almuerzo” de IDEA

Cristina Kirchner vuelve a rendir cuentas ante los patrones

El discurso de la candidata oficial en la reunión de IDEA fue harto instructivo. Es lo que ocurre casi siempre en este ámbito de grandes capitalistas, que se reúne, precisamente, para ventilar los problemas que afectan a sus negocios y a su dominación social. La más célebre de las reuniones de este cónclave quizá haya sido la de 1988 —cuando Menem se hizo representar por su candidato a vicepresidente, Eduardo Duhalde—, porque fue allí cuando se comenzó a tejer la alianza con Álvaro Alsogaray (que participó por la Ucedé) y con el conjunto de los industriales nacionales y banqueros internacionales que se disputaban las empresas estatales de Argentina. Menos célebre fue la reunión de 2005, pero aún ella sirvió como referencia, porque consagró la fractura entre Kirchner y Lavagna, cuya razón fue la abundancia de fondos fiduciarios que estaba armando el kirchnerismo en su exclusivo beneficio para las obras de infraestructura.


El tema que monopolizó el discurso y las preguntas del martes pasado, cuando Cristina Kirchner se presentó para obtener el salvoconducto de los mandamáses, fue el asunto de la crisis energética y la intervención del Estado. Con un empeño digno de mejor causa, la candidata en carrera se esforzó por demostrarles a los comensales que la intervención del Estado era necesaria para subsidiar la acumulación de capital por parte, precisamente, de los capitalistas. Señaló, para ilustrar su punto, que sin la construcción de la eléctrica Futalefú, por parte del Estado, nunca se hubiera podido levantar la planta de Aluar en Puerto Madryn. Pero como Aluar exporta el 90% de su producción, no quedó en claro si la señora Kirchner estaba propugnando la industrialización o la des-industrialización de Argentina. Como sea, los contribuyentes ponen la plata y los capitalistas se llevan las ganancias. Grande, para la causa nacional y popular.


El argumento de la candidata sonó, sin embargo, contradictorio, porque todos los que se encontraban ahí saben que Kirchner y Das Neves le han entregado el petróleo de Cerro Dragón, hasta el 2050, a Pan American Energy, un pulpo inglés tipo Shell, y al ‘nacional’ Bulgheroni. No solamente esto: las inversiones prometidas se financiarán con un crédito ¡del Banco Mundial! (el supuesto enemigo acérrimo del clan oficial) por 250 millones de dólares, o sea acumulando deuda externa. La intervención estatal en el caso de Cerro Dragón se ‘redujo’ a apalear a los santacruceños que se oponen a la entrega. Remates similares al del sur tienen lugar en Salta y Mendoza. En el caso de la minería la entrega se está produciendo al por mayor, en especial en la zona cordillerana de Catamarca y San Juan. La intervención estatal, en estos casos, es de un tipo especial: algunos proveedores o tercerizadas de las mineras son testaferras de los gabinetes sanjuanino y catamarqueño.


No hay que abusar, sin embargo, de la disertante. Los comensales se declaran privatistas, aunque saben muy bien que incluso los grandes capitalistas norteamericanos (sí, los norteamericanos, no los de Uganda) están pidiendo: uno, que las empresas estatales de crédito hipotecario, Freddie Mae y Fanny Fae, se hagan cargo de la deuda hipotecaria insolvente que está en manos de bancos y fondos financieros; y dos, que el Banco Central norteamericano siga metiendo billones de dólares para rescatarlos de la quiebra. Ellos mismos están viviendo ahora mismo de la teta del Estado, que está bombeando miles de millones de pesos a los bancos para paliar la pérdida patrimonial que están sufriendo como consecuencia de la caída de la deuda pública de Argentina. Hagamos notar, de todos modos, que los banqueros usan la emisión que se les brinda para comprar dólares y sacar capitales del país.


Como se puede apreciar el panorama del almuerzo era bastante contradictorio, porque en realidad nadie sabe exactamente para donde disparar desde que quedó explicitada la enorme crisis financiera internacional. En el almuerzo sobraba la comida pero faltaban las IDEAs.


La discusión real, envuelta en bellas palabras, es quién va a financiar las inversiones en energía y cómo va a ser ese financiamiento. Una parte de los capitalistas de la mesa de IDEA pretenden que se financie con un tarifazo y con una apertura a capitales internacionales. La candidata, aunque no lo dijo, quiere meter en el negocio a Enarsa y otros fondos paraestatales, una para que la camarilla oficial tenga su bocado, otra para que los llamados capitales nacionales obtengan su porción. El argumento oficial es que, de este modo, se podría morigerar los tarifazos con subsidios oficiales. Que a la candidata no le preocupa la penetración del capital extranjero en este rubro lo prueba la negociación de su amigo Eskenazi, dueño de varios bancos, para que el Citibank financie la compra de la cuarta parte de Repsol-YPF. En suma, la agenda del capitalismo en Argentina, en la próxima etapa, es la entrega del gas y del petróleo y el conjunto de las inversiones energéticas. Los aumentos de hasta un 25% que ya se han producido en el precio de las naftas, es una demostración de que el tarifazo es inevitable en cualquiera de los planes. Argentina, por otra parte, ya ha firmado convenios (¡y con Venezuela!) para instalar plantas de regasificación, lo que significa que piensa importar el fluido, que en el exterior es cinco veces más caro que en el mercado nacional.


El discurso de Cristina Kirchner en IDEA y la crisis energética ayuda a entender el excelente recibimiento que Kirchner prodigó al candidato a presidir el FMI —el francés Strauss-Kahn. El pingüino quiere arreglar con el Fondo, precisamente para financiar los planes que expuso su esposa. Que el francés sea un socialista le ha venido como anillo al dedo para disimular su capitulación. Argentina vuelve a la madriguera a la que prometió no volver jamás, simplemente bajo la presión de las necesidades capitalistas.


En definitiva, aunque la dama se vista de seda sigue siendo la representante política de intereses capitalistas. No representa ninguna tercera posición. Los capitalistas ya saben que “ganar dinero no es pecado”, como los tranquilizó Cristina Kirchner, aunque para hacerlo no solamente haya que pecar sino cometer crímenes que no tienen absolución —como la explotación de las masas, la opresión política, el hambreamiento de pueblos enteros y las guerras.


Cuando los Lavagna, Carrió y otros pasen por la mesa de estos mismos capitalistas tendremos el panorama extendido del antagonismo de intereses en el seno de la burguesía.