Políticas

19/5/2011|1177

El “apoyo crítico” al Frente de Izquierda

La semana pasada, el diario La Jornada, de Ciudad de México, sorprendió con una columna de opinión que ofrecía el “apoyo crítico” al Frente de Izquierda que se ha formado en Argentina. Nos alienta, claro, el interés que el Frente de Izquierda empieza a suscitar entre nuestras naciones, pero ¿por qué “crítico”?

Para el autor de la nota, la crítica obedece al carácter exclusivamente electoral del frente, que para él debía haberse constituido con un carácter estratégico, no circunstancial, sobre la base de principios y programa definidos. Apuesta, entonces, a que se disolverá luego de las elecciones -un dato que le parece suficiente para condicionar el “apoyo” al emprendimiento.

La “crítica”, aunque parece concreta, es ambigua; algunos podrían responder que no se puede recorrer todo el camino de una sola vez y que habría que aplaudir lo que sería un primer paso. Otros -el POR de Bolivia, por ejemplo- sostienen que el “electoralismo” que aquejaría al Frente de Izquierda es suficiente para despacharlo a mejor vida y que es el punto de partida de otra experiencia ‘democratizante’.

Si se mira bien, sin embargo, el frente se ha formado sobre una base claramente principista y es la “crítica” al frente la que adolece de un oportunismo sin atenuantes. Es curioso que se pase por alto que los partidos que integramos el frente desarrollamos una actividad programática regular a través de nuestras prensas y que también, por intermedio de ellas, desarrollamos una actividad polémica constante que incluso molesta al observador que no se compromete con esas ‘querellas’. Todo esto significa que los integrantes del Frente estamos delimitados entre nosotros, o sea que el frente no se hace sobre la base de la confusión de posiciones, que es lo esencial del oportunismo -sacrificar los objetivos estratégicos a las necesidades político-prácticas de las luchas. En el caso del Partido Obrero, hemos dedicado un buen par de editoriales a caracterizar el Frente de Izquierda, es decir a analizar  sus condiciones y limitaciones. De esto se trata, fundamentalmente, el principismo en la política socialista.

Todo frente es, por definición, “práctico”, a diferencia de la concepción de conjunto que une a los miembros de un partido. Pero ningún frente, por práctico que sea, puede confinarse a su propio instante: abre una ruta, o sea que encierra un alcance que va más allá del primer momento, ¡al menos para las fracciones más conscientes del frente! No existe un muro infranqueable entre el frentismo y los objetivos estratégicos, lo que puede ser superado a través de la experiencia y por medio de una clarificación constante de las condiciones en que opera, de los objetivos que se presentan y de los métodos. Si el Frente de Izquierda logra abrazar, en la movilización que ha encarado, a los sectores más amplios de los luchadores, habrá modificado, por esa sola razón, su carácter de inicio -lo contrario es suponer que esos luchadores que se incorporan son de palo y que la modificación de la relación de fuerzas que produce su involucramiento no altera todas las relaciones de clase que existían en el punto de partida.

Los ‘críticos’, que sin embargo apoyan el Frente de Izquierda, no perciben que el único oportunismo se encuentra en su propia crítica. Una unidad política de principios y programa, propia de un partido, no puede ser condicionado a un plazo determinado y menos en ocasión de una campaña electoral. Suponiendo que el intento no aborte en una división, el acuerdo resultante sería superficial y acomodaticio, condicionado por su circunstancia. Las elecciones no son de por sí revolucionarias ni tampoco se desarrollan en condiciones revolucionarias. Sería como pretender la obtención de un acuerdo de principios como condición para una huelga o cualquier otra acción directa; incluso la toma del poder puede asumir la forma de un compromiso entre fuerzas contradictorias, como ocurrió en la Comuna de París y también en la formación del primer gobierno revolucionario en Rusia, entre los bolcheviques y la izquierda del socialismo revolucionario (populistas). Nuestra tendencia internacional (CRCI) marcó el camino para un debate que delimite divergencias y proceda a una unidad de principios en el marco de la IV Internacional cuando ofreció a la discusión el programa que aprobó en abril de 2004. El Frente de Izquierda se formó sobre una definida plataforma de diez puntos, incluso en un marco de divergencias en la caracterización de la situación histórica mundial y de la propia campaña electoral. Estas divergencias, en especial la última, deberán ser superadas en el curso de la campaña, aun así siempre serán provisionales. Lo más importante es que el Frente dé paso a un reclutamiento intenso de activistas y luchadores de todo el espectro que ofrece hoy día la lucha de clases en Argentina. El Frente de Izquierda es la expresión de los explotados que se movilizan en oposición constante al Estado y sus partidos (en especial aquellos que se disfrazan de populares y nacionalistas) y más especialmente todavía expresa a los que luchan contra la burocracia sindical. No nos agrupa el propósito de superar los límites de votos que nos impone la legislación represiva, sino un movimiento en plena marcha que debe ser insuflado por un contenido político socialista.

Otros “apoyos críticos” involucran a protagonistas del movimiento Economistas de Izquierda, un apoyo altamente sintomático de la expectativa que podría suscitar el Frente de Izquierda, ya que en otros países (Grecia, por ejemplo) los miembros del EDI apoyan frentes de características chavistas o centristas, sin ‘crítica’ alguna, poniendo un empeño inútil en distinguir a la deuda externa ilegítima de la legítima para no proclamar con claridad objetivos de poder de la clase obrera, en situaciones claramente pre-revolucionarias (de nuevo Grecia). Que simpatizantes del chavismo apoyen el Frente de Izquierda, por más crítico que sea el apoyo, es una prueba del desencanto con la evolución del movimiento bolivariano a partir de los acuerdos entre Venezuela y Colombia, así como de la inexistencia política, en Argentina, de corrientes dispuestas a defender a la Venezuela chavista contra el imperialismo fuera del Frente de Izquierda. El Frente debutó con una declaración de condena a la deportación de un luchador colombiano-sueco a pedido del masacrador Santos.

La crítica de este sector al Frente se emparenta con la anterior en el reclamo de que debió haberse constituido por medio de un debate amplio. Aquí, la propuesta del debate no apunta a un mayor purismo revolucionario del Frente de Izquierda, como quiere el columnista de La Jornada, sino a imprimirle características democratizantes. Pero, repetimos, la posibilidad del debate siempre está abierta en Argentina, debido a la actividad de propaganda gráfica y audiovisual constante de los partidos del Frente, incluidas las polémicas públicas, más enconadas que diplomáticas. En estas condiciones, nadie necesita una autorización para plantear iniciativas, más aún cuando los acuerdos y desacuerdos entre nuestras fuerzas y las que apoyan con críticas al Frente son una constante; por ejemplo, en el medio universitario. A partir de esto, los compañeros que brindan el “apoyo crítico” podrían plantear, de aquí en más, iniciativas de clarificación y movilización como un método para desarrollar el Frente entre el pueblo. Quienes nos “apoyan críticamente” desde este sector de la izquierda contribuirían decisivamente a la causa crítica que abogan si clarificasen su apoyo político al chavismo, si es igualmente crítico, y en qué consistiría esa crítica a partir de los acontecimientos recientes.

El Frente de Izquierda se presenta como una herramienta para disputar el movimiento obrero y su dirección al nacionalismo de contenido burgués que encarna el kirchnerismo, a la burocracia sindical y al Estado que la protege. Se trata de una delimitación política verdaderamente estratégica. El propio Frente aún debe entenderla así.