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El asesor del “gobierno del pueblo” pinchó la “revolución productiva”
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Álvaro Alsogaray estuvo poco original el viernes pasado por televisión. Copió punto por punto un artículo de Arnaldo Musich, un “capitán de la industria” del grupo Techint, que se publicó en La Nación (7/7).
El copión Alsogaray dijo de entrada que “no ingresarán nuevos créditos” y que tampoco se debe esperar el retorno de los dólares fugados del país que, por 50.000 millones de dólares, equivalen al 85% de la deuda externa. Alsogaray se desnudó a sí mismo de esta manera como un charlatán esto porque en la campaña electoral, aseguró que “el shock de confianza” que producirían sus medidas de gobierno provocaría de inmediato el retorno de esos capitales.
Esta realidad fue adelantada por el PO, y solo por el PO, mucho antes que Alsogaray y Musich tuvieran que reconocer sus fraudes políticos. En La Nación (4/5), Jorge Altamira sostuvo que “no existe ninguna posibilidad de generar una repatriación de capitales que guarde alguna proporción con los 46.000 millones de dólares que el capital argentino ha fugado al exterior… (y que) cualquiera que sea la política antipopular que se aplique no habrá repatriación de capitales…”
A los pocos días, en otro reportaje, esta vez en Ámbito Financiero (12/5), Altamira sostuvo que “ni con Alsogaray presidente regresan esos capitales”. Es indudable que nuestro compañero sabía sobre Alsogaray más que el propio Alsogaray.
La razón por la que no retornarían esos capitales es que el mercado mundial capitalista está, de un modo general, saturado de mercancías y de capitales. Esto ha provocado la caída de un 50% de la tasa de beneficio del capital industrial, en los últimos 15 años con relación a la de 1950/70. Al capitalismo no le interesa el ingreso de más capitalistas y capitales al mercado, lo cual haría bajar aún más la tasa de beneficio sobre el capital invertido, sino el incremento de la tasa de explotación de los trabajadores sin alterar la masa del capital que se aplica a la producción. Aunque la tasa de ganancia es un 1000% superior en América Latina respecto a las naciones desarrolladas, para mantener esta situación es necesario que prosiga la escasez de capital disponible para la inversión productiva.
Pero el vergonzoso reconocimiento de Alsogaray de que no entrarán capitales es grave, porque significa que la “revolución productiva” no tiene la posibilidad de provocar un boom de nuevos capitales. Es decir que fracasará en su capacidad para poner a la economía en un nuevo nivel de producción. Como lo dice un reciente informe del Banco Mundial, la perspectiva no es la exportación de capital hacia las naciones endeudadas sino la captación más intensa del ahorro de estas naciones por parte del capital financiero internacional. ¡Por eso están a la orden del día los planes de libertad para los bancos, como ocurre con los recientemente autorizados depósitos en dólares!
“El punto de partida para una negociación con los acreedores es sacar los dólares guardados en el colchón – dijo precisamente el “Chancho”— y depositarlos en los bancos”, en un nuevo plagio a Musich, quien había dicho que “es más importante concentrarse en los 5.000 millones de dólares que no están expatriados que en los 50.000 millones que sí lo están”.
Pero hay que estar en la completa senilidad para sostener que esos hipotéticos 5.000 millones de dólares, que Clarín calcula en 2.000 millones de dólares, puedan ser el “punto de partida” para una solución de la deuda, que trepa los 64.000 millones de dólares. Musich no llegó a afirmar ese disparate, lo que demuestra que copiar bien es también un arte.
¿Para qué quieren Alsogaray y Musich que se saquen los dólares del colchón?
Básicamente para abrir nuevas fuentes de actividades especulativas. El régimen de depósitos en divisas, permite “blanquear” el dinero en negro. Como tales depósitos carecen de garantía estatal, la consecuencia natural es que los bancos acreedores y sus socios nativos monopolizarán este nuevo negocio, del cual han sido excluidos los bancos oficiales.
Los bancos obtendrán esos dólares al 6% anual para prestarlos en australes al 15% mensual mientras el dólar continúa fijo. Así obtendrán un beneficio del 2.000% por año.
El resultado de esto será un mayor endeudamiento del país a intereses usurarios. Este uso barato del dinero ajeno le permitirá también tomar a su cargo la financiación de las privatizaciones en marcha.
La presentación de la factura de estos superbeneficios formará otro componente explosivo del proceso de la desintegración capitalista que estamos asistiendo.