Políticas

12/3/2009|1074

El aumento de la miseria en el campo

La responsabilidad de los K y de los sojeros

En los años del kirchnerismo, los beneficios de los capitalistas del campo tuvieron un enorme crecimiento.

Pese a esta explosión de los beneficios, la miseria rural se encuentra hoy en niveles más altos que los previos a la quiebra de 2001 (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola -Fida-, junio de 2008).

En 2008, un organismo de las Naciones Unidas reconocía que “el país se está recuperando con rapidez de la crisis, pero la incidencia de la pobreza (rural) al día de hoy aún es mayor que en la etapa anterior a la recesión” (Fida, junio de 2008). Según este organismo, “en los campos del norte argentino la mitad de la población es pobre, en la Patagonia la cifra supera el 30%, y hasta en las fértiles tierras de la zona pampeana un 18% de los peones, trabajadores rurales y pequeños propietarios también son pobres” (Clarín, 26/5/07).

Además, creció la brecha entre la pobreza rural y la urbana. Antes de 2001, la pobreza rural duplicaba a la urbana; hoy la triplica. Y todo esto después de siete años continuados de expansión de la producción y los beneficios de los productores rurales.

En los últimos años, en las zonas rurales, el 30% de los hogares pasó hambre (Francisco Haimovich y Hernán Winkler), el doble del promedio urbano. La causa principal es la desocupación del jefe de familia, trabajador temporario: “el porcentaje de hogares con jefe desocupado que padece hambre asciende a 73%” (ídem). El 43% de los hogares con jefe de familia mujer pasa hambre, incluso si está ocupada. La mayoría de los niños de las zonas rurales son pobres y la mayoría de los pobres son niños.

¿Quiénes pasan hambre? Hay tres grupos diferenciados: los pequeños productores de un puñado de hectáreas, sin acceso al financiamiento, a las mejoras técnicas, a las fuentes de agua o a la asociación cooperativa; los aborígenes (más de 400.000 personas); y una masa inmensa de trabajadores temporarios, golondrina y en negro. En el ámbito rural, el 78% de los trabajadores no está registrado (Fida). Otros indicadores de la miseria -acceso a la educación, a la salud, a la vivienda, asistencia social- también muestran índices muy superiores en las zonas rurales.

¿Por qué la pobreza no se redujo drásticamente durante todos estos años de abundancia?
Por un lado, por el desplazamiento forzado de campesinos. De visita en el país, Lennart Bage, presidente del Fida, señaló que “el problema más grande (…) es la precariedad de la tenencia de la tierra (…) las disputas por la tenencia de la tierra (…) Se sabe que estas diferencias se agudizaron por el avance de la frontera agrícola” (La Nación, 26/5/07).

Por otro lado, creció la flexibilización, el trabajo informal, en negro e infantil. La Mesa de Enlace defiende el decreto-ley de la dictadura que flexibiliza el trabajo rural, establece el “trabajo de sol a sol” los siete días de la semana y la posibilidad del pago en especie. Recientemente, los cuatro representantes de la Mesa de Enlace en la Comisión Nacional de Trabajo Agropecuario votaron en contra de una resolución que establece la jornada de ocho horas para los trabajadores registrados (una ínfima minoría).

Otro factor: la especulación inmobiliaria, disparada por los beneficios excepcionales del ‘campo’, disparó por las nubes el costo de las viviendas y los alquileres en las poblaciones rurales.

La Mesa de Enlace capitalista afirma que la causa de la miseria rural son las retenciones. Todas las investigaciones lo desmienten. Los patrones del campo dicen que por no ser coparticipables, las retenciones niegan a los gobiernos provinciales los recursos necesarios para invertir en educación, salud, vivienda y asistencia social en las áreas rurales. Es una excusa. Lo que caracteriza a los gobiernos provinciales es su empeño en utilizar el aparato del Estado (leyes, jueces, policía) para facilitar la expulsión de campesinos pobres, el desmonte y el mantenimiento de normas laborales flexibles y semi-esclavas (incluido el trabajo familiar e infantil).

El gobierno K, a su vez, justificó las retenciones para producir una “redistribución del ingreso”, pero ahora reconoce, sin subterfugios, que las necesita para evitar la “crisis fiscal” y el ‘defol’, o sea para pagar la deuda pública.

Los K y la Mesa de Enlace son los responsables de la miseria rural.

Luis Oviedo