Políticas

5/6/2003|803

El balance electoral y la caracterización del gobierno de Izquierda Unida

Antes del 27 de abril, IU opinaba que podía “(salir) de la elección presidencial como una referencia política ante importantes sectores de los trabajadores y del pueblo” (Alternativa, 349), y esto porque caracterizaba que “estas elecciones, lejos de apuntalar al viejo régimen, agregan leña al fuego de su crisis” (ídem). También el Pc decía (Propuesta N° 629, 25/4) que “en las elecciones del domingo próximo es también Izquierda Unida la que aparece como la fuerza capaz de avanzar hacia su consolidación como una gran fuerza alternativa (…) y como la principal expresión política de las izquierdas”.


Para IU, los comicios serían la expresión política de la rebelión popular de diciembre de 2001, en un contexto latinoamericano de “giro a la izquierda” testimoniado, en primer lugar, por el triunfo de Lula en Brasil, pero también por “el resultado electoral de Evo Morales del Mas en Bolivia; el triunfo de Lucio Gutiérrez en el Ecuador” (Correspondencia Internacional, marzo 2003). Todo lo cual implicaba una nueva etapa (ídem). La rebelión popular y el “giro a la izquierda”, “va a manifestarse a nivel político general en las elecciones” (ídem). Para el Mst, por lo tanto, las tareas inacabadas del Argentinazo se desenvolverían por medio de un gran salto el 27 de abril.


En las antípodas, el PO definió el adelantamiento electoral de Duhalde como la política del imperialismo y de los explotadores nativos para disolver la rebelión popular y recomponer la autoridad del Estado, o sea como una salida contrarrevolucionaria. Decía que estaba planteado “o la victoria de la rebelión del 19 y del 20, ‘echando a todos’ y convocando a una ‘Constituyente con poder’, o la recuperación del control político por parte del imperialismo y el aplastamiento de los trabajadores” (Prensa Obrera, N° 763).


La evaluación posterior de las elecciones, de parte de IU, saltea esta finalidad política y el hecho de que ha sido “una victoria política de los explotadores” (Prensa Obrera, N° 798). Es que ahora los resultados electorales, hasta cierto punto, se le figuran a IU como un enigma, en la medida en que fueron “elecciones sin certezas previas, inusualmente cargadas de misterio” (Alternativa, 350). El misterio sería el “llamado voto útil de millones de trabajadores y sectores populares a los que consideraron ‘menos malos’ y con chances de derrotar a Menem y a López Murphy” (Alternativa, N° 350).


En este contexto, para IU las elecciones fueron “el reflejo directo del proceso revolucionario que se inició el 19 y 20” (ídem), o sea que el ascenso de Kirchner sería una expresión del Argentinazo, ni siquiera “distorsionada” sino “directa”. Para IU, el Argentinazo electoral se habría dado por la derrota del neoliberalismo menemo-aliancista.


En medio de la ausencia de certezas y de la abundancia de misterios, IU rescata, como contrapartida, haberse “consolidado como primera fuerza electoral de la izquierda”, y haberse posicionado “para nuevas batallas electorales, esta vez de carácter legislativas”, en las que “el único voto verdaderamente útil será el voto a la izquierda”, y en las que “está en condiciones de postularse y multiplicar su representación parlamentaria” (ídem). “Trabajaremos pues por su expansión y por nuevos logros en las próximas elecciones regionales y parlamentarias” (Propuesta, N° 632).


Como lo señalamos al explicar que IU quería un frente contra el PO, no contra el régimen, ahora consagra como un triunfo de conjunto haber sacado más votos que el Partido Obrero (sin reparar que cada organización de IU, por separado, sigue siendo electoralmente inferior al PO).


 


El gobierno de “mister K”


Para IU, el gobierno de Kirchner no solamente es el más débil de toda la historia; “es puro maquillaje” (Alternativa, N° 352). Para el Mst, “Kirchner será el presidente que deberá asumir con el menor apoyo social de la historia. Será un presidente sin legitimidad para decidir los destinos del país” (Alternativa, 351). En sentido similar, para el Pc Kirchner “no alcanzó una representatividad que le otorgue autoridad suficiente para pilotear una crisis orgánica como la que sufre el capitalismo argentino” (Propuesta, N° 632).


Pero, como Kirchner es el resultado de “un fuerte reclamo de acabar con un modelo (el neoliberalismo de Menem y De la Rúa), “las expectativas despertadas en buena parte de la población tienen ese sentido transformador” (ídem); es decir que Kirchner sería uno de los presidentes más fuertes de la historia última. También para el Mst, las expectativas en “mister K” “reflejan el golpe de muerte que recibió el modelo menemista continuado por De la Rúa con la rebelión iniciada el 19 y 20 de diciembre” (Alternativa, N° 352). Para IU, los límites políticos de Kirchner pasan a un segundo plano; el ascenso de Kirchner representa la etapa del “agotamiento del neoliberalismo capitalista en el mundo, y muy especialmente a su rimbombante fracaso en la Argentina, donde se lo aplicó del modo más ortodoxo y prototípico” (Propuesta, N° 634).


Las expectativas en esta “nueva etapa” abren incluso “sueños y esperanzas”, lo cual “permite, por lo tanto, que las luchas populares, las de la izquierda, en la medida en que se unan y se coordinen, puedan convertirse en una presión destinada a impulsar el cumplimiento de alguna de las promesas realizadas” (ídem). O sea que IU apunta a realizar, al menos en parte, el programa de Kirchner. Hay que aprovechar, insiste, “cierta alegría por haber podido derrotar a esos exponentes neo-liberales” (ídem).


De esta forma, el Pc sustituye la realidad objetiva del plan continuista de Duhalde por las “expectativas populares” y oculta el carácter antiobrero del régimen de Kirchner por “el cumplimiento de las promesas que se le hacen al pueblo, para presionar en el sentido del cumplimiento y para construir un plan alternativo, que nosotros entendemos tiene que ver con políticas que favorezcan fundamentalmente el desarrollo del mercado interno” (ídem). Todo el “misterio” electoral se devela en este párrafo, porque “el mercado interno”, o sea el desarrollo del capital, acaba revelándose como el programa común de Kirchner e IU. Estamos ante la clásica política democratizante de “apoyo crítico” a la burguesía nacional. La misma de la que el Pc ha dicho que sólo existe en Brasil (¡y es Lula!).


En este contexto, la “debilidad” del gobierno de Kirchner no se refiere a otra cosa que a la posibilidad de que cumpla “promesas”. En Prensa Obrera dijimos, en cambio, que “el gobierno de Kirchner es la consecuencia del éxito del plan político de Duhalde en relegar la posibilidad de que se fueran ‘todos’. En esto consiste su fortaleza política inicial” (Prensa Obrera N° 801), y justifica el apoyo que ha recibido del conjunto de la burguesía nativa, de la burocracia sindical y del imperialismo.


También es otra la caracterización que hicimos de “la concurrida asistencia internacional-latinoamericana a la asunción de Kirchner a la presidencia…”. Señalamos que “con la mayor parte de las economías y de los estados latinoamericanos en bancarrota, las respectivas burguesías y el imperialismo enfrentan la amenaza de las rebeliones populares. El levantamiento campesino-indígena del 2000 en Ecuador; los sucesivos levantamientos en Bolivia y otros parciales en Perú; el Argentinazo de finales del 2001; confirman las sospechas de los explotadores de que la presente crisis del capitalismo engendra necesariamente la tendencia a la revolución” (Prensa Obrera N° 802).


Kirchner es más fuerte que el gobierno de Duhalde, su padrino, e incluso que otros gobiernos representantes del nacionalismo burgués que han asumido con un altísimo apoyo popular, como Cámpora que duró 45 días, y todo el gobierno peronista, dos años.


En el marco del movimiento piquetero, fábricas ocupadas, sindicatos y comisiones internas clasistas, asambleas populares y asambleas piqueteras y del Argentinazo, el nacionalismo burgués moribundo ha logrado relegar a la izquierda a un resultado electoral inferior al 3 por ciento de los votos.


El Mst confunde la descomposición histórica del nacionalismo burgués con el proceso político concreto de que Duhalde frenó las tendencias del Argentinazo antes de las elecciones y, por lo tanto, logró modificar negativamente para las masas las correlaciones de fuerzas. Se ha producido un desvío democratizante y nacionalista burgués en la etapa abierta por el Argentinazo; un desvío que deberá ser agotado para que la rebelión popular pueda candidatearse otra vez al poder.


La política de IU frente al nuevo gobierno no apunta a agotar la etapa y la experiencia, sino a reforzar las ilusiones y las ataduras al régimen en nombre del “cumplimiento de promesas” y del “mercado interno”.


En esto de que Kirchner cumpla con su programa, el Mst es el más consecuente dentro de IU, porque propone una Asamblea Constituyente para resolver “la caducidad de los mandatos de los políticos que no cumplan con las propuestas por las que fueron votados”.


La tarea de la nueva etapa es preparar la acción independiente de las masas, aprovechando las contradicciones sociales, políticas e internacionales del gobierno de Kirchner y combatiendo las ilusiones en esta nueva tentativa burguesa.


Este conjunto de problemas políticos definirán “la reiterada cuestión del frente de izquierda en la Argentina” (Prensa Obrera N° 801).