Políticas

25/4/2022

El Banco Central perdió reservas en el primer trimestre del año

Sin contar el giro del FMI.

Del superávit comercial al país no le queda nada.

En los primeros tres meses del 2022, el Banco Central acumuló reservas internacionales por USD 3.475 millones, contando el desembolso proveniente FMI por USD 6.750 millones. Esto quiere decir que si no hubiera existido tal giro por parte del organismo internacional, el BCRA concluía el primer trimestre del año con una pérdida de reservas de USD 3.277 millones.

Los datos se desprenden de un estudio elaborado por la consultora Quantum, que atribuye la pérdida de divisas principalmente a “pagos netos de capital e intereses a organismos internacionales, otros pagos netos del sector público y reducción de la liquidez en USD que tiene el BCRA por los depósitos del sector privado en esa moneda en los bancos” (Infobae, 25/4). Nuevamente, la política al servicio del rescate de la deuda pública y privada y la posibilidad de fugar depósitos dejándolos por fuera del sistema bancario han barrido con el superávit comercial del primer trimestre, que alcanzó los USD 1.394 millones animado por los altos precios de las commodities del agro.

A su vez, el informe advierte que, debido a la brecha cambiaria, buena parte de los dólares que entraron al país transitaron por el circuito informal, lo cual también atentó contra el acopio de reservas. Tal es el caso del turismo internacional, que, si bien aumentó 543% respecto al año pasado, los turistas que ingresaron vendieron sus divisas mayormente en el mercado de cambio paralelo. Otro ejemplo citado por la consultora es el de las exportaciones de servicios no tradicionales -profesionales de la “economía del conocimiento” que trabajan para empresas de afuera-, las cuales no fueron liquidadas en el mercado oficial. Lo cierto es que la causa de la brecha cambiaria -y los desequilibrios que genera- también la encontramos en la bancarrota del Banco Central, producto de la fuga constante de divisas, que obliga al gobierno a mantener un cepo cambiario que sin embargo no logra frenar este drenaje.

El oficialismo intenta contener la sangría de reservas no chocando contra los fugadores sino reforzando la bicicleta financiera al servicio de la banca y los fondos de inversión. En función de evitar un mayor desplazamiento al dólar se viene subiendo la tasa de interés de los instrumentos nominados en pesos y se ha fomentado un enorme negociado emitiendo bonos indexados a la inflación, agravando la usura sobre las cuentas nacionales y las tendencias recesivas. Esto es un callejón sin salida, porque por un lado los mecanismos cambiarios obstaculizan las inversiones extranjeras tan anheladas para el gobierno, pero si se desmantelaran se iniciaría una corrida de proporciones superiores a la capacidad de respuesta del Banco Central, con su consecuente salto inflacionario.

Todo indica que la crisis de reservas se profundizará en el segundo trimestre, donde el incremento estacional en la demanda de energía requerirá de una mayor importación de gas, cuyos precios internacionales se han disparado tras el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania. Como vemos, la meta del FMI acerca de acumular USD 4.100 millones en el Banco Central hacia fines de junio aparece seriamente cuestionada, con lo que el organismo exigirá alcanzarla endureciendo las restricciones a las importaciones, agudizando la recesión económica.

Por lo tanto, la única vía para recapitalizar el Banco Central es poniendo fin a la fuga de capitales -incluyendo el pago de la deuda- a partir de nacionalizar bajo control obrero la banca y el comercio exterior. Una vez concentrado el ahorro nacional, lejos de destinarse al bolsillo del FMI, debe volcarse al desarrollo nacional orientado en las necesidades de las mayorías.