Políticas

23/10/1998|605

El Banco Mayo o la gran estafa

Las idas y vueltas con el Banco Mayo nada tienen que ver con un interés por preservar las fuentes de trabajo. Su única motivación es que los‘salvadores’ que pretenden quedarse con él, aspiran a que la plata del traspaso la ponga el Banco Central. En suma, pretenden echar a la mitad del personal, pero por sobre todo quedarse con el banco en forma gratuita más algunos subsidios. El Citibank, por un lado, o el ‘pool’de bancos que quiere desguazarlo, por el otro, además de no poner un solo peso pretenden un premio por los servicios prestados.


De acuerdo con Clarín (18/10), el Citi no estaría dispuesto a devolver los 300 millones de dólares de redescuentos que el Central le prestó al Mayo. Señalemos de paso que este crédito es una manifiesta violación de la ley de convertibilidad, que prohíbe emitir dinero de cualquier forma que no sea a cambio de un ingreso en dólares.


Pero además de esto, El Cronista (19/10) dice que “es un secreto a voces que ningún banquero cometerá la torpeza de comprar una institución en problemas para salvarla… Más bien, todos están esperando a ver cuál será el primero en caer para recurrir a los aportes de Sedesa (que asegura los depósitos) y del Fondo Fiduciario, que permiten que una adquisición no sólo sea gratis sino que resulte un muy buen negocio”. Este diario estima que la ‘compra’ del Mayo por el Citi o por el ‘pool’ rival, le costará al Banco Central 350 millones de dólares (fuera del mencionado redescuento, que iría a fondo perdido). Precisamente, debido a este saqueo del Central, es que la Fundación Capital ‘recomiende’ reforzar los fondos del Sedesa utilizando las rentas que generan las reservas del Banco Central depositadas en el exterior (Ambito, 19/10).


Si todo esto es verdad, la crisis bancaria, con el Mayo incluido, se ha tragado los seis mil millones de dólares que el gobierno esgrimía como una prueba de la “solidez del sistema”.


Esta crisis bancaria no solamente se manifiesta en una pérdida de depósitos al ritmo de 80 millones de dólares diarios (Página 12, 4/10) y en un continuo traspaso de depósitos en pesos a dólares sino, por sobre todo, en una furiosa campaña de los bancos más poderosos para provocar corridas en los más vulnerables, con la finalidad de absorberlos luego con dinero del Estado. El capital no solamente es, en las crisis, una víctima del capitalismo sino también su victimario.


Todo esto demuestra que la defensa de los puestos de trabajo es simplemente una ilusión si no se arranca una huelga general y si, para ello, no se mantiene a rajatabla la ocupación del Banco, sin ninguna clase de operaciones o excepciones. En varios países de Asia se ha comenzado a transitar la experiencia de la nacionalización de los bancos, la que se ejecuta, claro, para salvar al sistema con dinero público, pero que de cualquier modo demuestra la completa bancarrota de los banqueros y la imposibilidad de que ofrezcan una salida a los trabajadores.