El diputado nacional Itaí Hagman, quien pertenece al bloque de Patria Grande en el Frente de Todos, afirmó en una entrevista que la Comisión Bicameral de la Deuda del Congreso pidió informes al Banco Central sobre la compra de dólares y la salida de los mismos del país durante el período del gobierno macrista (Ámbito Financiero, 8/2). Con ello, el dirigente centroizquierdista presenta que, con el apoyo del presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner, buscaría crear un “bono patriótico como el de 1890” (cita literal) para que las empresas que lideraron la fuga de capitales en el lapso 2015 – 2019 hagan un aporte al servicio de poder cumplir con el pago de la deuda externa.

Este planteo tira la pelota afuera de una manera desvergonzada. El régimen de permanente fuga de capitales y saqueo del país se mantiene intacto, lejos de haberse terminado en 2019. La prueba más fehaciente es el récord de superávit comercial del año pasado, del que no quedó nada. Los capitalistas gozan de ostensibles libertades para girar ganancias al exterior, empezando por unos 5.000 millones de dólares que se fraguaron en saldar autopréstamos con casas matrices o filiales en el extranjero, según cifras oficiales del Indec. Lo mismo vale para las divisas que se consumieron financiando la corrida para contener la brecha cambiaria. Por último, el pago sistemático de la deuda externa es otra de las vías principales de salida de dólares, por lo que proponer que los fugadores paguen un “bono” para volver a fugar lo recaudado es una estafa a los trabajadores y las mayorías populares en un país cruzado por el hambre y la miseria.

Con su planteo del “bono”, Hagman no hace otra cosa que encubrir la verdadera hoja de ruta del FMI y su pacto de ajuste colosal. Anticipa que los diputados de Patria Grande serán parte de una treintena que se abstendrán de votar un acuerdo que “no se va a poder modificar en el Congreso” porque viene “a libro cerrado”, pero aclarando que como la oposición derechista apoyará el acuerdo podrán “expresarán sus diferencias” aunque “sin bloquear” su aprobación. En conclusión, se compromete a no torpedear un camino de ajuste fiscal, tarifazos, devaluación, liquidación de los convenios y las condiciones laborales, ajuste sobre la salud y también sobre la educación, así como un sometimiento de la Argentina a relaciones de coloniaje.

Como condición para votar a favor plantea que se establezca algún tipo de salario básico universal. Pero eso es solamente una confesión inobjetable de que en la Argentina, bajo directivas del Fondo, no habrá lugar para el trabajo genuino ni expectativas para millones de personas sumidas en la miseria de acceder siquiera al mercado laboral. En definitiva, por mucho que se pinte de progresista toda su política, intenta sostener que hay formas “indoloras” de cumplir con los vencimientos de deuda y con el programa que puso sobre la mesa el FMI.

Rechazamos esta impostura, que propone la resignación al hambre de millones, al saqueo del país, a la pauperización cada vez mayor de nuestras condiciones de vida. Hay que acabar con una de las principales vías de fuga de capitales, que es el pago de la deuda externa. Junto a ello, proceder a nacionalizar la banca y el comercio exterior, para ponerle punto final a la salida sostenida de activos del país. Ello permitiría crear un ahorro nacional que pueda ser volcado a crear empleo genuino y a un verdadero desarrollo de la Argentina que solo podrán conducir los trabajadores.

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