El “Cavallo” Alvarez está más cerca del FMI que el Cavallo auténtico
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Un reciente artículo, en Clarín (19/9), sirve para poner de manifiesto hasta qué extremo el “Cavallo” Alvarez y sus inventos programáticos no son más que creaciones del Fondo Monetario Internacional. El encargado de hacer la demostración no es otro que el ex presidente de la Comisión de Valores, considerado otrora como el segundo en importancia después de Cavallo. Redrado hizo sus primeras armas en los Estados Unidos al servicio de los Fondos de Pensión volcados a la especulación en la Bolsa, y fue como un agente de éstos que consiguió ser nombrado como supervisor de la Bolsa de Buenos Aires. Su condición de agente de los especuladores extranjeros lo llevó, en más de una ocasión, a enfrentarse con los capitalistas nativos cuando éstos pretendían esconderles a aquéllos las ganancias reales que obtenían sus monopolios, o cuando resistían las presiones para abrir sus capitales a la penetración extranjera.
Pues bien, Redrado escribe que la reciente visita del titular del FMI, Michel Camdessus, fue una ducha fría para Domingo Cavallo debido a la insistencia que puso el francés en subrayar que no bastaría el crecimiento económico si no está acompañado de “una mayor igualdad de oportunidades en materia de salud y de educación”. De acuerdo a Redrado, Camdessus “enfatizó (en) la necesidad de brindar un nuevo horizonte que oriente a los sectores productivos para evitar el peligro de una Argentina quebrada que excluya a vastos sectores de la sociedad”. Redrado se vale del lenguaje “intervencionista” del “Cavallo” Alvarez para ilustrar la posición del FMI, con lo cual convierte a aquél en el mejor representante de la banca internacional. Digamos al pasar que los conceptos de Redrado podrían ser suscriptos sin el menor reparo por Pino Solanas y que el propio Redrado está planteando de hecho que “otra Argentina (no sólo sería) posible”, sino incluso necesaria. Redrado recuerda que, en el pasado, el FMI “no daba respiro (para lo que) no fuera el pago irrestricto de los intereses de la deuda externa. Hoy, prosigue Redrado, Camdessus reconoce otra problemática. Su cambio pone al desnudo la obstinación de la conducción económica que no avanza hacia una nueva etapa que atienda los problemas de los sectores productivos y del desempleo”. Es incuestionable que, con estas palabras, Redrado está respaldando al Frente Grande como alternativa política de los explotadores al planteo menemista. La convertibilidad no alcanza, insiste Redrado; “ahora es necesario generar un nuevo objetivo”. Lo mismo dicen el Frente Grande y el “Cavallo” Alvarez, lo cual los ha convertido en portavoces del imperialismo.
Lo que tanto Redrado como Alvarez naturalmente ocultan, es que cuando se refieren a la “cuestión social”, simplemente están pensando en privatizarla, y que cuando hablan de desempleo lo hacen para presionar por la reducción de los llamados “costos laborales”, no los empresarios (superbeneficios, intereses confiscatorios). Redrado se refiere a la necesidad de “quitarle el peso de su ineficiencia (del Estado) al sector privado y hacerse cargo de sus propios costos”. Habla de “liderar una nueva etapa de transformación en la estructura de costos”, lo cual debe entenderse como un reclamo de mayores despidos masivos, agregando por eso la necesidad de la “capacitación de los trabajadores a través de programas de entrenamiento y reentrenamiento”. El Estado debería relevar a los capitalistas del pago de la indemnización por despidos y asumir la carga de la formación profesional. Estos planteos desnudan el carácter rabiosamente anti-obrero de los planteos anti-exclusionistas y sociales del centro-izquierda.
La cuestión del llamado “gasto social” constituye, en realidad, un nuevo caballito de batalla del FMI para justificar su injerencia en los países de los que ha quedado excluido luego de cumplir con la función que se le asignó de hacerles firmar la renegociación de la deuda externa en los términos del plan Brady (entrega de empresas del Estado por títulos incobrables de la deuda externa). El FMI, acaba de informar The Financial Times (19/7/94) “desechó la sugestión de no duplicar el trabajo del Banco Mundial en la promoción del crecimiento de las naciones en desarrollo”. El Fondo reclama que se autorice a estos países y a los ex comunistas a tomar préstamos equivalentes al 90 por ciento de su cuota, un 50 por ciento más de lo que les está permitido en la actualidad. Para financiar este incremento de la deuda externa, el Fondo pretende que se lo faculte a emitir moneda —los llamados “derechos especiales de giro”, caracterizados por The Financial Times como un “activo de reserva artificial”. A la luz de estas maniobras en el escenario internacional, se puede decir sin la menor duda que los planes del tipo del “Cavallo” Alvarez, simplemente están vehiculizando presiones del capital financiero internacional, empeñado en encontrar nuevas áreas de especulación y nuevas posibilidades de confiscación en su beneficio.
Para obtener una idea de lo que está en juego hay que tener presente que el valor de los títulos y acciones de los llamados mercados emergentes ha llegado al billón de dólares, y que al mismo tiempo las empresas que respaldan estos activos son fundamentalmente artificiales, como lo acaban de demostrar la ola de quiebras bancarias en Venezuela o el reciente estallido de uno de los conglomerados económicos más importantes de México (el grupo Cabal). La especializada revista The Banker (setiembre de 1994) compara a los “mercados emergentes” con la “burbuja del mar del Sur” —en referencia a un sonado escándalo financiero de hace casi doscientos años. El flujo NETO de fondos hacia estos mercados llegó, en 1993, a 40 mil millones de dólares, duplicando los ingresos de los años precedentes; si se estima una salida de capitales igual a la mitad de esa suma, el flujo BRUTO de capitales fue superior a los 60 mil millones de dólares en un año. Cualquiera se da cuenta que los beneficios especulativos de semejante suma de dinero son mucho más que lo que puede soportar cualquier economía subdesarrollada. Una idea del carácter puramente artificial o especulativo de estas “inversiones” la ofrece el índice de rotación (o de cambio de manos) de las acciones y títulos en un año, que de un nivel normal del 50 por ciento, ha llegado en la mayor parte de los casos a índices del 150 al 200 por ciento anual, lo que significa que todo el mercado ha cambiado de manos dos veces EN PROMEDIO en sólo 52 semanas. En 1993, sólo dos mil empresas de 25 países emergentes diferentes levantaron 38 mil millones de dólares mediante la emisión de acciones nuevas, lo que constituye un dato irrefutable del carácter ficticio del respaldo que avala a esas deudas (The Banker).
Cuando el “Cavallo” Alvarez se refiere a la necesidad de tener en cuenta la “globalización” alcanzada por la economía argentina, está defendiendo a estos capitales especulativos y procurando evitar la posibilidad de su quiebra. Cuando el FMI quiere la autorización para emitir mayor cantidad de moneda artificial, está pensando también en la necesidad de hacer frente a las perspectivas de bancarrotas gigantescas que han creado esta situación. Y cuando ambos se preocupan del “gasto social”, simplemente están pensando en el destino de los capitales especulativos para el próximo año. Como termina reconociéndolo The Financial Times, “aunque es deseable una mayor movilidad de capital, ella plantea también el riesgo de crisis súbitas… Por lo tanto, Mr. Camdessus continuará presionando por la creación de nuevas facilidades para el FMI, para darles a sus miembros los recursos con los cuales defenderse contra los ataques especulativos en los mercados financieros”.