Políticas

17/3/2011|1168

El clan de los K, Saadi y Barrionuevo derrotó al de los Cobos

Es natural que el desenlace de las elecciones en Catamarca haya desatado una polémica política vigorosa, de derecha a izquierda. Han sido la antesala, aunque estrecha, de las elecciones nacionales de octubre próximo. Los kirchneristas festejan al por mayor porque al principio parecían resignados a la derrota. Para los ‘cristinistas’, lo ocurrido en Catamarca es una prueba contundente de que CFK no necesita atarse a compromisos para ganar cómoda en la primera vuelta. Un diario del miércoles asegura que ya está pensando en “digitar” las listas a diputados nacionales para cobijar solamente a los incondicionales.

Con Saadi y Barrionuevo somos más

Más allá de que el kirchnerismo asienta su triunfalismo en la fe de que ‘el modelo’ asegura un crecimiento económico imparable por largo tiempo, en el escenario catamarqueño se desplegó una lucha política intensa, que dejó ver los recursos y las limitaciones de todos los bandos en disputa. Para información de los distraídos hay que destacar que las huestes de la Presidenta armaron una lista con todas las variantes que supo parir el peronismo local, lo cual quedó de manifiesto en la reivindicación que la triunfadora Corpacci realizó enseguida del clan Saadi, al que incluso desvinculó del crimen de María Soledad -quizá copiando los esfuerzos que el oficialismo nacional realiza ahora para despegarse de su socio económico y político José Pedraza. Corpacci agradeció de este modo no solamente la lealtad de su primo de sangre sino el retiro de las listas de éste en favor del FpV. ¡La mitad de las intendencias más importantes en juego, en manos de barrionuevistas, se sumaron a la causa ‘nacional y popular’! (la hermana de Barrionuevo se presentó como rezago para intentar llegar a la Legislatura). Avanzada la campaña, los camiones de asistencia social de Alicia Kirchner enfilaron hacia esos distritos para apoyar a los delegados de Luis Barrionuevo, la espada de Duhalde en el Peronismo Federal. Para los que ven en los últimos movimientos de la Presidenta la intención de bautizar un cristinismo puro y duro, Catamarca es un desmentido rotundo; la madrina de La Cámpora está dispuesta a pactar lo que sea con la derecha conservadora, como lo han hecho los K toda su vida, siempre que sirva a la victoria del ‘proyecto’. Los intendentes en cuestión le respondieron con lealtad peronista, pues en ninguno de sus distritos hubo cortes de boleta. No solamente esto: los K explotaron hacia el final la división entre el sector del gobernador Brizuela y el del ex gobernador del Frente Cívico, Castillo, quien hacia el final anticipó, con gran impacto mediático, la derrota del oficialismo de la provincia.

El interrogante que deja esta política es si logrará atravesar el año sin producir explosiones internas, aunque desde la ‘izquierda’ del oficialismo ya han declarado la disposición a tragarse sapos de cualquier tamaño en esta trayectoria. En un sentido inverso, el abanico de ‘alianzas’ que prevaleció en Catamarca demuestra que la para la derecha ‘fisiológica’ (que cotiza su adhesión política), la política de conjunto del gobierno nacional es preferible a la que dicen esgrimir los opositores.

Jubilados y mineras

La Presidenta hizo una breve incursión en Catamarca para inaugurar una empresa recuperada, un ícono oficialista (acompañada por el puntero del ramo, el riquista Caro) aunque ellas son el paradigma del trabajo precario -o seguramente por eso mismo. Anunció, en la ocasión, algunos compromisos que tuvieron una difusión amplia, pero que, sin embargo, todavía no han sido cumplidos. La visita fue un guiño a los sectores populares, a pesar de la falta de contenido de los planteos de la Presidenta, y al llamado progresismo. La movida obligó al gobernador Brizuela a interpretar su parte, lo cual hizo con el anuncio del 82% móvil para los jubilados de la provincia. ‘Lamentablemente’, el proyecto era todavía más trucho que los anuncios oficiales, porque no aclaraba si se aplicaba sobre el salario de bolsillo o sobre la mitad de él, la que se encuentra en blanco, y porque además establecía un descuento para financiar el proyecto del 2% a estatales y jubilados, cuya alícuota podía subirse todavía más en el futuro. El Fondo que pretendía crear Brizuela estaba asociado (aunque el gobernador no lo explicitó) al anuncio de un fideicomiso que el Estado formaría con los pulpos mineros que acaban de adquirir Agua Rica, para financiar obra pública. Los anuncios ‘nacionales y populares’ de la gobernación eran tan fraudulentos y confiscatorios como los del oficialismo. Los medios locales se pusieron de acuerdo para ocultar estos movimientos a la opinión pública y para impedir que fueran debatidos. También en las vísperas, el grupo que explota la mina del Bajo La Alumbrera anunció la compra del proyecto a cielo abierto de Agua Rica, que la prensa local ponderó porque asociaba a la empresa estatal Ymad, aunque en forma ultraminoritaria. Brizuela y Corpacci no abrieron la boca sobre este hecho fundamental, ni tampoco lo hizo la Presidenta ni la corte antiimperialista que la rodea, que da luz verde a una explotación que es resistida por el pueblo de Andalgalá. Los intereses de la minería volvieron a encontrar unidos a kirchneristas y cobistas, agentes de los pulpos mineros, que también disfrutan en común el presupuesto del Ymad. El gran capital agrario de la provincia es un cómplice de las mineras, esto a pesar de que comprometen, en cierto plazo, el abastecimiento de agua de riego. La K Corpacci y el ‘gorila’ Brizuela, que ya supieron compartir la gobernación y vicegobernación de Catamarca, coincidieron en perpetrar un hecho consumado a pocas horas de la elección -o sea una suerte de golpe de Estado civil. Los frutos los recogerán antes de lo que cante el gallo con las nuevas rebeliones que tendrán lugar contra la minería contaminadora y destructora de los acuíferos.

La columna vertebral

Para la mayoría de los comentaristas, las elecciones de Catamarca fueron decididas por el ‘clientelismo’ -en la subasta ganó el oficialismo nacional. Los camiones de Alicia Kirchner eran parados por la policía provincial, que mientras tanto protegía la entrega de dádivas del aparato del gobernador. Esta caracterización, sin embargo, tiene un sesgo ‘gorila’ cuando desvincula la obtención de la asistencia social de la movilización social. Cuando esta movilización está presente, al menos en parte, se trata de una forma de lucha de clases, claro que ultra elemental. Un sector K se empeñó en esta línea, aunque recién sobre el final de la campaña, a través de una “chacarera” (oriunda de Valle Viejo), funcionaria nacional de Regulación del Transporte, del ala ‘social’ del ex piquetero Pérsico, N. Soria, la jefa del “Frente Chacarero” -que movió para ella una enorme masa de recursos. Sobre ella, como sobre otra lista colectora, encabezada por Cisterna, en la capital, el gobierno nacional ejerció una gran presión que ‘se baje’, con el argumento que de lo contrario perderían la posibilidad de ganar la intendencia de Valle Viejo. Ocurrió lo contrario: el Frente Chacarero barrió en Valle Viejo, tanto al Frente Cívico como al FpV -las dos listas K- humillaron a sus rivales con las dos terceras partes de los votos. El Frente Chacarero se quedó con una parte del antiguo movimiento piquetero y popular que caracterizó a Valle Viejo desde antes de la crisis de 2001. A través de sus punteros más enérgicos, el FpV, o sea los agentes patronales de las mineras y del capital agrario llevaron a su campo al movimiento popular. Para lograr este propósito explotaron el vacío de dirección que, en un pasado reciente, estaba parcialmente influido por el Partido Obrero.

El bipartidismo de Solanas

Los partidarios de Proyecto Sur presentan las cosas al revés de lo que son: se adjudican una victoria en Andalgalá (su lista salió primera), que en realidad fue de y para candidatos que no son de su palo: el hombre y sus seguidores, que habían ganado la interna de la UCR, o sea del partido de Brizuela del Moral, pero cuyo resultado fue impugnado por el radicalismo. No se trata siquiera de candidatos ecológicos consecuentes, puesto que propugnan una explotación minera que asegure el medio ambiente. No será la primera vez que, pasado el momento de la crisis, los exiliados vuelvan al partido de sus amores -aunque después de la derrota del Frente Cívico ello vaya a ocurrir de la mano de los adversarios internos de los derrotados. Al igual que lo que ha hecho en Santa Fe, la brújula del Proyecto Sur cambia siempre de punto cardinal, porque en esta última provincia no presenta candidatos a puestos ejecutivos provinciales, para cortar boleta a favor de otro Frente Cívico -el de la UCR, el Partido Socialista y Carrió.

Esta caracterización de los resultados de Andalgalá sería, sin embargo, unilateral si no se advierte que el electorado que puso su voto a Proyecto Sur demostró que es mayoría en el mismo momento en que los pulpos mineros daban un fuerte impulso al proyecto Agua Rica. Esta caracterización pone el acento en el potencial de rebelión popular que se anida en ese voto, aunque con la advertencia de que ha sido mediatizado por un manejo electorero, que pone la representación política entre quienes eran oficialistas hasta las vísperas.

Partido Obrero

En nuestro partido interpretamos que existía una posibilidad de repetir los resultados de 2009, el 5,09%, que triplicó la media de los últimos años y la del domingo pasado. La posibilidad tomaba en cuenta los desarrollos políticos en el plano nacional -como en el movimiento obrero y estudiantil, y la vigorosa campaña por el encarcelamiento de los asesinos de nuestro compañero Mariano Ferreyra. Pero hace dos años la disputa fue nacional, no provincial -lo que disminuyó la presión de una polarización política sobre las masas entre los principales candidatos del régimen de la provincia. Nuestra campaña electoral no pudo romper los límites del propagandismo, que influye sobre individualidades, no movimientos de conjunto. La propaganda puede lograr fuertes avances cuando se combina con una fractura política en el régimen, no cuando éste se reparte en dos polos determinados. El éxito del “Frente Chacarero” es la contracara de los resultados de nuestro partido. En Catamarca, los elementos progresistas de la intelectualidad o de los profesionales, que tomaron distancia de los partidos tradicionales en 2009, no han estructurado un movimiento propio. El movimiento contra las mineras no se ha extendido bastante fuera de las zonas afectadas, y está atravesado por contradicciones como las que se expresaron en la usurpación electoral por parte de un funcionario del ‘viejo régimen’. Nuestro avance en Catamarca se ha registrado en el nivel de movilización de una vanguardia, que se manifestó en un altísimo número de fiscales y en la presentación de listas en todos los municipios principales. Con el agregado de que en Belén, Santa María y la propia Andalgalá, nuestros guarismos -con polarización y todo- superaron a los de la anterior elección de tipo provincial en 2007. En Valle Viejo, la juventud de trabajadores sin empleo deberá atravesar la experiencia de los punteros del ‘proyecto nacional’ que se cobijan en el “Frente Chacarero”.

El debate sobre las elecciones de Catamarca debe ocupar su lugar de importancia en los debates que culminarán a fines de abril en el XX Congreso de nuestro partido, en relación con la campaña electoral que se inicia. Por un lado, se encuentran las elecciones provinciales, que irán separadas de las nacionales, y luego el desafío que representa superar los límites que establece la reforma política en las primarias abiertas.