El juez correccional y docente de la UNS, José Luis Ares, caracterizó a la pretensión de Scioli de reformar el Código Contravencional como “un esperpento autoritario” que “en lugar de atacar a las mafias que manejan decenas de mercados ilegales que generan violencia, la circulación de armas en el mercado negro, el tráfico de drogas y la corrupción policial” permite detener a “cualquier trabajador (…) (por ejemplo) por concurrir a reclamar tumultuosamente a la Municipalidad por falta de agua”.

La posición del juez tomó estado público en una nota del diario local La Nueva Provincia del pasado 2 de diciembre. Fue atacada por el concejal Marcelo Ciccola, del FpV, con el argumento de que “la realidad social prima sobre las garantías constitucionales”, confirmando los dichos del juez cuando señaló que “Mussolini y Stalin sonríen en sus tumbas”. También denunció Ares algo que ya señalamos en Prensa Obrera: “el esperpento permitirá el abuso policial y dará oportunidad para una nueva caja de recaudación ilegal”.

Pero la historia no termina con el contrapunto entre un juez progresista y un concejal kirchnerista. Ciccola fue electo presidente del “nuevo” Concejo Deliberante bahiense. Ante el “ruido” que hicieron sus dichos, tres bloques minoritarios se opusieron a que la presidencia del Concejo Deliberante recayera en el cuestionado concejal. Finalmente, fue designado con el voto positivo de la mayoría de los siete bloques que constituyen el Deliberante local.

La nota la dio Integración Ciudadana –que salió segunda en las pasadas elecciones– votando a favor de Ciccola con sus cuatro integrantes. IC recibió días antes, en su local, al rabino Bergman. Integración Ciudadana es la unión de un desprendimiento de la UCR con otros sectores, entre los que se destaca el Partido Comunista de Bahía Blanca. El PC apoyó a IC en las locales y a Sabbatella en las provinciales, lo que ya ha provocado una escaramuza en IC (perdió con Breitenstein por muy pocos votos, pérdida que algunos asignan al arrastre de las candidaturas Sabbatella-Cañón). Si de descomponerse políticamente se trata, el PC es un “libro abierto”.