Políticas
27/5/2021
Inflación
El conflicto de la carne y la “mesa de los argentinos”
No hay salida sin nacionalizar el comercio exterior, abrir los libros de toda la cadena y el control obrero de la producción.
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Las disputa que enfrenta al gobierno con las patronales de la carne, centrada ahora en el cierre temporal de las exportaciones del sector, sigue sin resolución aparente aunque habría habido algunos acercamientos. La “mesa de los argentinos” no recibe descompresión alguna, porque la propia política económica del gobierno lo condena a la impotencia en el intento de contener la suba de los precios.
El cese de la comercialización anunciado por la Mesa de Enlace plantea un riesgo cierto de desabastecimiento de carne a partir del fin de semana, según estiman los matarifes. Pero la medida de fuerza patronal podría levantarse tanto por el costo que genera para las propias empresas como por la negativa a plegarse del sector agrario más importante, los granos, e incluso del lechero. Como sea, ello podría ocasionar en el corto plazo remarcaciones especulativas sobre los cortes de consumo popular.
En términos generales, el precio de la carne vacuna acumulaba en abril un encarecimiento superior al 65% respecto de un año atrás (y un 110% desde la asunción de Alberto Fernández). La aceleración en mayo decantó en el improvisado cierre de exportaciones por un mes, decretado por el gobierno apenas una semana después de renovar el acuerdo con las cámaras empresarias para vender un cupo menor de cortes a precios de promoción en grandes hipermercados. Alguna ampliación de este acuerdo, que fue definido por el propio presidente como una “migaja” -porque apenas cubre el 5% de la demanda mensual interna-, sería una de las vías en tratativas para destrabar la situación.
En términos concretos, en el ahora vacío Mercado de Hacienda de Liniers se registró en los últimos días alguna baja en la cotización de la vaca, pero no así de terneros, novillos y vaquillonas. Esto cuando según los registros del Instituto para la Promoción de Carne Vacuna (IPCVA) entre abril de 2020 y abril de 2021 la suba de la hacienda en pie fue de nada menos que un 95%. Un descenso de los precios que pagan los consumidores en las carnicerías es mucho más lejano, y ni hablar en los supermercados donde en el mes anterior las subas promediaron un 9,6%.
Los funcionarios alegan que pretenden cortar un mecanismo de exportaciones que favorece la defraudación fiscal y la fuga de divisas, especialmente por la vía de subfacturar las ventas al extranjero y de triangular las operaciones en Uruguay mediante firmas fantasma. Es el mismo esquema fraudulento que evidenció Vicentin. Esta operatoria repercutiría en el mercado interno al encarecer el precio del ganado en pie, que luego se traslada a la producción de carne vacuna. Asoma, sin embargo, que la preocupación oficial pasa además por optimizar el ingreso de dólares (ya que estas vías evitan la liquidación de divisas al Banco Central). En lo inmediato, para tender un puente y bajar el margen de evasión, la Dirección General de Aduanas actualizó con aumentos de hasta el 30% los valores de referencia de algunos cortes de exportación (como bola de lomo, asado, cuartos trasero y delantero, entre otros).
Una de las posibilidades que barajan en el gobierno, para no tener que intervenir el Mercado de Liniers (medida elemental para controlar dichas operaciones), es habilitar la exportación únicamente a las empresas que forman parte del consorcio ABC. Se trata de una veintena de firmas, pero cuya participación está bien concentrada; las brasileñas JBS-Minerva y Marfrig tienen casi un tercio del comercio internacional de carne vacuna; otro cuarto está concentrado en tres compañías nacionales (Frigorina, Arrebeef y Ecocarnes), cuyos empresarios a su vez son socios en negocios en el exterior -incluyendo cuentas off shore en Panamá (El Ciudadano, 21/5).
Esta concentración ha ido en aumento las últimas décadas, y buena parte del proceso se aceleró precisamente en los años de Néstor y Cristina Kirchner en la Casa Rosada, durante los cuales desembarcaron con fuerza los capitales cariocas y luego procedieron al ruinoso vaciamiento de numerosas plantas frigoríficas. Ello coincidió además con los cupos fijados a las exportaciones del sector desde 2006, que derivaron en que los capitalistas liquidaran 11 millones de cabezas de ganado, el cierre de un centenar de frigoríficos con miles de despidos… y el precio de la carne siguió aumentando por encima del índice de inflación. Los actuales anunciados cierres y suspensiones en distintas plantas santafesinas y bonaerenses ya muestran que la factura se traslada a los trabajadores. ¿Cómo afrontar esta encerrona?
Es imposible salir del atolladero sin tocar intereses capitalistas de fondo. Un informe del IPCVA da una pauta interesante, porque adjudica el derrumbe del consumo de carne en el país a la menor producción y no a la exportación: en el primer cuatrimestre de 2021 la caída interanual de la faena de carne vacuna roza el 10%. Sin embargo, en el mismo período las exportaciones aumentaron su volumen un 23,5% -y alcanzaron cantidades récord. Lo cierto es que en 2015 el consumo per cápita era de 57,9 kilogramos al año (llegó a 58,3kg en 2018) y este año se encuentra en el piso histórico de 48,2 kilos; pero -con una producción algo mayor que en 2015- en los primeros meses de 2021 casi el 30% de lo producido se volcó a la exportación, cuando seis años atrás era el 7,7%. La ecuación siempre puede agravarse, porque una alta faena de hembras repercute en el sostenimiento del rodeo vacuno de los años siguientes.
El gobierno de Alberto Fernández no aspira más que a un compromiso que permita reducir la defraudación fiscal y presentar cierto alivio a las familias trabajadoras. Dicho alivio es más que improbable, porque el dato innegable es que la inflación general ya marcha muy por delante de los topes paritarios que impuso la (irreal) previsión del 29% de Martín Guzmán. Los techos salariales y el ajuste del gasto público -tareas primordiales para allanar el acuerdo con el FMI- son el primer ataque a la “mesa de los argentinos”, la cual a su vez es rehén del gran capital, tal como revela este conflicto.
La improvisación oficial y su impotencia, así como la extorsión del paro ganadero, reafirman que la única salida progresiva pasa por la nacionalización del comercio exterior, la apertura de los libros de toda la cadena de valor desde la cría y el engorde hasta la comercialización, y el control obrero de la producción. Solo con esas medidas se podría armonizar las exportaciones con las necesidades del mercado interno, pero ello por supuesto de la mano de una recomposición de los vapuleados ingresos de los trabajadores. El empantanamiento del gobierno es el producto de su política de rescate de la deuda externa a costa de las riquezas del país.
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