Políticas

4/7/1996|501

El convenio Fiat sirve a las importaciones y a la concentración de la industria

En los dos últimos años se duplicó el número de terminales automotrices instaladas en el país.


Lo mismo puede ocurrir con las autopartistas controladas por estos pulpos. ¿Esto anuncia una expansión en la industria automotriz?


La respuesta está en dos datos. “Según las últimas cifras, casi la mitad de las ventas del mercado interno tiene origen importado. Y esta tendencia se profundiza: sobre el total de ventas se vendían 25,9% importados en 1993, 28,9% en 1994, 29% en 1995 y 48,5% en el primer cuatrimestre de 1996” (Clarín, según datos de Adefa, 9/5/96). Más aún, según cifras definitivas de la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa), el balance entre exportación e importación de automóviles arrojó, en 1995, un déficit de 50.275 unidades. Se exportaron 52.746 y se importaron 103.021 vehículos (72.421 traídos por las terminales y 30.600 por los importadores no radicados). ¿Quiénes importan estos vehículos? Los propios pulpos automotrices, a tal punto que el 33% de los autos vendidos por las terminales en los primeros cuatro meses del ‘96 proviene íntegramente del exterior. En 1994, las terminales habían importado un 10% del total de vehículos vendidos, en 1995 un 22%, en los primeros cuatro meses del ‘96 un 33, “pero la corriente importadora crecerá aún más cuando los recién llegados, Fiat, Toyota, General Motors y Chrysler, comiencen a aprovechar con plenitud las ventajas del régimen que les permite utilizar… las inversiones como fuente de divisas para importar vehículos importados” (Ambito, 6/5).


Desindustrialización


De este modo, la Fiat, que ha anunciado una inversión de 600 millones, puede “importar vehículos hasta ese valor aunque no haya exportado ni una sola unidad” (ídem). Lo mismo vale para el resto de los pulpos. Ni qué decir que basta inflar el monto de la inversión para gozar de un régimen privilegiado de importaciones.


Pero el desbalance en favor de las importaciones no se agota en este rubro. “El juego de la compensación (entre importaciones y exportaciones) permite a las automotrices obtener certificados para importar gracias a las exportaciones realizadas. El tema es que la gran mayoría de los fabricantes utiliza las divisas para importar vehículos terminados, por lo cual (optan por) afrontar el pago de aranceles y multas cada vez que traen piezas del exterior” (Ambito, 6/5). Es decir que la corriente de importaciones incluye también a las autopartes.


El régimen automotriz “argentino” ha sido dictado para instalar “cabeceras de puente” para importar. “En el espíritu de la legislación se pensó… en la importación de piezas para bajar los costos de producción. Pero, a cambio, las automotrices salieron a comprar vehículos baratos o de fin de serie en el mercado internacional” (Ambito, ídem).


Esto explica la escasa cantidad de trabajadores que calcula tomar cada una de las nuevas terminales instaladas. GM piensa ocupar, por ahora, 200 operarios para ensamblar camionetas; Chrysler, 350 “dentro de un año”; Toyota, 800 puestos de trabajo “alguna vez”, pero hoy la inversión es de 150 millones de dólares, una cifra que corresponde a una planta de armado. Fiat nunca desmintió la información según la cual “tiene programado… el traspaso de los 1.800 trabajadores de la fábrica de motores Cormec —Córdoba Mecánica— a la nueva empresa” (La Nación, 28/3).


Desocupación


El “proyecto industrial” automotriz se basa en “la producción en la Argentina de un solo producto muy específico que prácticamente en su totalidad será exportado” y en la importación en masa de “saldos de oferta” del mercado automotriz mundial. Por lo tanto, “podría darse la paradoja que casi la totalidad del mercado fuera alimentada por autos foráneos” (Ambito, 6/5).


La política de las automotrices, el “auto mundial”, convierte a las terminales en plantas de ensamblaje y a cada firma en agencia de importación. La importación es concebida como un medio para eliminar a la competencia ‘nacional’ y producir una aguda concentración industrial. Esto explica que la política  en curso, lejos de ‘crear puestos de trabajo’, los disminuye. La nueva concentración industrial producirá una nueva ola de despidos masivos en la industria, la cual se reforzará con la importación y la quiebra de la industria autopartista ‘nacional’.


Esta es la verdad sobre la “industrialización” que traerían consigo los ‘convenios Fiat’.