El Credicoop censura exposición de pinturas

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Estimados amigos:
Soy artista plástica y quiero hacer pública mi opinión respecto del acto de censura hacia mi obra. Es algo que me aflige, me indigna y me decepciona muchísimo, pero como muchos sinsabores que forman parte de los desafíos de la vida —y sobre todo de nuestra profesión—, nos hacen tomar más fuerza para seguir en la lucha por la libertad de expresión. Se trata de mi exposición de 13 pinturas llamada “El cuerpo sin espinas” que se inauguró el 27 de octubre y que está colgada en la Sala de Arte “Juan Scalco” del Banco Credicoop de Mendoza. Como muchos sabrán, el Banco Credicoop dice sostener un ideario a favor de la igualdad, la solidaridad y el cooperativismo. Seguramente muchos de los que trabajan allí practican estos valores que mejoran nuestras relaciones humanas y por ende nuestra sociedad, pero es mi deber y mi derecho decir que en este discurso hay terribles contradicciones. Hace ya 14 días, desde el 2 de noviembre, la muestra está cerrada. Según los directivos del Credicoop “esas pinturas no son para ser exhibidas en un banco”, dicen que ofenden a los clientes y perturban la percepción de los que allí trabajan. Las obras “ofensivas” son imágenes de desnudos femeninos intervenidos por una simbología religiosa popular que remite a las relaciones primigenias de la religión con el sexo, y que aún hoy inquietan nuestras almas. Las obras trabajan de un modo metafórico el cuerpo y se proyectan hacia una representación de un cuerpo social, un colectivo que trasciende el mero cuerpo individual y expone las espinas como los prejuicios que impiden el contacto, la comunicación y las relaciones humanas. La muestra fue cerrada sin avisarle a la Comisión de Asociados del Banco, ni a los encargados de la Sala y, por supuesto, tampoco a mí. Considero que esto es una grave falta de respeto hacia todos los que trabajamos en las actividades que genera esta Comisión, de la que también formo parte, y por supuesto hacia todos los artistas que trabajamos la representación del desnudo como soporte conceptual para nuestra obra. Hace muy poco hubo una charla-debate en torno a la obra de Carlos Alonso en la sala de conferencias del Banco Credicoop (Carlos Alonso expuso en Mendoza en el Espacio Contemporáneo de Arte desde el 7 de octubre hasta el 6 de noviembre y este banco fue uno de los auspiciantes de la muestra). Y salvando la enorme distancia con la exposición del maestro Alonso creo que allí las representaciones eran más que descarnadas, maravillosas y absolutamente fieles a la realidad de aquella época de horror en nuestra historia y que aún tienen vigencia y a esto no hay nada que objetarle. En esta charla en la cual expusieron dos profesores universitarios de gran trayectoria en el ámbito de la comunicación y de las artes visuales —Oscar Salazar y Graciela Distéfano—, se hizo un análisis muy diverso y rico sobre las construcciones plásticas que testimonian la realidad social y cómo todos los asistentes a este evento aportan también a esa construcción de modos muy diferentes, pero siempre en crítica y diálogo con lo que nos pasa como sociedad. Pero evidentemente no es posible practicar un ideario así ya que en todo caso sólo se puede hablar porque “a las palabras se las lleva el viento”, pero no se pueden exhibir representaciones, imágenes, pinturas, objetos artísticos que hablen (desde un pensamiento visual) de la disidencia, de esa misma que sí podemos hablar en las charlas, reuniones, debates, etc... Este mensaje “progresista” del que siempre se ha jactado el Banco Credicoop contiene entonces, en su discurso, varias contradicciones. Me pregunto sorprendida: ¿cómo es posible que no haya espacio para expresar la compleja diversidad de la que somos parte sin que algunos señores o señoras se escandalicen al mirarlas? Mi exposición es una propuesta plástica, uno de los modos en que uno se inventa la comprensión de la realidad, una de las ficciones de las que se sirve el arte para denunciar nuestra angustiante domesticación. Creo que mi pintura es fuerte en contenidos, sé que mi pintura no es inocente, no es ingenua, las obras salen libres a la luz con la absoluta conciencia de que la libertad siempre molesta. La muestra sigue cerrada, censurada al público, y no me voy a llevar las obras de allí, ni las voy a bajar sin pelear por la libertad de expresión que nos prometió una Constitución hace ya casi 200 años.