Políticas

20/2/1997|528

El crimen del régimen Menem-Duhalde

Cuando se produjo el crimen del compañero Cabezas, tanto el oficialismo como la oposición se apresuraron a juzgar que había sido un asesinato ‘contra la democracia’. Otros, que lo era contra la ‘libertad de prensa’. Como naturalmente no hay opositor, politicólogo o charlatán que no incluya al gobierno dentro del ‘campo democrático’, los autores políticos y materiales del crimen nada tenían que ver con el ‘mundo civilizado’.


Algunos fueron más lejos, pues dijeron que el crimen era contra Duhalde, al que le ‘habían tirado un cadáver’.


Esta absolución anticipada del régimen político democrático y de sus funcionarios democráticamente elegidos, sirvió para dilatar durante un mes la convocatoria a una manifestación nacional de repudio al crimen, de castigo para sus autores y de condena para el gobierno que encubrió decenas de crímenes similares.


Durante el mes que pasó existió un acuerdo tácito entre el oficialismo y la oposición, que se manifestó en la farsa de los homenajes: homenajes a Cabezas en cualquier lado, incluida una fugaz asamblea legislativa. Otro aspecto fundamental de esta política fue la llamada ‘depuración de la fuerza’, en referencia a la policía bonaerense, lo que quería decir, ‘no descubramos nada pero depuremos’. Se hizo gala de voluntad de ‘transparencia institucional’ para encubrir mejor.


Esta política de complicidad recíproca entre oficialistas y opositores, patrones y sindicalistas de prensa, organizaciones de derechos humanos y policías y militares ‘democráticos’, tenía el pequeño defecto de que no resolvía nada y terminaba exasperando. Entre el jueves 13 y el viernes 14 alguien ‘perdió la paciencia’: el gobierno nacional se jugó a que el crimen lo ejecutó ‘Pepita la pistolera porque Cabezas la estaba extorsionando’, y sacó a relucir así que estaba desesperadamente dispuesto a borrar todas las huellas políticas del crimen, el propio crimen y hasta ejecutar de nuevo a la víctima.


La torpe maniobra de Corach-Kohan-Menem desató una crisis política. Reveló, de paso, que es un régimen de ‘agentes encubiertos’, es decir, que espía a todo el país en todo momento. El ‘Diamante’ del ‘jarrón de Coppola’ resultó un ‘niño de pecho’ al lado del ‘Carlos’ que delató a la ‘Pepita’. La finalidad del menemismo, con todo esto, fue alegar un crimen de carácter particular. No debería sorprender que un régimen que ha hecho de la extorsión política y económica (‘cometas’) su método de gobierno, se anime a divulgar que Cabezas era un extorsionador.


Pero a la crisis desatada por los autores truchos fabricados por el menemismo, se añadió la crisis política desatada por Duhalde con su descarado copamiento de la manifestación en La Plata el viernes 14. Tanto le dijeron los ‘chachos’ que era un crimen contra la democracia y contra él, que Duhalde se sintió con derecho a comandar el repudio. Pero como mientras tanto, ni la policía ni los servicios bonaerenses avanzan en nada, aunque son sospechados de todo, el copamiento duhaldista de la manifestación de La Plata desnudó que esa policía y esos servicios pretenden, no ya encubrir a los criminales, sino infiltrar y desbaratar a los que reclaman su castigo.


El lunes 17 se ingresó así en una nueva etapa; para el 25, cuando se cumple un mes del asesinato, se decidió llamar a una movilización popular y a un paro general de cinco minutos. Los sindicatos de prensa y de reporteros han dicho que no permitirán que lo encabece ningún miembro del elenco oficial, lo cual es lógico: en lugar de manifestar, que detengan a los criminales.


Las maniobras de Menem con ‘Pepita’ y de Duhalde con el copamiento, delata que se saben corresponsables del crímen, es decir, que están obligados, por razones políticas, a encubrir a los responsables. El régimen menemista es un gran servicio de espionaje de privatizadores, monopolios, comisionistas, coimeros, explotadores del Tesoro público; no puede gobernar de otra manera que mediante la intimidación, la agresión y el crimen. Así lo testimonian los muertos desde antes y después de María Soledad.


El real esclarecimiento del crimen es incompatible con el régimen Menem-Duhalde; con el régimen de la obediencia debida y el indulto; con el aparato conspirativo que es el Estado capitalista.