Políticas

8/4/2004|845

El crimen viene de arriba

Se dice que la seguridad no es una cuestión de derecha o izquierda. Por experiencia, cuando se afirma esto, se quiere justificar una “salida” por la derecha.


El problema de la seguridad reside en la descomposición del Estado capitalista y la delincuencia se engendra en el aparato de este Estado. Es en la gran burguesía donde anidan los mayores delincuentes, los vaciadores de bancos, los coimeros, los banqueros lavadores, los “capos” de la prostitución y la droga. Bajo el Estado dirigido por esta clase social se produjeron los crímenes de la Triple A y los asesinatos en masa de la dictadura, se vaciaron y entregaron las empresas del Estado, se usaron los fondos públicos para salvar a los bancos en quiebra, se confiscó a los trabajadores para pagar la deuda externa y se produjo la desocupación, y la miseria social de la mayoría de la población.


El grado de desarrollo que han alcanzado los grandes delitos sólo es posible con la complicidad del aparato estatal, que vuelca sus recursos tecnológicos y la amplia red de informantes con que cuentan los organismos represivos hacia los “negocios” que se consuman con “zonas liberadas”, jueces “que la ven pasar” e intendentes “protectores”. De la voladura de la Amia, del asesinato de Cabezas, pasando por la prostitución infantil y los secuestros extorsivos el aparato del Estado es la mayor organización criminal.


Es lo que la imaginación popular ha puesto en canto: “Yo sabía, yo sabía que lo mató la policía”.


Lo que está en cuestión no son sólo los delitos comunes de las fuerzas de seguridad. Son, sobre todo, los delitos políticos del “gatillo fácil”, de los ajustes de cuentas en las prisiones, de las torturas en las comisarías, de los “conchavos” de detenidos para organizar las bandas delictivas.


Este es el régimen que acusa a los desocupados por la inseguridad y que necesita de la Bonaerense, la Federal y las fuerzas de “seguridad” para defenderse de la intervención popular.


La descomposición policial no tiene salida bajo este régimen. Kirchner, Solá sólo atinarán a establecer un nuevo pacto con los responsables del delito organizado que deben enfrentar. Pero los delincuentes no pueden derrotar a los delincuentes. Las mafias de la Bonaerense y de la “justicia”, a quienes se plantea otorgar más poder, son sinónimo de más delitos, mayores ataques al pueblo y mayor impunidad para el aparato represivo.


La salud de la nación reclama la disolución de los aparatos de represión y su reemplazo por una organización directa de la ciudadanía. Pero no será consigna de los que son custodios de este régimen. Fuera los protectores de las mafias y de los curros, Fuera Solá, fuera la Bonaerense, Asamblea Constituyente soberana convocada por el pueblo.