El “cristinista” Blaquier contra el pueblo de Jujuy

¿Quién ha "defendido tanto a la industria nacional"?, dice el oligarca

Qué dirán los charlatanes del ‘combate contra las corpo’ cuando la salvaje represión de Jujuy fue dictada por la ‘corpo’ por excelencia de nuestro norte y una de las ‘top ten’ de Argentina?

Los Blaquier no son un pulpo cualquiera. Descienden de una familia terrateniente del interior, que en las dos últimas décadas ha desembarcado en la pampa húmeda. Esta ‘corpo’ se ha diversificado e ingresado, de la mano de los subsidios K, en el selecto núcleo del negocio estrella: la industria de los biocombustibles.

Los Blaquier, en síntesis, son una de esas poderosas familias de la ‘puta oligarquía’ -¿se olvidaron? Los Blaquier, desde su imperio de Libertador General San Martín (que solidificaron primero bajo la dictadura y luego bajo todos los gobiernos ‘democráticos’) han desarrollado una de las ‘corpo’ más ramificadas de la agroindustria nacional (desde el papel, el azúcar, las frutas y los cítricos, a los cereales y la carne).

Los Blaquier son una cruda manifestación de para qué sirven los K al capital. Lo explicó un año atrás su mandamás Carlos Pedro Blaquier en una entrevista de La Nación. El hombre, que “vive en una mansión de 17.000 metros cuadrados en San Isidro” y tiene “siete barcos que cuestan unos 14 millones de dólares” -así lo presentó La Nación-, se cubrió por anticipado: “en este país, a todo el que tiene guita lo ataca la zurda”. ‘Don Carlos’ fue gorila: hasta repite que Perón fue “fascista”; sin embargo, reivindica al “último” de sus gobiernos, el de la ‘Triple A’. Es el mismo Blaquier que luego, bajo la dictadura, organizó con los ‘servicios’ de sus ingenios junto a las Fuerzas Armadas la mayor operación represiva que recuerda la historia jujeña, dirigida contra el activismo gremial de Ledesma. He aquí a un genuino representante de la burguesía nacional. ¿No es así, cumpas?

Este calificado exponente se declara “cristinista” y asegura que “pocos gobiernos como el actual han defendido tanto a la industria nacional”. Como se dice ahora, un K ‘de paladar negro’, incluso sin los escrúpulos de un Britos, Eurnekian o Werthein.

Nuestro ‘cristinista’ de última generación nada tiene que envidiarle a los exégetas de “6,7,8”: ¡si hasta se permitió reivindicar al patotero secretario de Comercio, Moreno, de quien dijo que “no es coimero como tantos otros”! He aquí el servicio que presta la ‘ideología anticorpo’ de los K. Mientras resultan ‘funcionales’, la burguesía nacional los exprime. Esto vale, especialmente, cuando la tan mentada burguesía ‘nacional’ retrocede sistemáticamente en el concierto latinoamericano y mundial.