Políticas

14/11/2019

El debate en el Congreso sobre el golpe en Bolivia

diputada nacional del Partido Obrero-Frente de Izquierda

La sesión especial convocada por el peronismo ante el golpe de Estado en Bolivia, con la intención de aprobar un pronunciamiento que unifique a todas las fuerzas políticas, sin distinciones, merece ser analizada para extraer conclusiones políticas.


A lo largo de toda la jornada, el Frente de Todos se esforzó -frustradamente- en unificar posiciones con Cambiemos y colocar en un campo común también al Frente de Izquierda (lo que fue resistido solo por el Partido Obrero).


En buena medida, los argumentos de peronistas y macristas en sus intervenciones se asemejaban: llamados a defender la institucionalidad y la salida pacífica y constitucional, y un entendimiento del golpe como un hecho ya consolidado. Incluso entre quienes decían repudiarlo, brilló por su ausencia cualquier planteo de derrotarlo. No hubo por parte de estos sectores ninguna referencia a las movilizaciones multitudinarias de los campesinos y trabajadores bolivianos, que libraban una verdadera batalla contra el golpe y la represión en el centro de La Paz.


El dictamen que proponía Cambiemos eludía denunciar la asonada militar-policial en Bolivia como un golpe de Estado, con un genérico rechazo a “cualquier golpe contra la democracia y todo tipo de violencia” –¡como si eso no fuera lo que ya está sucediendo en nuestro país vecino! Para peor, rescataba la intervención imperialista a través de la OEA, pidiendo por el cumplimiento de su “Cláusula Democrática”.


El que probablemente haya ido más lejos en definiciones políticas derechistas fue Fernando Iglesias, quien en su intervención puso en un mismo nivel el golpe reaccionario, eclesiástico, militar y policial de Bolivia, con las movilizaciones de la juventud y los trabajadores chilenos que reclaman Fuera Piñera, y con las de 2001 contra De La Rua y 2017 contra la reforma previsional en Argentina. Así igualaba las manifestaciones de las masas oprimidas contra el Estado y los gobiernos que lo detentan, con la intervención de las instituciones de la burguesía y las fuerzas represivas contra las masas.


Una de las mayores imposturas de las cinco horas de debate fue el cierre de Agustín Rossi, al afirmar que todos los diputados que intervinieron habían repudiado el golpe en Bolivia, y que si alguien dudaba se podían “revisar las actas taquigráficas”. Para ese momento de los cierres, ya era claro que no habían logrado un dictamen de consenso con el macrismo ni con la UCR, y en el Senado -que sesionó en paralelo- ¡8 senadores de Cambiemos ya habían votado en contra del repudio al golpe! Rossi trató de ocultar que las fuerzas políticas patronales son golpistas cuando la situación lo amerita. Lo suyo fue un intento supremo de salvar el pretendido “espíritu democrático” del Congreso, y al mismo tiempo encubrir a los diputados y senadores, – la mayoría de Cambiemos- que buscaron todo tipo de argumentos para explicar que lo de Evo fue un autogolpe a partir del "fraude electoral", y que “luego vinieron los militares a salvar la situación”. 


En este cuadro, la votación a mano alzada del dictamen que finalmente se aprobó fue una maniobra de Emilio Monzó, el presidente de la Cámara, para disimular el compromiso de buena parte del sector oficialista con los golpistas de Bolivia –y evitar que el dato de la jornada fuera su retiro de la sesión o voto negativo.


La resolución 


La resolución aprobada no tiene desperdicios.


La misma expresa “su profundo repudio al Golpe de Estado perpetrado el 10 de noviembre de 2019 en el estado Plurinacional de Bolivia, que obligó a su presidente Evo Morales y otros/as funcionarios del gabinete a renunciar a su mandato”. Convoca “a todo el arco político de la región a exigir el cese inmediato de la persecución y violación de los derechos humanos de funcionarios/as, dirigentes políticos, sociales, sindicales, feministas y de la población en general”. Y finalmente exhorta “al pronto restablecimiento de las libertades democráticas y el orden constitucional subvertido por la policía y las fuerzas armadas, sin proscripciones.”


En resumen, busca salvaguardar el orden constitucional y sus instituciones por encima de cualquier caracterización del rol de las mismas, presenta la renuncia de Evo como un hecho inexorable (“obligado a renunciar”), y exhorta a las fuerzas políticas continentales -sin distinciones- a la búsqueda de una salida que supone elecciones. En línea con las intervenciones, ninguna frase del dictamen plantea la imperiosa necesidad de derrotar el golpe, que los hermanos bolivianos ya están sufriendo con derramamiento de sangre obrera y campesina, ¡y esto el día que se conocían 8 muertes producto de la represión! El “orden constitucional” que se defiende es contrario a la insurrección popular –única vía para derrotar a los golpistas.


La convocatoria a “todo el arco político de la región” a intervenir en esta crisis en defensa de los “derechos humanos” es más grave que una simple impostura. Presupone una salida consensuada con los golpistas, que dominan buena parte del establishment político regional. ¿Con Bolsonaro, Piñera, Duque y Macri quieren enfrentar a la oligarquía golpista de Mesa y Camacho? 


Por estos mismos motivos, el pronunciamiento no denuncia a la OEA (¡ni la menciona!) y la injerencia imperialista de Trump, los Bolsonaro y cía.


La polémica en el Frente de Izquierda 


En la reunión de presidentes de bloque realizada al iniciar la sesión, defendí el derecho a votar cada uno de los proyectos por separado, en lugar de votar solo “dictámenes de consenso” que no eran verdaderamente tales. El peronismo y sus aliados del Frente de Todos y los lavagnistas, con el sorpresivo apoyo del PTS, se opusieron de plano, utilizando su “mayoría” para imponer una sola votación del dictamen de “consenso”.


El voto favorable del PTS y de Izquierda Socialista al proyecto del peronismo expresa una adaptación política sobre la que llamamos la atención. La izquierda revolucionaria no puede actuar bajo las presiones del régimen, en el actual escenario en que todas las fuerzas de la burguesía operan para evitar una verdadera irrupción popular en Bolivia, que podría desbordar los límites del régimen capitalista y abrir un curso independiente que marque un faro para toda la Latinoamérica oprimida. El pronunciamiento que votaron no aporta ninguna claridad a la tarea clave del momento -organizar la lucha contra el golpe- y, por el contrario, es un rescate del orden constitucional que esgrimirán para tratar de imponer una derrota a las masas movilizadas. Mi abstención en la votación, por el contrario, buscó llamar la atención sobre este problema. 


La intervención del Partido Obrero


Mi intervención en nombre del Partido Obrero fue de defensa del proyecto de declaración que habíamos presentado y de apoyo a la lucha en curso, denunciando la impostura que se vivía en el debate.



Al revés que Rossi, destaqué que muchísimos diputados habían justificado el golpe. Remarqué que no hay repudio real al mismo si no es apoyando activa y prácticamente la lucha en su contra, y denunciando la complicidad política y material del gobierno macrista. Denuncié a la OEA y reivindiqué todas las luchas populares contra la opresión capitalista, lo que generó un profuso intercambio por twitter con Fernando Iglesias.


La defensa de nuestro planteo fue consecuente con nuestra acción de movilización inmediata, de seguimiento del tema previamente (habíamos denunciado la injerencia de la OEA en el acto de cierre de campaña del FIT-U en el consulado chileno), y de organización de los bolivianos residentes en Argentina, que se desenvolvió en asambleas en los barrios donde se organiza el Polo Obrero en la misma tarde de ayer, y en la que nos seguimos empeñando como tarea vital del momento para los oprimidos de todo el mundo. En este sentido, mañana vamos con todo al acto que organiza el Partido Obrero frente a la embajada de Bolivia para reforzar la lucha por derrotar el golpe.