El defol de la centroizquierda

Pino Solanas ha regalado definiciones imperdibles a La Nación. De entrada, alerta contra lo que él llama “violencia social”, que no son los tarifazos ni las confiscaciones al salario que bajan desde arriba. Por el contrario, y sin pelos en la lengua, caracteriza a las movilizaciones del 14 y 18 de diciembre “por espectaculares que hayan sido (como) un error”. Así califica a los centenares de miles de obreros que salieron contra la reforma previsional de Macri y, ante la represión, a las decenas de miles de caceroleros que acompañaron a la noche.

Luego se pronuncia por una reforma constitucional para extender los mandatos -“en Chile y Uruguay tienen cinco años sin reelección, en México seis años” (ídem)-, porque “en cuatro años ningún gobierno completa la tarea”. O sea que tras pedir paz social para Macri, aboga por más años para su mandato, cuando gran parte de la población se pregunta cómo hacemos para terminar mañana con este gobierno insoportable.


Pero estos conceptos son apenas preparatorios de la idea central. Propone impulsar “una convocatoria amplia, sin exclusiones, porque estamos condenados a una democracia de consensos”. El Senador que llegó a su banca con Carrió y los radicales, los socios centrales del PRO en Cambiemos, nos propone ahora un frente de unidad antimacri. Preguntado si eso incluye a Urtubey y Massa, dice: “Eso es inevitable, para ganarle a Macri hay que conformar un grandísimo frente… con políticas mínimas… (porque) el gobierno que va a suceder a Macri será un gobierno moderado, de transición”


Claro, a estas alturas no cabía otra, periodísticamente hablando, que preguntarle si Cristina podría liderar ese frente, a lo que contesta: “es indudable que no se puede impedir su participación, algo que sólo puede hacer la Justicia (sic)…para eso está el voto”. Pino, sin vueltas, se ubica en la unidad de todo el PJ con el kirchnerismo.


Semejante desbarranque del otrora líder de Proyecto Sur, sin embargo tiene compañía. Libres del Sur de Victoria Donda, junto al Movimiento Evita, pasaron a integrar el interbloque que dirige Felipe Solá, candidato de reposición para el caso de que haya una unidad del PJ Federal con el kirchnerismo, sin Cristina. El movimiento de la diputada ya había mostrado la “elasticidad” de su estómago integrando los gobiernos de Urtubey en Salta y de Cornejo en Mendoza.


Los viejos aliados de Donda en el interbloque “progresista”, Margarita Stolbizer y el socialismo de Binner, emigraron con Lousteau a la variante progre de Cambiemos, es decir, al sostenimiento progre del FMI, Macri y Bullrich.


Mientras tanto, ¿qué hacen el PCR y la CCC, integrantes del Triunvirato de San Cayetano? El PCR ha dicho que no apoya a Solá, uno de los responsables políticos de los crímenes de Kosteki y Santillán, entre otros de sus antecedentes- como haber sido siete años secretario de agricultura de Menem y haber sido parte de un acuerdo con Macri y De Narváez, entre otros “galones”. Pero la política del PCR es de una militancia sin desmayo por el “frente anti-Macri” en grado de tentativa, asociados en eso al degennarismo y otras variantes de la izquierda chavista.


Este cuadro, se replica en el movimiento obrero, donde Yasky ha dicho sin ambages “no hay que hacer paro en el año electoral”, luego de integrarse a la mesa del PJ junto a Daer. Son realineamientos que revalorizan el lugar que le toca ocupar a la izquierda en el conjunto de la lucha de clases y en la arena electoral.


No podemos dejar de señalar que expresiones como el MST -que tuvo como aliado al Mas en las elecciones de 2017- se diluyeron tres años sin autocrítica en Proyecto Sur o el Frente Cívico de Luis Juez -una de las colectoras de Cambiemos en Córdoba- o del Frade en Santa Fe, hoy discutiendo su ingreso a un frente pejotakirchnerista en esa provincia. 


El defol de la centroizquierda es parte del operativo político para encorsetar a las masas. La responsabilidad política del FIT se agiganta cada día ante los movimientos de la burguesía para un recambio en orden ante la crisis del gobierno Macri. Urge una decidida intervención política, integral, por parte de la izquierda revolucionaria para que la movilización política de la clase obrera para derrotar a Macri, el FMI y los gobernadores se asocie a la salida política de los trabajadores a la crisis.